28 de marzo de 2014

REIVINDICAR LA "FLUVIOFELICIDAD"

 
Participantes en unas jornadas fluviales organizadas por la FNCA
 
Después de subir la entrada anterior, sobre los problemas asociados al consumo de agua en mal estado y el elevado porcentaje de población mundial que carece de acceso a suministro potable, nos surgió la duda de si no habríamos caído en el error que critica Lenore Askenazy: poner demasiado énfasis en las noticias negativas y olvidarnos de citar iniciativas positivas que suponen un nuevo modo de hacer las cosas, una invitación a la esperanza y que merecen, por tanto, ser dadas a conocer. Es el caso de la actividad que desarrolla la Fundación Nueva Cultura del Agua. Con sede en Zaragoza y miembros españoles y portugueses, reune a expertos académicos, empresarios y representantes del mundo de la cultura para reflexionar y promover un cambio en las políticas de gestión de agua. En sus propias palabras, trabajan "para recuperar los ecosistemas acuáticos que son la máxima expresión de la vida en nuestros planeta" y defienden "la recuperación del valor patrimonial, cultural emocional estético y lúdico de los ríos en una sociedad que ha confundido progreso con negocio".

La FNCA cuenta con un Observatorio de políticas del agua que analiza, sobre todo los planes de cuenca españoles diseñados por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Sobre lo que se ha conocido de estos planes, la fundación ha editado una serie de monografías sobre el análisis de costes, las excepciones en el cumplimiento de los objetivos ambientales, o los regímenes de caudales ecológicos.



Además, las líneas de investigación incluyen la elaboración de un panel científico de seguimiento de la política de aguas, que consta de 20 informes , en los que han participado, entre otros, expertos de las universidades de Almería, Valencia, Murcia o Cataluña. Los informes cubren cinco áreas temáticas: estado ecológico de las aguas, el papel de la economía en la gestión hidrológica, tecnología y nuevos retos, la dimensión territorial y cultural del agua y los aspectos jurídicos e institucionales. Otros proyectos son la organización de los congresos ibéricos sobre gestión y planificación del agua, los estudios de caracterización fluvial o distintos seminarios y concursos.

La filosofía de la FNCA tiene muchos puntos de similitud con la de As Salgueiras. En ambos casos se parte de la defensa de la biodiversidad, de la necesidad de recuperar primero los entornos degradados y luego de recuperar el contacto de las personas con dicho entorno. El conocimiento científico se pone al servicio de las personas y se apoya, además en el conocimiento cultural, histórico. Porque para recuperar un río, para diseñar un aprovechamiento sostenible y racional del mismo, es imprescindible conocer su historia y la de los habitantes de sus riberas, su presencia en el acervo cultural y hasta el nombre de las ninfas que lo habitan.
 
 

Como As Salgueiras, la FNCA hace especial hincapié en las actividades educativas destinadas a los más pequeños. Porque no basta con estudiar los ríos en el mapa o en el libro de Coñecemento, hay que vivirlos, acudir a ver su fauna, para entender la riqueza que supone la red fluvial de un país. Habituados como estamos a trabajar con niños, nos ha encantado el término "fluviofelicidad", que ha acuñado Javier Martínez para definir "el estado de bienestar profundo" en el que entran los participantes en los descensos fluviales en canoa que desde hace ocho años organiza la fundación. Nosotros, que tenemos la fortuna de trabajar al lado del nacimiento del río Anllóns, entendemos bien este sentimiento. Porque donde nace un río no empieza solo un curso geográfico, sino también un caudal inagotable de vida, proyectos humanos y perspectivas de progreso que debemos proteger, cuidar y reivindicar.

21 de marzo de 2014

EL AGUA MATA



A menudo, la celebración del "día internacional de" tiene un efecto desalentador, contrario sin duda el espíritu con el que las Naciones Unidas fueron intercalando estas fechas en el calendario. En lugar de celebrar avances o de generar corrientes de simpatía, estas efemérides sirven, sobre todo, para constatar lo poco que hemos avanzado en la resolución de lacras como la falta de acceso a la educación, el trabajo infantil, la violencia de género o la protección del medio ambiente. Es lo que ocurre con el día Mundial del Agua, que se celebra el 22 de marzo. Los datos de la ONU son tan apabullantes que siguen dejándonos perplejos. 884 millones de personas carecen de un acceso seguro a agua potable; 2600 millones de personas no tienen un inodoro, una letrina o cualquier servicio básico de saneamiento. El consumo de agua en mal estado mata a más personas que las guerras.

