Las ciudades constituyen el espacio vivencial de la inmensa mayoría de la
población mundial. Es en las ciudades donde residimos, vamos a la escuela, al
trabajo, y disfrutamos de gran parte de nuestro tiempo de ocio.
Numerosos estudios demuestran que los espacios verdes urbanos de uso
público contribuyen a la promoción de la salud y al bienestar de los
ciudadanos, existiendo una relación positiva entre el uso de estos espacios y
el bienestar físico y emocional de las personas.
Las visitas más frecuentes y prolongadas a los espacios verdes urbanos,
influyen en la reducción de las condiciones de estrés a las que se encuentran
sometidos los ciudadanos. Tales efectos sobre la salud, requieren, no obstante,
que los espacios verdes sean de calidad y accesibles, así como una parte
integrante del entorno cotidiano de la gente, es decir, que se localicen cerca
de sus residencias y lugares de trabajo (los llamados espacios verdes de proximidad).
Una distancia entre la residencia y el espacio verde superior a 300 metros
es suficiente para reducir el número de visitas diarias, el tiempo de las
visitas y, en consecuencia, aumentar las probabilidades de estrés. Si la
distancia es de 1.000 metros, la visita, probablemente, se pospondrá hasta el fin
de semana, reduciéndose, por tanto, los efectos beneficiosos a los que los
espacios verdes contribuyen.
Las características básicas de los espacios verdes en los cuales las
personas disfrutan y se sienten cómodas están estrechamente relacionadas con factores
como su localización, dimensión, mantenimiento, señalización, equipamientos, tranquilidad,
y diversidad biológica de los mismos.
Una gran ventaja de estos espacios es que sus efectos sobre la promoción de
la salud son democráticos, es decir, sus efectos son similares en todas las
edades y sexos y en todos los estratos socioeconómicos. Por otra parte,
condiciones precarias de habitabilidad en las ciudades también pueden ser
compensadas por los espacios verdes urbanos, favoreciendo la convivencia entre
diversos grupos sociales, y fomentando el sentimiento cívico de pertenencia e
identificación con el lugar (barrio, ciudad, etc.).
A pesar del reconocimiento de las funciones benéficas asociadas a la
presencia de los espacios verdes en las ciudades (lugares de esparcimiento y
recreo propicios para las relaciones sociales, el contacto con la naturaleza,
la realización de ejercicio físico, contribuyendo también para la disminución
de la contaminación acústica, visual, del aire, etc.), la mejora e implementación
de nuevos espacios verdes urbanos están expuestos a numerosas trabas y
obstáculos (excesiva densificación de la malla urbana, ausencia previa de
planificación, especulación inmobiliaria, etc.).
La salud pública es un recurso esencial para el desarrollo sostenible. Una
buena planificación de los espacios verdes urbanos acorde con las necesidades
reales de la población y el posterior mantenimiento de estos espacios pueden
suponer un aumento considerable de la calidad de vida de la ciudadanía, así como
de la percepción positiva que se tiene del lugar. Esta perspectiva debe ser una
herramienta esencial para los decisores políticos y profesionales del diseño
urbano.
Pablo Peón
Arquitecto Paisagista
Portugal
Portugal
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ResponderEliminarHace cinco años que fue publicado este artículo sobre la importancia de la planificación de los espacios verdes urbanos en la calidad de vida de las personas.
ResponderEliminarLas fotografías que acompañan el texto las capté en el año 2012 en el parque urbano de Tempelhof que hasta 2008 fue uno de los aeropuertos más importantes de Berlín.
El simbolismo que estas imágenes representan no podrían estar más acertadas sobre el cambio de paradigma que nuestra sociedad necesita.