25 de septiembre de 2015

EL JARDÍN COMO CENTRO DE SALUD


Desde que Edward O. Wilson acuñase el término en 1984, la teoría de la biofilia no ha dejado de estar presente en el debate sobre la evolución, la biodiversidad, la educación o las teorías de la salud. De modo sintético, Wilson sostiene que el contacto estrecho del ser humano con el resto de seres vivos, animales y plantas, durante el proceso de hominización, creó una necesidad emocional profunda y congénita de mantener dicho contacto. Y que mantener ese contacto, que el mundo contemporáneo a veces descuida, es tan importante como establecer lazos sociales satisfactorios con otras personas. Esta tesis, que algunos desdeñaron como si se tratase solo de una visión poética del mundo o una teoría más del entorno "new age" de los 80, no ha dejado de ganar refrendo médico. Estudios del Journal of Epidemiology and Community Health demuestran que las personas que viven cerca de una zona verde tienen menos problemas de salud (diabetes, asma. migrañas, enfermedades cardíacas). Según Wilson, la separación de la naturaleza empobrece psicológica y físicamente al hombre.


Siguiendo estas teorías, la diseñadora de paisajes Shelley Sparks promueve el uso de jardines como elementos centrales en distintas terapias de recuperación y defiende la práctica de la jardinería como una alternativa al gimnasio para quienes prefieran un ejercicio sostenible y menos agresivo. Sparks trabajó como asistente social y quedó impresionada por el caso de una mujer, afectada por dos derrames, que se decidió a salir de su cama, literalmente arrastrándose, para limpiar el pequeño terreno adyacente a su casa que veía desde la ventana. Con ayuda de su nieto plantó un jardín y el proceso de ejercicio y de bienestar psicológico fue clave en su recuperación, que sorprendió al equipo médico que la trataba. Cuando decidió trasladar los conocimientos adquiridos como asistente social al diseño de paísajes, Sparks pudo comprobar los beneficios de la jardinería como terapia para recuperar a veteranos de guerra con adicciones o síndrome de stress. En el Centro de Quemados de Oregon, diseñan circuitos con distintos  plantas y desniveles para que los pacientes recuperen poco a poco el equilibrio, el sentido del tacto...


Sparks sostiene además que la jardinería es una forma viable de ejercicio físico, que 45 minutos de jardinería pueden quemar tantas calorías como media hora de ejercicio aeróbico. Dependiendo de la intensidad, una hora de jardinería puede llegar a consumir 300 calorías, por lo que el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos lo cataloga como ejercicio cardiovascular moderado. Ligando las modernas tesis de Wilson con la sabiduría de los clásicos, parece que el  ideal de mens sana in corpore sano puede alcanzarse "entrenando" en el jardín de manera regular.

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