Cuando se tiene el íntimo convencimiento y, por tanto, la necesidad de que se ha de hacer algo para contribuir a la mejora de la pequeña parcela del mundo que se encuentra al alcance y de las condiciones de vida de algunas personas en ese ámbito, el mejor premio supone tener la posibilidad de realizar acciones con ese fin. Si se recibe un elogio, tras la sorpresa y la satisfacción la primera sensación es de que hay algo inmerecido, precisamente porque el elogio era por algo que se tenía necesidad de hacer. También se siente gratitud por que significa que lo que se ha venido haciendo ha merecido la atención de otras personas.
No queremos dejar de agradecer los amables comentarios que Lucía y Cristina tuvieron hacia As Salgueiras en la página de OCTO tras la visita que nos hicieron, los hemos recibido con cariño y por ello, modestamente, deseamos dejar constancia:
http://www.octo.es/articulos/rsc-vs-idi
Más importante para nosotros que el reconocimiento es, como dice Manu en su respuesta en el blog de OCTO, el conocimiento de lo que se hace, la atención como la que en este caso dedican. Como contesta Lucía, ojalá que no hubiera nadie a quien elogiar, pues labores como las que ellas describen serían habituales y porque eso significaría que todos actuamos con responsabilidad (así, en minúscula, en lo cotidiano, y sin adjetivos: ni empresarial ni corporativa, simplemente responsabilidad) y cada cual en su contexto hace lo que es necesario hacer.