17 de noviembre de 2010

El hombre de los pájaros

Por Manu Iglesias

Robert Stroud espera aislado en la prisión de Alcatraz el momento de ser ahorcado. Su destino en aquel peñón carcelario, que también alojó al mismísimo Al Capone, era más siniestro en contraste con lo que podía ver a través de su ventana. La cárcel está ubicada en una de las bahías más bellas del mundo, desde la que a diario zarpaban barcos hacia todas las latitudes del planeta. La reclusión de Stroud era más trágica cada vez que salía un barco de aquella bahía y contemplaba esa metáfora de la libertad.

Una de las películas que más me impactó en mi infancia fue El hombre de Alcatraz. Muy probablemente el film idealizó la vida del auténtico Robert Stroud, cuya singular estancia en la prisión de Alcatraz narra esta memorable película. Pero, aun con idealizaciones, el mensaje del film sigue siendo igualmente válido y lleno de significado hoy.

En su encierro, el aislamiento de Stroud era total. Las medidas penitenciarias impedían a los reclusos hablar entre ellos y cualquier forma de contacto. La incomunicación de Stroud fue casi absoluta durante años. Estas medidas causaron tantos desequilibrios psicológicos entre la población reclusa que, con el tiempo, los severos responsables de la cárcel se vieron obligados a no adoptarlas.

La película tiene un ritmo lento y monótono que introduce al espectador en un ambiente carcelario en el que los días y los años transcurren uno detrás de otro sin el menor suceso relevante. Retrata un infierno en vida que tiene por último destino la ejecución. Cualquier persona que tenga un mínimo de sensibilidad se sorprende de la capacidad del ser humano para soportar situaciones tan límites.

En una atmósfera tan opresiva, Stroud acogió un día a una cría de gorrión. Contra todo pronóstico, no se le puso ninguna objeción y, con el tiempo, se le permitió criar pájaros. Lo hizo con tanto entusiasmo que terminó siendo un erudito en la materia. Un nuevo juicio le libró de la horca, escribió una autobiografía de gran éxito y después un libro sobre cría de pájaros que todavía es apreciado por los aficionados.

Los pájaros de Stroud fueron el factor terapéutico que le permitió mantener el equilibrio psicológico. Si una prisión tiene por objeto rehabilitar a los presos, se me antoja que los pajarillos hicieron más en ese sentido por Stroud que los muros de aquel siniestro lugar.

Me pregunto cuantas personas sobrellevan una situación de alguna manera semejante a la de Stroud. Viven libres en apariencia, pero su vida transcurre monótonamente del trabajo a casa y de casa al trabajo, sometidas a una férrea rutina que las anula e insensibiliza. A muchas personas cuidar un canario les ayuda soportar su dura realidad y conectar con la vida. Los sucesos más sencillos de la vida animal se convierten en un espectáculo y, para quienes no pueden disfrutar de la risa de un hijo o el cariño de una familia, un pequeño animalito suple esa necesidad humana que se encuentra en lo más profundo de nuestro ser. Igual que una simple gallina puede evitar que un caballo se vuelva loco en la cuadra, los humanos precisamos de ese contacto con la vida para mantener nuestro equilibrio.

10 comentarios:

  1. Cuando vuelven las golondrinas, siento una íntima y serena alegría. Tengo la impresión de que el ciclo natural se ha cumplido un nuevo año.

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  2. No he visto la película, pero la historia es interesante. Un ser humano privado de libertad que se relaciona únicamente con pájaros, la especie animal que más asociamos con la libertad.

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  3. Alejandro:

    Interesante paradoja.


    Una de las interesantes escenas de la película es cuando se retrata la eclosión de un huevo. El esfuerzo del minúsculo pajarillo por romper el cascarón que le separa de la vida, se enfoca como un documental, con todo el dramatismo de una épica lucha, como una metáfora donde la cáscara del huevo, pueden ser los muros de la cárcel, o un tránsito de un estado que antes era embrionario y ahora todavía es vulnerable, pero es.