Con estas cifras, el punto y aparte del párrafo anterior invita casi a un punto final. ¿Cómo es posible que un tercio de la población mundial viva en unas condiciones similares a las de nuestra Edad Media? La enormidad de la cifra pesa como una losa insoportable y ya sabemos que, dentro de un año, cuando el calendario nos traiga de vuelta al 22 de marzo, cualquier logro quedará empequeñecido ante el tamaño del reto.

En casi cualquier lugar de África
 Como sabéis, en este blog hemos venido realizando entradas periódicas relacionadas con la calidad del agua, la importancia de preservar su ciclo, de mantener los acuíferos como fuente de salud y biodiversidad... A menudo se asocia la falta de agua a un problema típico de los países del Tercer Mundo, relacionados con el atraso o con las inclemencias de un clima extremo. Quizá un buen modo de reconocer el impacto de las decisiones humanas, el peso que un modelo erróneo de desarrollo tiene en el acceso al agua, pase por recordar los problemas que surgen en países en crecimiento o con un clima y unos recursos privilegiados.

Podemos ver lo que ocurre en Colombia, una economía que crece a un ritmo superior al 4,5%, superando ahora mismo a Chile, Perú o México. El paro se sitúa en torno al 8% y la tasa de inversión (el porcentaje del PIB que el país reinvierte) se acerca al 30%. En el plano hídrico, el país cuenta con las segundas reservas del mundo. Sin embargo, el 80% de la población no tiene acceso al agua potable y, en muchas poblaciones costeras carecen de depósitos suficientes, de modo que la población pasa sed en cuanto deja de llover unos días. En medio del panorama de bonanza económica que resumimos, llama la atención ver a la gente recogiendo agua de lluvia por medio de grandes plásticos tendidos a los lados de la carretera. Agua que pierde enseguida su potabilidad al quedar contaminada por las salpicaduras del tráfico rodado. O en China, el gigante económico del momento y, según muchos analistas, del futuro, donde se registran una media de 400 denuncias diarias relacionadas con la contaminación de los acuíferos.



Contaminación en un canal de Bogotá

Con frecuencia, los modelos de desarrollo actuales repiten la falta de conciencia ecológica de la primera revolución industrial: primero crezco y luego ya recuperaré el medioambiente, ya restauraré lo contaminado. Es un planteamiento erróneo, no solo por su falta de ética ambiental sino incluso desde el punto de vista económica: por mucho que parezca incrementarse el coste que asegura procesos de fabricación ecológicos, crecer respetando el medio es siempre más barato que crecer destrozándolo y tratar de recuperarlo después.


Hace algún tiempo realizamos de manera altruista la dotación del centro especial de empleo de Aspaber en Carballo y dibujamos una charca en forma de salamandra para fijar allí juncos y otras plantas típicas de las brañas. Era un pequeño homenaje a la salamandra, un excelente bioindicador de la calidad de las aguas que, por fortuna, aun podemos observar a diario desde nuestro emplazamiento privilegiado, en la cabecera del Anllóns. Salamandras, ranas y las aves que se alimentan de ellas desaparecen río abajo, como ha ocurrido en buena parte de las cuencas gallegas, por el efecto de los vertidos de purines, herbicidas y sulfatos.

Debemos aprovechar este día 22 para recordar que además de ayudar y colaborar con ong's y organizaciones que tratan de mejorar el acceso al agua en países del Tercer Mundo, no debemos descuidar nuestro entorno inmediato. La polémica en torno al proyecto de mina de Corcoesto ha permitido detectar la contaminación con arsénico. Y conviene recordar que en las zonas de Galicia en las que se acumulan lodos mineros, se detecta un aumento de los casos de autismo y las enfermedades infantiles, un proceso que también se observa en algunas zonas de China. Porque si relajamos nuestra conciencia ambiental, todo lo que arrojemos a la naturaleza volverá a nosotros en forma de veneno.

14 de marzo de 2014

¿LA PEOR MADRE DEL MUNDO?

