Hace algunas semanas os comentamos en este blog los resultados de estudios recientes que cuestionan el modo en que se están introduciendo las nuevas tecnologías en las escuelas. Según los primeros resultados, los niños que estudian con lápiz y papel, tomando notas y subrayando los libros, obtienen mejores resultados que aquellos que emplean una tablet en el aula. Esta tesis de que sistemas tradicionales como el subrayado o la toma de apuntes permiten aprehender mejor los conocimientos viene refrendada por buena parte de los ejecutivos de las principales empresas de Silicon Valley, muchos de los cuales envían a sus hijos a una pequeña escuela Waldorf, de tan solo 9 aulas, en la que no hay tablets, ni siquiera conexión wifi.
Tizas y reglas tradicionales en la escuela Waldorf de Silicon Valley |
Las escuelas Waldorf fueron fundadas en 1919 en Alemania por el pensador Rudolf Steiner, que deseaba diseñar un sistema educativo que atendiese a las necesidades de mente, cuerpo y espíritu. Refrendado por la Unesco, el sistema pedagógico se basa en el reconocimiento de tres grandes etapas formativas en la infancia: de los 0 a los 7 años, de los 7 a los 14 y de los 14 a los 18. Su sistema educativo recuerda los principios de la mayéutica de los filósofos griegos (ayudar a florecer la sabiduría y las potencialidades que ya posee el ser humano). Además priman el contacto con la naturaleza y la enseñanza de las Artes como complemento de la formación en asignaturas como ciencia, matemáticas o lengua.
Clase de punto en una escuela Waldorf |
Con respecto a las nuevas tecnologías, los responsables de este tipo de escuelas consideran que no tiene sentido introducirlas en la etapa formativa temprana. Los cambios en el entorno social y en las demandas del mercado laboral no alteran el ritmo de desarrollo físico y mental de los niños. Los niños siguen creciendo a su propio ritmo, por ello es importante, dicen, mantener el foco en el individuo, para que su formación no quede en segundo plano por las prisas por atender "el ruido" que genera un entorno cambiante. Los centros Waldorf fomentan el sentido de maravilla y de descubrimiento del mundo. E invitan a los niños a vivir experiencias como encuadernar sus propios libros de texto o coser un calcetín. "Si puedes coser tu ropa o tocar un instrumento, te sientes capaz de todo, de construir un cohete", afirma Peter Nitze, alumno del centro e ingeniero.
Del mismo modo, estos centros reservan un hueco en su programación para el juego libre. "Cuando los niños juegan y se mueven libremente en actividades decididas por ellos mismos de un modo responsable, experimentan oportunidades de aprendizaje que no se pueden reproducir de otro modo y para las que no hay sustitutos", asegura Judit Falk. Con respecto a la tecnología, la filosofía de estas escuelas se podría resumir con la expresión tradicional "cada cosa a su tiempo". Porque como parecen entender bien los directivos de Silicon Valley, el futuro solo se puede construir si sabemos conservar todo lo que de valioso nos aporta el pasado.
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