27 de marzo de 2015

TECNOLOGÍA AL SERVICIO DEL AGUA

La reciente conmemoración, el pasado día 22 de marzo, del día Internacional del Agua, es una buena ocasión para recordar el trabajo de nuestros compañeros de la empresa Gefico y su tecnología al servicio de la potabilización y eliminación de residuos del agua. Precisamente estos días han terminado el desarrollo de un prototipo de evaporador flash destinado a una planta generadora de energía fotovoltaica. Este prototipo tiene como función eliminar las concentraciones de sal y, en función de su eficiencia, se prevé su utilización para descontaminar la balsa de agua de la tristemente famosa mina de Aznalcóllar, aprovechando la energía térmica residual de las plantas solares.

La filosofía de Gefico consiste en desarrollar tecnologías simples, robustas y eficientes, con unos costes aquilatados que las hacen muy asequibles y accesibles para todos. Creemos que esto supone una importante contribución para facilitar el acceso a agua potable y saludable tanto en tierra como en el mar. La tecnología de Gefico también tiene aplicaciones para eliminar la contaminación de la aguas producida por las filtraciones de los vertederos urbanos e industriales, o la depuración de las aguas empleadas en los procesos industriales o la minería.
El equipo de ingenieros químicos, expertos en termodinámica, soldadores, torneros y mecánicos que han participado en el desarrollo del prototipo de evaporador flash se muestra muy orgulloso por un trabajo bien hecho que contribuye a cuidar un recurso escaso como es el agua potable.

19 de marzo de 2015

TAL COMO ERAMOS


Como todo lo relacionado con el mundo de la infancia, la escuela o la pedagogía, el diseño de los parques infantiles no ha dejado de evolucionar a lo largo de los últimos cincuenta años. Nuevos materiales, mejores normas de seguridad, una mayor atención al diseño global y a la inserción del espacio de juego en el diseño urbano, criterios ecológicos y biofílicos... Por eso, de vez en cuando, no está de más volver la vista al pasado reciente para comprobar cómo se ha gestado esta evolución, cómo eran los parques en los que jugaban nuestros padres o nuestros abuelos y compararlos con los que hoy ofrecemos a nuestros hijos.

Es lo que propone la fotógrafa norteamericana Brenda Biondo en su libro Once upon a time a playground (que se puede traducir como el principio de un cuento "Había una vez un parque"), en el que recoge fotografías de parques americanos del período 1920/1975. El trabajo de Biondo ha merecido los elogios de medios como The Huffington Post o el Wall Street Journal. Revisar sus imágenes supone recorrer la historia de cómo se ha pensado la infancia a lo largo de buena parte del siglo XX. Ahora nos llama la atención la falta de elementos básicos de seguridad o el uso de metales con acabados poco adecuados. En ocasiones vemos que se trasladan al campo de juego, sin demasiada reflexión, elementos propios de los gimnasios como las anillas. A veces la imaginación se queda corta, y el parque son solo dos columpios; en otros casos, los parques americanos reflejan la obsesión de la época por la carrera espacial y crean un entorno digno de Flash Gordon, a la espera de un futuro que tampoco fue.

Al margen de su valor como elemento documental de un pasado que se escapa rápidamente, las imágenes de Biondo tienen una belleza magnética. Los parques vacíos nos invitan a imaginar los juegos que se desarrollaron en ellos, y a pensar en qué habrá sido de los niños que por allí pasaron. En cierto modo, los parques infantiles se parecen a los barcos: siguen siendo hermosos incluso cuando quedan abandonados, cuando el óxido dibuja sobre su superficie y son solo restos de un naufragio en los que suena el eco de mil historias.

16 de marzo de 2015

UN COLUMPIO EN EL TANGÓN

Quienes seguís este blog recordaréis probablemente una entrada sobre niños navegantes en la que reflexionábamos sobre las oportunidades educativas que ofrece a los más pequeños un medio natural tan portentoso como es el océano. Hoy volvemos a hacernos a la mar para conocer el día a día de la familia Bresier.
Como podéis ver, estos niños que se balancean sobre el casquete polar gracias a un columpio formado por un tangón del velero ártico Vagabound, no son unos navegantes cualesquiera. Su patio de juegos es la banquisa y el gran desierto blanco no está ocupado por perritos y otras simpáticas mascotas, sino por osos blancos, orcas y grandes ballenas azules.
Su vida sería insoportable para la mayoría de nosotros y, sin embargo, ellos crecen felices y sanos. Su educación y socialización se realiza a través de una radio decamétrica y participan en los experimentos científicos de sus padres, unos científicos que no quieren renunciar a compatibilizar familia e investigación.
Os recomendamos dedicar un tiempo a visionar el vídeo de esta familia de valientes que han elegido una vida muy especial para dedicarla a la defensa del planeta.

6 de marzo de 2015

ROTONDA, JARDÍN Y FIASCO

Desde un punto de vista técnico, una rotonda es, simplemente, una herramienta de planeamiento urbanístico que permite agilizar el tráfico rodado. Frente a la sucesión de paradas alternativas a las que obliga una intersección, una rotonda da mayor fluidez al paso de vehículos, que se autorregula en función de las normas de precedencia y genera un  carril circular que, en general, evita las detenciones. En comparación con un cruce, una rotonda perjudica a los peatones, que se ven obligados a recorrer una mayor distancia (una serie de segmentos de arco en lugar de seguir en línea recta o hacer un giro de 90º).

Un equipo de ingenieros y arquitectos han creado un grupo de trabajo para medir el impacto de las rotondas en el territorio, ante la sensación de que en los últimos años este recurso se ha extendido en demasía en España. Además, los fundadores de Nación Rotonda, querían analizar el porqué del exagerado diámetro de algunas rotondas, que generan un enorme espacio interior que no parece justificarse por las necesidades de los vehículos. Las conclusiones de su trabajo muestran que un recurso aparentemente tan neutro y técnico como una rotonda puede ocultar malas prácticas en la gestión del espacio público. En una entrevista reciente, Guillermo Trapiello, uno de los fundadores del grupo, explicaba así el desmesurado tamaño de algunas rotondas: "en algunos casos, el espacio interior de la rotonda se califica como zona verde, como jardín". Esto permite cumplir los porcentajes de equipamiento urbanístico con zonas fantasma, que los ciudadanos no pueden utilizar, e incrementar el grado de construcción en otras zonas, que quedan así sin zonas de juego.
Además, el gran espacio interior se convierte en una zona susceptible de ser decorada con esculturas y otros tipos de ornamento. La inversión del 1% cultural nació para promover la actividad artística, pero en muchos casos se convierte en una vía para generar gastos de dudosa justificación. Como dice Trapiello con un ejemplo gráfico: "todo el mundo sabe lo que cuesta un metro lineal de bordillo, ahí no cabe el engaño, pero si hablamos de arte, la cosa cambia. Una lavadora cuesta unos 500 euros. Ahora, si le damos unos martillazos, la pintamos y decimos que es el monumento a la lavadora, ¿quién va a discutir un precio de 50.000 euros por la escultura, por la obra de arte?". Páginas como la de Nación Rotonda se nutren sobre todo de fotos y denuncias de ciudadanos alarmados o extrañados por el planeamiento del sistema viario. Su trabajo es un buen recuerdo de que no siempre las soluciones técnicas son lo que parece; si el número de rotondas nos parece excesivo a lo mejor es porque no se está regulando el tráfico, sino que se está "deconstruyendo" un jardín en varias pildoras.