29 de agosto de 2014

ESCUELAS DE SOL Y LLUVIA



Seguro que muchos padres, sobre todo los que viven en las zonas urbanas, comparten una anécdota similar: la emoción con la que sus hijos, de siete u ocho años, vuelven de una excursión a una granja escuela. Ver ordeñar una vaca, el olor fuerte de cuadras y establos, la magia de hacer pan, el orden estacional de los sembrados y los trabajos del campo, un paseo a la ribera de un río... La concentración de la mayoría de la población mundial en las ciudades está separando a las nuevas generaciones de la experiencia directa de la Naturaleza, que deja de ser un referente habitual para convertirse en algo lejano que se descubre, de forma más o menos directa, a través de los libros y las actividades escolares.

Ya sabéis que en As Salgueiras compartimos los postulados de Richard Louv y su tesis del malestar que provoca en los seres humanos la falta de contacto con los entornos naturales. Por eso estos días hemos seguido con interés la decisión de la Casa Real Sueca de escolarizar a la princesa Estela, de dos años de edad, en una guardería que prima en su programa el contacto con la naturaleza. La hija de la princesa Victoria, nieta del rey Carlos Gustavo, ha comenzado el curso en la escuela infantil Äventyret, en las afueras de Estocolmo. La escuela, fundada en 1992, pertenece al movimiento sueco de "escuelas del bosque" conocido como "I ur och skur", que en sueco significa "llueva o haga sol", ya que promueven las actividades en entornos naturales sean cuales sean las condiciones meteorológicas. En un año normal, el 80% del tiempo se pasa en el exterior y solo se entra en un aula refrigerada si la temperatura cae por debajo de -10ºc.

Con raíces que se remontan a los años 50, el movimiento I ur och skur cristalizó en 1985, cuando Siw Linde y Susanne Drougge fundaron la primera escuela en Lindingö. Los principios fundacionales de las escuelas del bosque pueden resumirse de manera sencilla: las necesidades de aprendizaje, actividad y socialización de los menores pueden desarrollarse en contacto con la naturaleza; al estar en contacto con la naturaleza, los menores aprenden a conocerla y protegerla; al educar a los niños en la naturaleza se involucra a los padres, se les invita a volver a ella; la naturaleza es el mejor parque de juegos y el mejor incentivo de la curiosidad de los menores.


Con sus compañeros, la princesa Estela "aprenderá" a subir a los árboles, a contar hojas, a observarlas, a recoger flores o a dormir la siesta escuchando el sonido del viento. En torno a la naturaleza se organizan lecturas, búsquedas del tesoro, actividades para distinguir formas geométricas, juegos no competitivos... De acuerdo con los estudios realizados en Suecia, los niños que acuden a las escuelas del bosque tienen menor absentismo (están enfermos menos días al año), desarrollan mejor motricidad y juegos más imaginativos y cuentan con un mayor nivel de concentración. Un buen recordatorio de que, a pesar del viejo eslogan de fomento de la lectura que aseguraba que "todo está en los libros", lo cierto es que muchas veces los libros solo resumen lo que ya existe (y está esperándonos) en la Naturaleza.

22 de agosto de 2014

CAJEROS DE AGUA POTABLE

El acceso a un suministro de agua potable sigue siendo, por desgracia, una necesidad básica pendiente de cubrir para buena parte de la población mundial. En abril (en la entrada "Sensibilidad y sentido práctico") os comentamos los proyectos que la firma holandesa DWL desarrolla en Kenya, en los que se estudia la participación de la tecnología de Gefico. Ahora hemos conocido una iniciativa similar en Nueva Delhi, donde Sarvajal, una empresa de la fundación Piramal ha puesto en marcha una red de quince expendedores automáticos de agua, instalados en barrios de nueva creación a los que no llegan todavía las canalizaciones.




Como en el caso de la iniciativa de DWL, el agua se suministra a un precio casi simbólico: 20 litros cuestan aproximadamente una rupia, al cambio, un céntimo de euro. Los usuarios activan el sistema con una tarjeta, similar a la de los cajeros bancarios. Para garantizar que ningún punto de suministro se quede vacío, los cajeros de agua cuentan con un sistema automatizado que manda un SMS cuando detecta que el nivel de su depósito ha descendido hasta un punto determinado. Este mensaje se recibe en la planta potabilizadora (que funciona con energía solar) desde donde se remite una furgoneta que "recargue" con agua potable el depósito del cajero. 



