Ahora que los rodajes cinematográficos la han puesto de moda como destino turístico, es un buen momento para conocer algo más de Nueva Zelanda, por ejemplo, su interesante escuela de urbanismo y arquitectura sostenible. Estos días nos ha llamado la atención una guardería en Kawakawa (una pequeña ciudad en la isla norte del país) que hemos descubierto a través de Green Magazine, la publicación de referencia sobre el tema en Australia. Aunando las fórmulas tradicionales de las construcciones maoríes, los últimos avances en cubiertas orgánicas, soluciones de atirantamiento de ingeniería y el uso de paneles solares, se ha conseguido un edificio perfectamente mimetizado con el entorno que se convierte en parte integral del paisaje. De hecho, desde uno de los accesos por carretera, el visitante que accede por primera vez no ve ninguna construcción, sino que le parece avanzar hacia una colina.
El centro de Kawakawa es uno de los seis edificios integrados en el proyecto "Six Green Stars" que promueve la defensa del medioambiente desde el conocimiento y la conservación de las costumbres tribales. Así, la planta del edificio recuerda la forma de un útero, y su única entrada evoca el corte de una cesárea ya que, desde hace 600 años, este es el modo en que los bebés de la tribu Ngati Hine vienen al mundo. El interior de la guardería-escuela, con materiales modulares, se organiza recordando las "cajas del tesoro", los lugares en que se guardaban las reliquias y posesiones más importantes en las construcciones tradicionales.
Como hemos comentado otras veces en otras entradas, los promotores de esta iniciativa también comparten la idea de que la mejor manera de implicar a las nuevas generaciones en el respeto a la biodiversidad o la defensa del medio ambiente, pasa por actualizar y poner en valor la rica herencia cultural de su propia comunidad. Y como demuestran las tendencias de pensamiento "glocal" (apostar por lo propio como valor de intercambio en un mundo globalizado) lo más diferenciado es, muchas veces, lo que más nos acerca a los demás. Este edificio de herencia maorí hubiera hecho las delicias de Tolkien, y sin duda cualquiera de sus millones de lectores en todo el mundo, al contemplarlo, evocará el famoso principio de "El hobbit": "en un agujero en el suelo vivía un hobbit".
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