Desde As Salgueiras seguimos con interés estudios y publicaciones relacionadas con el mundo de la infancia o la preadolescencia, como un modo de enriquecer nuestro trabajo e incorporar diferentes puntos de vista. Estos últimos meses hemos vivido la polémica en torno a los resultados del informe Pisa, que una vez más alerta de las deficiencias del sistema educativo español. En un estudio de Save the Children del año 2012, España ocupaba, tras Japón, el segundo puesto en la lista de mejores países para ser niño, por delante de Alemania, Italia, Francia, Canadá o Suiza. Como Save the Children valora tres factores en su estudio, salud, educación y nutrición, la diferencia entre este resultado y el puesto 25 al que caen los jóvenes españoles de 15 años en el informe Pisa resulta cuando menos llamativo. En el índice 2014 de Youthful Cities,
que analiza las mejores ciudades para vivir si tienes entre 15 y 30
años, Toronto, Berlin y Nueva York ocuparon los tres primeros
puestos de un ranking que tiene en cuenta la situación
económica, el acceso a la cultura y la educación, los proyectos para la reducción de
impacto ambiental o la calidad de los espacios públicos. Será interesante conocer el puesto que ocupa Madrid, que será evaluada en el informe del 2015.
Vista de una de las varias islas de Toronto |
En todo caso, diseñar un estudio para evaluar un campo concreto de actividad o conocimiento supone un excelente ejercicio de racionalización. Decidir qué parámetros valoramos, y cómo los combinamos y ponderamos, nos obliga a reflexionar sobre los aspectos verdaderamente relevantes de nuestro trabajo. En ocasiones descubrimos que elementos que consideramos pilares fundamentales de la filosofía de nuestro trabajo carecen luego de un seguimiento, de un instrumento que mida su puesta en práctica en el trabajo final y el efecto en sus usuarios.
Como en todos las cuestiones relacionadas con la infancia, los módulos de juego y los parques infantiles son analizados continuamente desde el punto de vista de la seguridad de sus elementos. También se ha incorporado instrumentos de certificación ecológica (la procedencia sostenible de las maderas o la huella de impacto hídrico son algunos de los elementos que guían el trabajo de nuestros comnpañeros de Galopín).
A veces las deficiencias son, por desgracia, evidentes. |
Pero sin negar la importancia fundamental de la seguridad y la sostenibilidad, en la evaluación de parques y juegos se echa en falta una valoración pedagógica más profunda y sistematizada. El juego es diversión, pero también desarrollo y formación. Cuando decimos que un juego se adapta a una edad no se está pensando solo en la talla física de los niños, sino en el modo en que se incardina en el proceso formativo, lo consolida y ayuda a llevarlo a un nuevo nivel. En este sentido, avanzar en criterios de evaluación pedagógica desarrollados por expertos parece una herramienta fundamental para avanzar en la mejora del diseño de juegos y parques. Analizando qué elementos favorecen el juego libre, el desarrollo de la cooperación, la asunción de autonomía y criterios semejantes, podremos diseñar mejores juegos y, sobre todo, mejorar en la combinación de elementos y módulos para crear parques más completos.
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