El abuelo Tino tiene unas gallinas paisanas que viven como unas reinas picoteándolo todo debajo de los manzanos. Ponen unos huevos de excelente calidad, pero no sólo es su calidad lo que les otorga valor. Desde que se hizo con esas gallinas, el abuelo se dedica muy solícito al cuidado y alimentación de las aves. Las gallinas le conocen y corren detrás de él cuando ven que les prepara una verdura o los restos de arroz que han sobrado de la comida. Nunca olvida llevar a sus gallinas arenas de concha o espinas machacadas, pues dice que son lo mejor para que tengan una buena digestión. El abuelo Tino ha llegado a apreciar tanto a sus hermosas gallinas que, cuando la gente le aconseja que las mate para hacer un caldo, porque son viejas y han dejado de poner, él contesta: "Yo también soy viejo, y no quisiera que nadie me matara por serlo".
Aunque los huevos son un trofeo a su esmerada dedicación, todo indica que el abuelo no busca rentabilidad en su producción. Los que recolecta en una semana no pagarían ni la gasolina que gasta cuando se desplaza a la finca que tiene a las afueras de la ciudad para atender a sus gallinas. Desde un punto de vista económico, esos huevos serían los más caros del mundo. ¿Por qué el abuelo Tino atiende entonces tan laboriosamente a sus gallinas? Porque es feliz cuidándolas. Y los huevos que todos alabamos le hacen sentirse bien. Él hace posible que sus gallinas pongan tan magníficos huevos, y en ellos percibe su propia valía y la de sus gallinas. Se desvela tanto en sus cuidados que pensando en ellas no se acuerda de sus achaques.
Cuando las gallinas le ven llegar, corren detrás de él, se dejan coger y, en sus enormes manos curtidas por el trabajo, se vuelven tiernas mientras él las acaricia y les habla. Las conoce a todas por su nombre y le encanta mostrar cómo acuden de inmediato a su llamada, como si les fuera la vida en ello. Viendo esa escena, nos preguntamos cuántas pastillas y visitas al médico se ahorra el abuelo: no tiene tiempo ni ganas de estar en salas de espera de consultorios médicos; está ocupado en la producción de los huevos de tan felices gallinas. Le resultan muy aburridas las conversaciones sobre la salud que suelen tener las personas de su edad. Así pues, parece que al abuelo Tino le salen muy caros los huevos, pero se ahorra un buen dinero en consultas y medicamentos. Son unos huevos muy terapéuticos.
Si el abuelo ese fuera a dar paseos por un centro comercial, seguro que se dejaría más pasta. Gastaría gasolina y dinero en el parking. Y se sometería a tal sobrecarga de estímulos publicitarios que terminaría agotado sin saber por qué. Y eso si no se convierte en un comprador compulsivo, en cuyo caso se iría cortando poco a poco las venas con la tarjeta de crédito. Es mejor mucho mejor cuidar gallinas que hacer lo que hace la mayoría para llenar su ocio.
ResponderEliminarÉsas sí que son las gallinas de los huevos de oro; se entiende que el abuelo Tino no quiera hacerlas caldo.
ResponderEliminarCreo que lo que Manu intenta decir, está reflejado en los estudios que apuntan cómo la relación con otras especies animales y vegetales, produce en los humanos sensaciones placenteras que cuidan de nuestra salud. Podemos llamarle Biofilia (si queremos darle un sentido más científico) o ecología saludable. Pero nadie ha caído aún, o eso creo, que cuando se los come le aportan más sensación de salud que cuando cualquiera de nosotros se come un huevo cualquiera, aunque sea "de casa". Eso también está demostrado científicamente. Qué curioso eh!!
ResponderEliminarLos cuidados a un animal permiten recibir su afecto, los animales crean vinculos emocionales con sus cuidadores través de un lenguaje no verbal, que resulta placentero y curativo. Pido a Manu que un dia nos cuente en As Salgueiras el caso de los dos ancianos y sus periquitos.
ResponderEliminar¡Cómo me recuerdal a relación de este hombre con sus gallinas, "Un día en la vida de Ivan Denisovich" (Solzhenitzin) o "El sentido de la
ResponderEliminarvida" de Viktor Frankl... Un canje de tiempo de vida por una actividad plena en su sencillez.
Un hombre que ya habrá aprendido a responder a la pregunta tópica "¿Cómo te va?" - Normal, amigo, normal...
a muchas personas les ocurre que ocupándose de los problemas de los demás, no piensan en los suyos y gracias a ello viven mas.
ResponderEliminaryo creo que muchas personas como este señor, montan cosas como organizaciones y actividades que teóricamente tienen un fin, pero el verdadero objetivo es reunir a la gente, compartir la existencia tranquila como echar una partida de cartas o organizar un paseo por la ruta del colesterol. es cierto que una higiénica caminata es buena para la salud, pero a ello hay que sumar la compañía y el conforto de compartir la vida con los amigos.