Esta semana, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha dado a conocer en su boletín anual que la concentración de gases de efecto invernadero registró un nuevo máximo en el año 2013. El dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O) son los principales contaminantes de la atmósfera y los océanos, unos ecosistemas que cada vez absorben un mayor porcentaje de estos gases, lo que provoca su acidificación. A pesar de los llamamientos de alarma lanzados por la OMM y otras entidades, lo cierto es que en los últimos años, la preocupación por la recuperación de la economía ha llevado a parte de la opinión pública a considerar la lucha contra el cambio climático como un tema secundario. Como un supuesto lujo que podíamos permitirnos cuando éramos "ricos" pero al que debemos renunciar ahora que somos "pobres" para invertir los recursos de manera más productiva.
El error de presentar los programas medioambientales y el desarrollo económico como realidades antagónicas no es nuevo, y resurge periódicamente a pesar de las evidencias que demuestran lo contrario. Un buen ejemplo es la reciente evolución de California, el estado norteamericano que ha convertido su apuesta por las energías renovables y los programas de preservación de la naturaleza en el motor de su desarrollo económico, después de décadas de crisis y endeudamiento. Con un parque de 100.000 vehículos eléctricos, California estima que en el 2020 obtendrá un 33% de sus necesidades energéticas totales de energías renovables. California atrae hoy el 50% de las inversiones en energía verde de EEUU y su economía crece por encima de la media del país.
El modelo ambiental de California ha sido debatido estos días en el simposio "La negociación global sobre el clima: lecciones desde California", que ha destacado la cooperación entre políticos de distinto signo (republicanos y demócratas), la continuidad de los programas a pesar de la alternancia en el gobierno y la necesidad de incluir la preocupación por el medio en el sistema educativo. Ahora que empieza el curso escolar, puede ser un buen momento para conocer el EEI (siglas de Education and Environment Initiative) el modelo de curriculum escolar californiano que introduce unidades docentes relacionadas con el medioambiente en el estudio de la ciencia y la historia. En lugar de añadir más contenidos o carga lectiva a las clases, el EEI propone una fórmula de sustitución, esto es, sus 85 unidades (desde la guardería hasta los 12 años) están pensadas para sustituir a algunas de las ya existentes en los programas de historia, ciencias naturales o ciencias sociales, enriqueciéndolas desde una perspectiva ambiental. Entre los temas se incluyen los modelos de gestión de recursos de las tribus indias, el conocimiento de la fauna y los paisajes de California, los modelos de producción agrícola sostenibles o el ciclo del agua. Porque para frenar los malos humos, la mejor receta sigue siendo la buena educación.
El error de presentar los programas medioambientales y el desarrollo económico como realidades antagónicas no es nuevo, y resurge periódicamente a pesar de las evidencias que demuestran lo contrario. Un buen ejemplo es la reciente evolución de California, el estado norteamericano que ha convertido su apuesta por las energías renovables y los programas de preservación de la naturaleza en el motor de su desarrollo económico, después de décadas de crisis y endeudamiento. Con un parque de 100.000 vehículos eléctricos, California estima que en el 2020 obtendrá un 33% de sus necesidades energéticas totales de energías renovables. California atrae hoy el 50% de las inversiones en energía verde de EEUU y su economía crece por encima de la media del país.
El modelo ambiental de California ha sido debatido estos días en el simposio "La negociación global sobre el clima: lecciones desde California", que ha destacado la cooperación entre políticos de distinto signo (republicanos y demócratas), la continuidad de los programas a pesar de la alternancia en el gobierno y la necesidad de incluir la preocupación por el medio en el sistema educativo. Ahora que empieza el curso escolar, puede ser un buen momento para conocer el EEI (siglas de Education and Environment Initiative) el modelo de curriculum escolar californiano que introduce unidades docentes relacionadas con el medioambiente en el estudio de la ciencia y la historia. En lugar de añadir más contenidos o carga lectiva a las clases, el EEI propone una fórmula de sustitución, esto es, sus 85 unidades (desde la guardería hasta los 12 años) están pensadas para sustituir a algunas de las ya existentes en los programas de historia, ciencias naturales o ciencias sociales, enriqueciéndolas desde una perspectiva ambiental. Entre los temas se incluyen los modelos de gestión de recursos de las tribus indias, el conocimiento de la fauna y los paisajes de California, los modelos de producción agrícola sostenibles o el ciclo del agua. Porque para frenar los malos humos, la mejor receta sigue siendo la buena educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario en As Salgueiras