26 de febrero de 2016

COMUNIDAD, PARTICIPACION Y DISEÑO

En los últimos meses, podemos comprobar como agendas políticas, tertulias y análisis sociológicos coinciden en reclamar un incremento de la participación ciudadana en los procesos de gestión y toma de decisiones de "la cosa pública". Existe un cierto consenso acerca de la necesidad de contar de modo permanente con las opiniones, con el concurso de la sociedad civil, como un modo de generar mejores modos de convivencia. En As Salgueiras siempre hemos seguido con interés las iniciativas comunitarias y vecinales de autogestión, relacionadas por ejemplo con la recuperación de espacios degradados y la puesta en valor de patrimonio cultural o etnográfico. Y esta filosofía se traslada también al trabajo de diseño de espacios públicos de nuestros compañeros de Galopín.

Por eso compartimos la filosofía de Susan G. Solomon, doctora en Historia de la Arquitectura, consultora de la firma de diseño de espacios Curatorial Resources & Research y autora del libro "The science of play". Solomon considera que el diseño de espacios de juego debe contar siempre con la opinión de los vecinos, de los padres y, también, de los niños, los destinatarios finales de los juegos; esa parte de la población por la que siempre nos preocupamos pero a la que no siempre escuchamos con la atención que deberíamos.


Como consultora y planificadora, Solomon plantea una serie de preguntas a formular a los menores, que nos recuerdan, en cierto sentido, las sensaciones de aventura asociada al descubrimiento de libros como "Tom Sawyer". A su juicio, deberíamos preguntar a los menores por el sitio más alto al que han subido, el sitio en el que les ha dado más miedo estar, dónde les gusta jugar con sus amigos, qué juegos inventan, dónde les gusta jugar solos o qué cosas hacen que sus padres preferirían que no hiciesen. A los adultos, Solomon les propone rememorar su infancia, que hablen del barrio en el que crecieron, de cómo eran los juegos entonces, de qué juegos comparten ahora con sus hijos y, sobre todo, que reflexionen en voz alta en torno a qué sensaciones desean que experimenten sus hijos cuando juegan.

Desde su formación como historiadora de la arquitectura, Solomon tiene una visión evolutiva, diacrónica, del mundo de los parques. Pero sin negar la evolución en temas como el uso de nuevos materiales o las normas de seguridad, sus tesis nos recuerdan la importancia de convertir los parques y zonas de juego en lugares que fomenten la convivencia, el aprendizaje, el desarrollo personal y, también, esas sensaciones de reto, de desafío, de atreverse a un poco más, que constituyen parte esencial del juego.

19 de febrero de 2016

ACARICIANDO LA GIOCONDA

El desarrollo de las nuevas impresoras 3D está revolucionando procesos industriales, planteando nuevos retos y abriendo nuevos caminos a ingenieros, diseñadores, médicos.... Estos días, la prensa se hacía eco de las posibilidades de esta tecnología a la hora de acercar el arte a las personas invidentes. Empresas como la española Estudios Durero o la americana 3D Photoworks, realizan impresiones en tres dimensiones de algunas de las obras de arte más famosas de la Historia (La Gioconda de Leonardo, El caballero de la mano en el Pecho del Greco, El retrato del doctor Gachet de Van Gogh) de manera que personas con discapacidad visual puedan "sentirlas" mediante el tacto.


En España, la ONCE cuenta desde hace años con un museo tiflológico, con maquetas y reproducciones de obras de arte que las personas invidentes pueden tocar para formarse una imagen de las distintas piezas. Al igual que con libros escritos en el sistema braille o los pentagramas en relieve, estas iniciativas tratan de facilitar el acceso a la cultura de las personas invidentes, para las que muchas veces el arte o la arquitectura son solo nombres y palabras desprovistos de una referencia sensorial real. En el museo, los visitantes pueden conocer, mediante el tacto de modelos a escala, obras como el Coliseo, la catedral de Santiago o la Sagrada Familia. La tecnología 3D simplifica el proceso de realización de las maquetas y permitirá sin duda ampliar los fondos de este tipo de instituciones.