    Años después comprobé que el espectáculo que mas atraía a los niños en la Casa de las ciencias era ver nacer a los pollitos de la incubadora. Muchas veces los adultos nos disputamos ese espectáculo con los niños que pegan sus naricitas al metacrilato como si estuvieran hipnotizados.

    Recuerdo también cuando no podíamos tener mascotas en casa y como alternativa cuidábamos con esmero un grillo procurándole la hoja de lechuga más tierna y si no me falla la memoria, en aquella terrible historia de presidios y sufrimiento humano que relataba la historia de Papillón, su largos periodos de terrible aislamiento, le hacían disfrutar como un entomólogo de los insectos que visitaban su celda. Convirtiendo sus idas y venidas en el único espectáculo que le recordaba la vida.

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  4. Tengo que hacerme con la película.
    Cuando era pequeño tenía un loro que hacía prácticamente ineficaces los castigos de mis padres. Cuando me portaba mal, me mandaban a mi cuarto. Yo me llevaba el loro, y nadie se oponía porque así el pájaro dejaba de graznar. Pero yo me lo pasaba en grande con el pájaro. Era rojo y azul, y muy listo. Todavía recuerdo como se subía a mi hombro y saltaba de un lado a otro de la habitación jugando y picoteándolo todo. Podía estar largas horas castigado en mi cuarto. Me entretenía muchísimo aquel loro tan gracioso.

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  5. Alejandro:

    Lo que cuentas es otro ejemplo que se podía utilizar para difundir el concepto de biofília. Por desgracia ahora el loro azul, no es de plumas de verdad, solo es un bichito virtual que habita en la “play” sometido a los caprichos del niño, al que deja ser el rey del mando, sin que se entere de que de verdad es un esclavo.

    La industria de los videojuegos y la juguetera, han conseguido hacer ingenios cada día más sofisticados que superan aparentemente a las capacidades de tu loro. Hablan mejor que el, incluso tienen expresiones y protagonizan aventuras. Tú a solas con aquel animalito, desarrollabas tu imaginación, aprendías a establecer una alianza en secreto con tu amigo, para que nadie supiera que en vez de ser un castigo, aquello era una actividad placentera de juego y compañía. Por desgracia, los estudios que están realizando los psicólogos, nos dicen que los niños de hoy pueden identificar a cualquier personaje de los dibujos animados, pero no sabrían decir si tu loro, era un loro o una gallina.

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  6. Los antiguos griegos preferían la muerte al destierro (véase la muerte de Sócrates). El destierro significaba la exclusión de la polis, del ámbito en el que se desenvolvían como hombres libres. El encierro penitenciario en España tiene una finalidad más rehabilitadora que punitiva. Pero no en EE. UU. o en Japón, cuyas leyes penales de encierro tienen un carácter eminentemente punitivo (al igual que la pena capital). La reclusión total, la celda de castigo, busca romper todos los anclajes que tenga o haya tenido el interno tanto en el exterior como en el interior del centro penitenciario. Es una pena muy dura y puede despojarte de toda la humanidad que te quede. Seas culpable o no, el aislamiento total, el prolongado monólogo interior y la pérdida de referencias termina siendo algo enloquecedor. Es muy llamativo que unos animales puedan llegar a romper los barrotes de nuestra mente y, de alguna forma, reducir o anular la conflictividad interior que genera la reclusión total.

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  7. Versión poética del tema encierro-pájaros:

    Romance del prisionero

    Que por mayo era, por mayo,
    cuando hace la calor,
    cuando los trigos encañan
    y están los campos en flor,
    cuando canta la calandria
    y responde el ruiseñor,
    cuando los enamorados
    van a servir al amor;
    sino yo, triste, cuitado,
    que vivo en esta prisión;
    que ni sé cuándo es de día
    ni cuándo las noches son,
    sino por una avecilla
    que me cantaba al albor.
    Matómela un ballestero;
    déle Dios mal galardón.

