Hace ya algunos años, las autoridades
sanitarias españolas lanzaron la campaña “Quien mueve las piernas, mueve el
corazón”, para difundir los beneficios del ejercicio físico a la hora de
prevenir las enfermedades cardiovasculares. Lo cierto es que, a pesar de
campañas similares y del incremento de la práctica deportiva entre jóvenes y
adultos, el sedentarismo y su correlato, la obesidad, se ha convertido en
España, como en el conjunto del mundo desarrollado, en el primer problema
sociosanitario. Aproximadamente la mitad de la población española sufre algún
problema de obesidad o sobrepeso, según la opinión de los expertos que
participaron en el curso Obesidad y Sedentarismo, organizado por la UIMP en A Coruña. En Estados
Unidos, donde el gasto sanitario relacionado con el sedentarismo se cifra en
unos 100.000 millones de dólares, la obesidad está empezando a considerarse
como una epidemia contra la que se ha acuñado un lema contundente: “sitting is
the new smoking”, o sea, que permanecer sentado resulta tan perjudicial para el
organismo como fumar.
La lucha contra la obesidad se desarrolla en
varios frentes. Como en toda la medicina moderna, una de las líneas de trabajo
se centra en los estudios genéticos de los factores que predisponen al
sobrepeso. Además, es importante modificar hábitos alimentarios erróneos. En
este sentido, organizaciones como la
OMS están impulsando campañas para reducir el consumo de
alimentos precocinados, para difundir las bondades de dietas tradicionales como
la mediterránea y para evitar el exceso de consumo de bebidas y zumos
azucarados, especialmente entre niños y adolescentes.
Pero es indudable la relación de los cambios
de estilo de vida con el incremento de los problemas de sobrepeso. La revista
Circulation publicaba recientemente un estudio que relacionaba la caída de
actividad física media registrada a lo largo del siglo XX con el incremento del
sobrepeso, sobre todo en las naciones económicamente más desarrolladas. Thomas
Frieden, director del Centro de prevención y control de enfermedades de Estados
Unidos, considera que caminar al menos dos horas y media a la semana puede ser
un primer paso efectivo para luchar contra la obesidad, pero que resulta
imprescindible que este ejercicio se incorpore a las rutinas diarias de la
población. Para Frieden, la gente activa goza no solo de mejor salud física
sino también mental, y considera el ejercicio como una auténtica “droga
milagrosa”, la piedra filosofal del desarrollo humano. Además, considera
importante que se formulen programas de
información a los ciudadanos acerca de los parques y equipamientos deportivos
que tienen a su disposición en su entorno más inmediato, ya que en ocasiones,
la falta de información se convierte en un freno para la actividad física.
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