 
¿Dejaría usted que su hijo de 9 años viajase solo en el metro de Nueva York? Seguro que a primera vista, esta propuesta le parece una insensatez. El metro, laberíntico, lleno de gente que se mueve en oleadas capaces de engullir a un chaval, con ruidos desorientadores, la posibilidad de caer a las vías... Eso sin contar el riesgo que supone dejar a un menor solo en el entorno hostil de una gran ciudad. Sin embargo, esto fue lo que hizo, en el año 2009, la periodista Lenore Skenazy. Su hijo Izzy le pidió que le dejara en un lugar donde no hubiera estado antes y que le permitiera encontrar por sí mismo el camino de vuelta a casa. Skenazy le dio un mapa del metro, 20 dólares para imprevistos y monedas para llamar por teléfono. 

La experiencia resultó un éxito y, en torno a ella, Lenore Skenazy escribió el libro Free Range Kids (Niños sin barreras) y fundó un blog del mismo nombre, en el que defiende sus teorías acerca de cómo educar de manera segura a niños con un elevado grado de independencia y confianza en sí mismos, sin volverse loco con las preocupaciones. En el blog, Skenazy insiste en que su propuesta no equivale a dejar a los niños hacer lo que quieran, o a desentenderse de su seguridad, pero insiste en mantener su idea de que "los niños hoy son más inteligentes y están más seguros de lo que la sociedad les hace creer". Por supuesto, la propuesta de Skenazy ha tenido también muchos detractores. Tras el experimento del metro, la periodista es conocida como "la peor madre de América", un título que ella misma reivindica en sus intervenciones televisivas y en sus entrevistas, como las que ha mantenido en su reciente visita a España.

Lenore Skenazy con su hijo
La propuesta del movimiento Free range kids abre una interesante reflexión sobre la infancia, la paternidad y, de manera más genérica, el modo en que percibimos nuestro entorno. Vivimos en un mundo de contrastes extremos. Los niños soldado, la prostitución infantil, el trabajo de menores en condiciones deplorables o las bodas de niñas con hombres que cuadruplican su edad son todavía lacras presentes en muchas sociedades y culturas. En el extremo opuesto, cabe preguntarse si el mundo occidental no sobreprotege en muchas ocasiones a los menores, hasta el punto que acciones normales como hacer la cama, preparar un bocadillo o hacer un pequeño recado en una tienda cercana al domicilio se van relegando cada vez más, retrasándose casi hasta la adolescencia.

En Galicia, como en aquellos entornos de marcada tradición agrícola, nuestros padres y abuelos recuerdan su participación temprana en las faenas del campo, levantarse a ordeñar o a llevar los animales al prado; incluso en el entorno urbano, jugar en la calle, hacer pequeños trayectos solo, ir al mercado, eran actividades relativamente frecuente para los niños hace treinta o cuarenta años, y se han vuelto cada vez más infrecuentes. Como padres, creemos que nuestros hijos pueden navegar solos y seguros por internet, pero los consideramos incapaces de cruzar un semáforo si no van de nuestra mano.



Lenore Skenazy sostiene que vivimos atenazados por el miedo a los crímenes, a los secuestros, a las catástrofes, a los gérmenes, a los accidentes caseros.... En su opinión, el énfasis de los medios de comunicación por las noticias negativas, por los titulares alarmistas, así como el gusto de películas y series de televisión por tramas truculentas, llenas de secuestradores, psicópatas y asesinos en serie, nos lleva a percibir la realidad como más amenazadora de lo que realmente es. Salvo en entornos muy deteriorados o en momentos concretos de guerra o disturbios sociales, los datos reales de secuestros, catástrofes o crímenes cometidos por psicópatas que manejan las fuerzas de seguridad, son siempre menores (afortunadamente) que los que pueblan la imaginación de escritores y guionistas.