El sistema está resultando un éxito como medida para garantizar el acceso a agua de calidad, ayudando a mejorar el nivel de vida y las condiciones higiénicas y sanitarias de la población. Los impulsores de esta red señalan que resulta mucho más equitativo que el sistema de reparto de garrafas de agua desde un camión, en el que no se garantiza el acceso de todos y que generaba peleas y luchas por el agua poco acordes con la dignidad humana. Además de en Nueva Delhi, existen ya cajeros de agua en zonas como Gujarat, Rajastán, Mahdia Pradesh y Utar Pradesh. 

14 de agosto de 2014

DEPORTE, JUEGO Y CAMBIO CULTURAL

La publicación especializada norteamericana ESPN publicaba hace unos días un artículo acerca de un cambio de tendencia sociocultural que está provocando la desaparición de las canchas callejeras de baloncesto asociadas a los parques públicos. Como los moteles de carretera o los restaurantes de comida rápida, las canchas urbanas de baloncesto forman parte del imaginario popular norteamericano. Con sus canastas de cadenas y sus graderíos más o menos improvisados, estos equipamientos suponían un punto de encuentro de adolescentes y jóvenes. Un lugar en el que quedar, en el que practicar deporte, en el que plantear retos y desafíos... De manera especial, para los jóvenes afroamericanos de los barrios menos favorecidos, las canchas eran muchas veces la única forma de ocio disponible y un posible trampolín hacia el deporte universitario o, en algunos casos, hacia una carrera profesional. En su mejor momento, las canchas urbanas se convirtieron en dinamizadores y definidores de la identidad de un barrio, y reunían a vecinos de todas las edades en torno a su actividad.



Myron Medcalf y Dana O'Neil, autores del artículo citado, señalan que en la actualidad, los jóvenes empiezan cada vez más pronto sus carreras deportivas. Y que por motivos de seguridad y de preocupación por las lesiones, los propios entrenadores aconsejan la práctica del deporte en suelos de parqué, en campus o escuelas regladas y controladas que permiten orientar y seguir la actividad de los menores de manera continuada. Como consecuencia, las canchas urbanas están cayendo en desuso y, en algunos casos, están siendo suprimidas o su mal estado impide de hecho utilizarlas.



Juego y deporte son actividades diferentes, pero comparten valores comunes como la necesidad de cooperación, el respeto al otro o el valor de la actividad física. Durante la infancia, es importante fomentar el juego libre, facilitar a niños y niñas un entorno controlado en el que puedan organizar por sí mismos sus actividades, sus juegos, sus valores. Pero pronto el juego libre (el "play" de los ingleses) se organiza en determinados juegos reglados (lo que los angloparlantes distinguen como "game") de los que los deportes constituyen una parte fundamental. Desde un punto de vista pedagógico, conviene destacar los valores de combinar en los parques las zonas de juego libre con las instalaciones deportivas. Porque el desarrollo de jóvenes y adolescentes no sigue un patrón lineal, del juego libre al deporte, sino que se producen continuos intercambios entre ambos. Los mismos niños que juegan al fútbol en un equipo reglado, en una liga escolar, improvisan juegos cada vez que encuentran un espacio que sirve de portería. Y en muchas canchas de baloncesto, el juego se organiza en torno a una única canasta, tomando como base las reglas tipo, pero desarrollando también nuevos juegos. "Un 21", "un rápido", "un mundial", "penaltis"... la imaginación de niños y adolescentes no abandona la capacidad de crear una vez que entra en una cancha, y por eso conviene que el diseño de los parques mantenga el valor del deporte como complemento del juego, y como fuente a su vez de ideas para desarrollar juegos nuevos.

8 de agosto de 2014

EL VALOR DE UN BUEN DECÁLOGO


Como los juegos de hacer listas ("qué cosas te llevarías a una isla desierta", "quienes son tus mejores amigos"), sintetizar los puntos más importantes de una tarea o un oficio en un decálogo es siempre un buen ejercicio intelectual. Obliga a organizar lo que sabemos o creemos saber, a jerarquizar o complementar, a enunciar de modo sencillo y fácil de recordar principios que seguramente engloban conceptos complejos... En muchas ocasiones, el resultado supone solo un nuevo punto de partida, porque al repasar el decálogo vemos que el exceso de simplificación ha eliminado matices importantes, o encontramos redundancias que no percibíamos al construirlo. En otros casos, un buen decálogo se convierte en una herramienta de trabajo de primer orden, y facilita la comunicación y el debate con profesionales del mismo sector.