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  8. El hundimiento y reconstrucción de una persona en prisión, está ejemplarizado en el Edmond Dantes de Dumas y Auguste Maquet (el principal de sus "colaboradores" literarios, que escribió el argumento y datos históricos del Conde de Montecristo y Los Tres Mosqueteros); Dantes, encarcelado injustamente en la presión de If, una isla frente a Marsella, salió de la desesperación gracias a no sentirse sólo teniendo en la celda contigua al abad Faria y el contacto con él le devolvió la esperanza. Esa necesidad del compañeros, sea otro humano o un animal, como los pájaros de Burt Lancaster en la película es necesaria para nuestros equilibrio psicológico, igual que lo es el contacto con la naturaleza en general. Y más si nos sentimos rsponsables de su bienestar.
    Eso me recuerda la historia del caballo y el perro en As Salgueiras.

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  9. Muchas gracias Silvia, Alejandro, Ocam, Miguel y Francísco

    Se mencionó el destierro y ello me hace recordar una de las observaciones de Monti Roberts que le dieron pié a desarrollar sus técnicas de doma natural. Durante su juventud, se dedicó a observar las manadas de caballos mustangs que pastaban libremente. Pasó largas temporadas siguiendo los pasos de las grandes manadas dirigidas por la hembra alfa. El comportamiento del macho dominante parecía estar enfocado solamente a disputar el liderazgo a otros machos o defender de los depredadoras a la manada. La hembra alfa, era la encargada de conducir los pasos de la manada hacia las tierras con buena hierba o con manantiales de agua. El macho alfa que aparentemente es el verdadero líder, en realidad seguía como el resto de la mandad el camino que iniciaba la vieja hembra alfa y lo hacía cerrando la manada.

    Una de las circunstancias que más le extrañó y después utilizó en sus técnicas era que la hembra utilizaba un sistema para imponer un orden que llegaba a suponer incluso una cultura en cada manada. Cuando por ejemplo un potro travieso no dejaba de incordiar a algún otro miembro de la manada, hembra alfa lo reprendía con su lenguaje corporal. (moviendo la cabeza arriba y abajo, mientras baja las orejas simbolizando enfado)
    Si el potro rebelde, no respondía a las señales de desagrado de la vieja hembra, usaba el castigo definitivo: Simplemente lo echaba de la mandad. En ese momento el individuo indisciplinado se volvía loco, sigue a distancia la manada e intentaba por todos los medios volver a ella, pero es rechazado sistemáticamente. Su lenguaje corporal indica en ese momento sumisión, implora el perdón y solo cuando la hembra alfa considera que es suficiente el castigo lo deja reintegrarse a la manada.

    El potro indisciplinado sabe que la manada garantiza su seguridad y supervivencia y que solo peligra su propia vida por eso el rechazo, es el peor castigo.

    Roberts, se mete en el rondo con un potro cerril, durante un tiempo prepara el proceso que el llama la Unión. Es algo así como integrarlo en la manada, finalmente para garantizar su sumisión, le indica que el no quiere hacerle daño, que es alguien fiable y que si no quiere interactuar con el, sufrirá el rechazo. Con esta técnica, sin generar sufrimiento físico alguno al potro, puede montarlo en quince minutos.

    Algunos han pensado que había un truco en el asunto, incluso ha sido retarlo en sus primeras actuaciones a hacerlo con potros indomables y siempre le ha funcionado. Gracias a este método tan sencillo, ahora es el padre de la doma natural y una persona muy respetada en todo el mundo

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  10. Es verdaderamente asombroso lo del potro díscolo y la manada. Sé que los humanos somos animales, pero no tenía ni idea de lo "humanos", por su sensatez, que pueden llegar a ser los caballos.

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