Al margen de la filosofía que cada familia adopte a la hora de educar a sus hijo, con mayor margen de control o de autonomía para los menores, el mayor mérito del movimiento Free range kids consiste en su llamada de atención acerca de la necesidad de conocer de verdad el entorno inmediato que nos rodea, en lugar de construirlo con el material incompleto o ficticio que nos suministran los medios y los productos de entretenimiento. Esto vale también para los adultos, que año tras año, vemos como se nos anuncia una nueva epidemia aniquiladora que luego no llega a materializarse, o vemos como se nos alerta del riesgo que para nuestra salud entraña prácticamente todo lo que nos rodea. Como decía un humorista, es cierto que vivir perjudica seriamente la salud, pero en ocasiones el impulso de hábitos saludables amenaza con desembocar en una paranoia. Del mismo modo, la necesidad de proteger a nuestros hijos no debería llevarnos a encerrarlos en una burbuja de cristal o a privarlos, por su seguridad, de experiencias inolvidables como subir a un árbol o ir solos a comprar el pan.



7 de marzo de 2014

LA NECESIDAD DEL COLOR

Espacio infantil, Kalorias Health Club. Estudio Amatam
Las épocas de crisis generan un curioso efecto cromático, por el que la realidad parece despojarse poco a poco de sus colores más vivos, virando inexorablemente a una monocromía gris o gris plomo. Por suerte, en As Salgueiras vivimos rodeados de árboles y animales cuyos cambios de coloración, en hojas, flores, frutos y pelaje, se niegan a acomodarse a los caprichos del Dow Jones. Médicos y psicólogos han estudiado los beneficios de la cromoterapia, los efectos beneficiosos sobre la glándula pineal, la importancia de los colores en el tratamiento de la ansiedad o la depresión, o los tratamientos de luz azul contra la ictericia neonatal. Defender la biofilia implica defender la riqueza cromática del entorno natural que nos rodea.

Por eso en As Salgueiras seguimos atentos las propuestas de los diseñadores y arquitectos que incorporan la riqueza cromática como parte esencial de sus proyectos, para conseguir que la ciudad no se asemeje nunca más a los jardines de cemento que algunos juzgaron racionales en el pasado cercano. Esta semana hemos visitado la estupenda web del estudio AMATAM, con la satisfacción que siempre supone conocer las excelentes propuestas que nos llegan desde el vecino Portugal.
 
El proyecto incluía el color como elemento fundamental.
 
Manuela Tamborino y Joao Escaleira Amaral han hecho suya la máxima de Picasso que aseguraba que en la realidad se trabaja con pocos colores, lo que produce la ilusión de una gran policromía es saber "colocarlos en el lugar adecuado". Es lo que han hecho, por ejemplo, en la remodelación del espacio infantil del Health Club Kalorías, de Linda-a-Velha, Oeiras. Verdes, marrones, azules, gradaciones del naranja al rojo... la paleta "fauve" de Amatam destaca sobre un inteligente uso del blanco como paramento cortina entre lienzos de color, o como elemento dominante en unas estanterías que reclaman completarse con el mosaico de colores que componen siempre los lomos de los libros y juegos infantiles.

Espacio infantil, Kalorias Health Club. Estudio Amatam.

Junto con el uso del color como elemento definidor, la remodelación del espacio demuestra un conocimiento de la psicología infantil y un enorme grado de empatía con los más pequeños. Los vanos circulares (completos o truncados), el predominio de formas curvas, la fragmentación del espacio produce una sensación a la vez acogedora y onírica, como si los niños se adentrasen en un gran queso gruyere cuyos agujeros superiores parecen abrirse al cielo. Mesas y sillas, y hasta un pequeño anfiteatro en el que compartir lecturas o - ¿por qué no? - escenificarlas, completan un entorno pensado para leer, jugar y relacionarse, en el que el propio contenedor se convierte en un potente incentivador de la fantasía.
 
Estanterias en el espacio infantil del Kalorias Health Club. Estudio Amatam
 
En otros proyectos, Amatam conjuga la capacidad de juego con ideas racionalistas, como cuando recupera la idea de las formas de compás (las flores dentro de un círculo que todos hemos trazado en la clase de dibujo) para reelaborar la celosía externa de su proyecto para el paço de Várzea. Y hasta su proyecto de catalizadores urbanos, para regenerar las zonas de favelas de Río de Janeiro conjuga las posibilidades del racionalismo y la microarquitectura con unas pinceladas de color que humanizan la propuesta. Porque por dura que sea la realidad, siempre somos capaces de pintarla de colores. Y a veces, literalmente, pintarla de colores es el primer paso para mejorarla.