Cada cierto tiempo, escritores, cineastas, pintores y, en general,
todos aquellos que desarrollan un trabajo creativo, expresan su deseo de
“volver a las raíces”. Con esta frase de sentido figurado se alude a la necesidad
de abandonar lo hecho en los últimos años para renovarse, para simplificar, para
recuperar los motivos originales que llevaron al creador a desarrollar su
trabajo en primer lugar o restaurar la relación con una tradición anterior de
la que el artista se considera heredero y de la que, temporalmente, se ha
desviado. Sin embargo, y si lo que deseamos es renovar nuestra capacidad
creativa, la frase puede tener un sentido casi literal. Volver a las raíces, sentarnos
bajo un árbol, pasear al borde del mar, esto es, restaurar el contacto con la
naturaleza que hemos perdido como urbanitas del siglo XXI, se traduce en
mejoras no sólo en nuestra salud sino en nuestro rendimiento laboral, nuestra
creatividad y la capacidad para restaurar nuestro equilibrio mental.
Esta es al menos la tesis defendida por el profesor y periodista
Richard Louv, autor del best seller “Last child in the woods”, que ha formulado
la teoría del “síndrome del déficit de Naturaleza”. Louv considera que factores
como la generalización de los modos de vida urbanos o la cultura del miedo
generalizado, que hace que los padres consideren poco seguro que sus hijos
jueguen al aire libre, están alejando a las nuevas generaciones de los entorno
naturales. En clave americana, Louv señala que los niños están perdiendo
experiencias como la de jugar en una casa en un árbol, algo que podríamos
adoptar a nuestro entorno con la pérdida de las visitas a la aldea de los
mayores y la colaboración ocasional de los pequeños urbanitas en tareas
agrarias y cuidar o dar de comer a vacas o gallinas. Louv cita un estudio de la
universidad de Kansas que evalúa los beneficios cognitivos derivados de un
ejercicio tan sencillo como una excursión con mochila durante tres días. Los
jóvenes que participaron en la actividad mostraron más creatividad y mejores
habilidades cognitivas. Del mismo modo, los pacientes de hospital que pueden
ver desde sus habitaciones un paisaje natural se curan antes que aquellos que
no tienen dichas vistas.
Louv considera que el contacto con la naturaleza
debería considerarse uno de los derechos humanos y cita como fecha importante
el año 2008, en el que oficialmente la mayoría de la población del planeta pasó
a vivir en entorno urbanos en lugar de rurales. Louv considera que es
imprescindible diseñar un nuevo modelo de ciudad que incorpore los criterios de
la biofilia. La naturaleza no puede reducirse a un parque que se visita una
hora a la semana, sino que debe incorporarse a nuestra vida, nuestro trabajo,
nuestras barriadas o nuestros edificios. Restaurar la vegetación autóctona
puede ser otra herramienta importante, para recuperar la población de insectos
o restaurar las rutas tradicionales de las aves migratorias. Además, considera
que el sistema educativo debería incrementar el número de excursiones y salidas
al campo, no como una distracción o un descanso del programa curricular, sino
como parte fundamental del mismo.
Richard Louv (1949) ha ejercido el periodismo durante casi 25 años en San Diego. Actualmente es más conocido como autor de diferentes libros que analizan la importancia de la conexión con la naturaleza en aspectos como el desarrollo cognitivo, la salud o la creatividad. Puedes conocer mejor su trabajo en el siguiente enlace con su sitio web: Richard Louv
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