En el diseño de áreas de juego, uno de los mejores decálogos es el que en el año 2008 enunciaron Aileen Shackell, Nicola Butler, Phil Doyle y David Ball en "Design for play. A guide to creating successful play spaces", un estudio realizado por la organización Play England como parte de una estrategia gubernamental para mejorar la calidad de los parques públicos británicos. Desde entonces, el estudio se ha convertido en una publicación de referencia para arquitectos, urbanistas, paisajistas y pedagogos de todo el mundo y ha recibido numerosos premios.

Los diez puntos que a juicio de los autores definen un buen área de juego son los siguientes:
  1. diseño a medida
  2. ubicación adecuada
  3. uso de elementos naturales
  4. amplio rango de experiencias de juego
  5. accesible para niños con o sin discapacidad
  6. ajustada a las necesidades de la comunidad a la que va destinada
  7. permite que niños de diferentes edades jueguen juntos
  8. proporciona oportunidades para asumir riesgos y desafíos que permitan al niño medir sus capacidades
  9. sostenibilidad y mantenimiento adecuado
  10. capacidad para cambiar y evolucionar
En As Salgueiras compartimos este excelente decálogo, que podría haber sido escrito por nuestros compañeros de Galopín, y nos gusta especialmente el punto de partida que, según los cuatro autores británicos, puso en marcha su trabajo: "Pídele a un adulto que reviva sus mejores recuerdos de juego. Seguro que fueron  casi siempre experiencias al aire libre, a menudo en entornos naturales, con amigos, experiencias creativas, excitantes, cargadas de valores sociales...Pregúntale al mismo adulto si sus hijos pueden jugar hoy del mismo modo y se hace el silencio. Pero los niños de hoy deberían tener acceso a un conjunto de experiencias de juego tan amplio como el que tuvieron sus padres". Shackell, Butler, Doyle y Ball nos recuerdan la importancia de reflexionar sobre el precio del progreso y de saber diseñar estrategias para conservar aquellos elementos del pasado que debemos preservar y adaptar a los nuevos tiempos.

1 de agosto de 2014

¿JUGAMOS A CONSTRUIR UN ÁRBOL?


Al tiempo que preparamos la maleta para coger unos días de vacaciones, los meses de verano son una buena oportunidad para anotar en la agenda algunas citas interesantes del próximo otoño. Los organizadores de Indiecade 2014, el festival de juegos independientes más importante de EEUU que se celebrará del 9 al 12 de octubre en California, ya están ultimando los preparativos y dando a conocer los juegos seleccionados para participar en esta edición. Entre estos, nos ha gustado especialmente la filosofía de "Grow", un juego de mesa diseñado por Chris Hassebrook, Tap. Pribbenow y Kyle Bromley.  


El juego combina la mecánica de los puzzles y mecanos tradicionales, con un reto de estrategia inspirado en los patrones del crecimiento de la naturaleza: los participantes compiten entre sí para convertirse en el color de floración dominante en un árbol abstracto. Según sus creadores, buscaron un diseño que permitiese combinar elementos de los juegos basados en la adquisición de espacio, en la estrategia para construir rutas y les incorporaron la mecánica de los procesos naturales, todo ello dentro de un soporte tridimensional. "Tratamos de llevar los procesos de la escultura tradicional al entorno de los juegos de tablero, incorporando además la ecología", aseguran en su web. En un alarde de ingenio, las reglas contemplan elementos como la sucesión de las estaciones, las épocas de floración y hasta la aparición de insectos! Además, el tiempo de juego puede ajustarse para que las partidas duren entre 20 y 60 minutos. Como son las decisiones y estrategias de los jugadores los que construyen el árbol/tablero, cada partida produce un resultado diferente, un diseño único que surge de las infinitas posibilidades de combinación de las piezas. 



Desde un punto de vista educativo y psicopedagógico, Grow supone un ejemplo de cómo se pueden combinar de manera armónica elementos aparentemente antitéticos como la competición y la colaboración. Y es que en Grow, para ganar al adversario, hay que participar en el proceso de construir con él. Al margen de la victoria final, el proceso y el resultado son gratificantes en sí mismos. En As Salgueiras, estamos seguros además de que los niños que jueguen a construir árboles tendrán más posibilidades de aficionarse a plantarlos, cuidarlos y valorarlos cuando lleguen a adultos.