En As Salgueiras compartimos esta filosofía de integración, de superación de barreras, con nuestras actividades de terapia equina dirigidas a niños con necesidades especiales. Y nuestros compañeros de Galopín han buscado siempre en sus diseños de espacios de juego la integración de menores con problemas de movilidad. Una rampa de acceso más larga y con menos pendiente o una zona de guro con algunos centímetros más de ancho pueden marcar la diferencia entre que un niño en silla de ruedas mire el juego desde lejos o se integre en él como uno más. El diseño sirve, sobre todo, para dar respuestas adecuadas a las necesidades de las personas. Las personas con discapacidad no tienen necesidades especiales; quieren acceder a la cultura, al empleo, gozar del mayor grado posible de autonomía personal. Lo que son diferentes son las herramientas, las soluciones, los apoyos que deben emplear para lograrlo. Un niño con una discapacidad o con problemas de movilidad necesita el juego tanto (posiblemente más) como cualquiera de sus compañeros y es responsabilidad de empresas y administraciones el fomentar el diseño de espacios públicos que le permitan hacerlo.

12 de febrero de 2016

ESTUDIAR SIN TABLETS EN SILICON VALLEY

Hace algunas semanas os comentamos en este blog los resultados de estudios recientes que cuestionan el modo en que se están introduciendo las nuevas tecnologías en las escuelas. Según los primeros resultados, los niños que estudian con lápiz y papel, tomando notas y subrayando los libros, obtienen mejores resultados que aquellos que emplean una tablet en el aula. Esta tesis de que sistemas tradicionales como el subrayado o la toma de apuntes permiten aprehender mejor los conocimientos viene refrendada por buena parte de los ejecutivos de las principales empresas de Silicon Valley, muchos de los cuales envían a sus hijos a una pequeña escuela Waldorf, de tan solo 9 aulas, en la que no hay tablets, ni siquiera conexión wifi.
Tizas y reglas tradicionales en la escuela Waldorf de Silicon Valley
Las escuelas Waldorf fueron fundadas en 1919 en Alemania por el pensador Rudolf Steiner, que deseaba diseñar un sistema educativo que atendiese a las necesidades de mente, cuerpo y espíritu. Refrendado por la Unesco, el sistema pedagógico se basa en el reconocimiento de tres grandes etapas formativas en la infancia: de los 0 a los 7 años, de los 7 a los 14 y de los 14 a los 18. Su sistema educativo recuerda los principios de la mayéutica de los filósofos griegos (ayudar a florecer la sabiduría y las potencialidades que ya posee el ser humano). Además priman el contacto con la naturaleza y la enseñanza de las Artes como complemento de la formación en asignaturas como ciencia, matemáticas o lengua.
Clase de punto en una escuela Waldorf
Con respecto a las nuevas tecnologías, los responsables de este tipo de escuelas consideran que no tiene sentido introducirlas en la etapa formativa temprana. Los cambios en el entorno social y en las demandas del mercado laboral no alteran el ritmo de desarrollo físico y mental de los niños. Los niños siguen creciendo a su propio ritmo, por ello es importante, dicen, mantener el foco en el individuo, para que su formación no quede en segundo plano por las prisas por atender "el ruido" que genera un entorno cambiante. Los centros Waldorf fomentan el sentido de maravilla y de descubrimiento del mundo. E invitan a los niños a vivir experiencias como encuadernar sus propios libros de texto o coser un calcetín. "Si puedes coser tu ropa o tocar un instrumento, te sientes capaz de todo, de construir un cohete", afirma Peter Nitze, alumno del centro e ingeniero. 

Del mismo modo, estos centros reservan un hueco en su programación para el juego libre. "Cuando los niños juegan y se mueven libremente en actividades decididas por ellos mismos de un modo responsable, experimentan oportunidades de aprendizaje que no se pueden reproducir de otro modo y para las que no hay sustitutos", asegura Judit Falk. Con respecto a la tecnología, la filosofía de estas escuelas se podría resumir con la expresión tradicional "cada cosa a su tiempo". Porque como parecen entender bien los directivos de Silicon Valley, el futuro solo se puede construir si sabemos conservar todo lo que de valioso nos aporta el pasado.