29 de abril de 2016

TOBOGANES FUERA DEL PARQUE

Como sabéis, en estas entradas reivindicamos el papel del juego como parte del proceso formativo del individuo. Jugar no es un descanso, un paréntesis en el proceso de desarrollo de los niños, sino posiblemente la parte más importante de dicho proceso. Arrastramos todavía errores pedagógicos conceptuales que, desde el siglo XIX, asocian "estudio" y "trabajo" con el provecho, la seriedad, el labrarse un futuro en sociedad, y "el juego" y "la diversión", como una simple pérdida de tiempo. Afortunadamente, etólogos, pedagogos y psicólogos sociales insisten hoy en que el juego es un papel fundamental del desarrollo y la mejor escuela de socialización e integración de los niños.
Tobogán urbano en Ottawa

En este proceso de reivindicación del juego, algunos arquitectos y estudios de diseño están realizando propuestas para integrar en entornos cotidianos soluciones que se asocian a los parques infantiles, como los toboganes. Aunque hoy se contemplan como uno de los arquetipos del parque de juegos, conviene recordar que un tobogán no es otra cosa que un uso específico del plano inclinado, una de las primeras soluciones técnicas que, en el principio de la historia, permitió a las primeras sociedades urbanas (egipcios, sumerios) desarrollar una arquitectura monumental.
Estación de Utrecht
Así que además de emplearlo en parques y espacios de juego, muchos diseñadores proponen incorporar toboganes como solución para salvar desniveles urbanos, para agilizar la circulación de personas en edificios públicos, como salidas de emergencias (al igual que se hace con las rampas hinchables de los aviones). En el año 2011, el estudio de diseño holandés HIK Ontwerpers añadió un tobogán a la estación central del metro de Utrecht. La cudad de Ottawa en Canadá, ha añadido toboganes cubiertos como salidas rápidas de viaductos e incorpora toboganes de chapa abiertos como alternativa a las escaleras en algunos parques públicos. La revista de arquitectura De Zeen ha dedicado abundantes reportajes al uso de los toboganes en la arquitectura contemporánea, una lectura muy recomendable que revela todos los posibles usos de este elemento.
Bien diseñado, un tobogán supone una alternativa a las escaleras, apta para personas de diferentes edades. Introduce además un elemento de diseño que permite nuevas solucione estéticas y de aprovechamiento del espacio. Y además nos recuerda que nunca debemos apartar el juego de nuestras vidas.


22 de abril de 2016

UN BANCO PARA LA COMUNIDAD

Ya hemos comentado en otras entradas el trabajo del artista norteamericano Theaster Gates, sobre todo como impulsor de la Rebuild Foundation, una entidad sin ánimo de lucro que plantea la recuperación para uso social de espacios o edificios abandonados. En un momento en que la crisis y los nuevos modelos de negocio llevan a muchos bancos y empresas a prescindir o abandonar inmuebles emblemáticos, el ejemplo del Stony Island Arts Bank en Chicago, resulta muy interesante por el modo en que se rehabilita un espacio y se busca la cooperación de instituciones públicas y privadas para ponerlo en valor y al servicio de la comunidad.


El edificio, construido en 1923 por el arquitecto William Gibbons Uffendell, albergó durante unos sesenta años una entidad bancaria. En la década de los 80, la entidad cerró y el edificio permaneció abandonado durante tres décadas, hasta que la Rebuild Foundation lo recuperó para un proyecto híbrido que incluye biblioteca, archivo, galería multimedia y centro comunitario. Como en todos los trabajos impulsados por Gates, el trabajo aúna el uso contemporáneo con la puesta en valor de los orígenes y la historia del edificio. La fachada se ha limpiado, se conservan las cámaras acorazadas y detalles de la decoración original se han limpiado pero se han dejado sin restaurar, como ejemplo del paso del tiempo.




Innovador también es el proyecto de fondos que alberga el edificio.Sus colecciones incluyen el archivo de la editorial Johnson, especializada en temas de la comunidad afroamericana; una colección de más de 60.000 diapositivas de historia del arte y la arquitetura cedida por la Universidad de Chicago; y más de 4.000 objetos procedentes de la colección privada de Edward J.Williams, un coleccionista que ha recopilado objetos de uso cotidiano que reproducían estereotipos negativos sobre la población de color. Este tipo de iniciativas muestran como la cooperación y la colaboración en torno a proyectos produce siempre excelentes resultados. Y deberían hacernos reflexionar acerca de cuestiones mal resueltas en nuestro país, como el impulso al mecenazgo, la cesión de edificios públicos en desuso, la colaboración entre universidades públicas y capital privado....

8 de abril de 2016

HISTORIA DEL PATIO ESCOLAR

Hace treinta años en el contexto de una experiencia de acción autogestionada promovida por una organización de base que fundamos con unos vecinos del rural gallego, redacté una frase que me complace ver ahora reflejada por mi amiga y colaboradora Daniela Bequio, para defender en la patria de Franchesco Tonuchi, los valores de la psicología ambienta.Venía a decir que mucho más que la influencia de la familia o amigos, incluso de la voluntad de ser, estaba la del entorno y el paisaje. En una pequeña aldea gallega – para Neira Vilas – el templo de nuestra cultura- se encontraba la síntesis antropológica de nuestra razón de ser. Allí podría encontrarse resumido como la cadena de ADN de una célula puede representar todo un organismo complejo- los trabajos de Carmelo Lisón o Tadasi Yanai (con el que tuve el honor de hacer trabajo de campo) sobre la forma de ser y de entender la vida de los gallegos.

 
Yo nací en Uruguay y a los seis años me volví con mis padres. Para no perder curso, me mandaron a una pequeña aldea, en donde mi tía ejercía de maestra rural. No había luz eléctrica ni carreteras, nos venían a buscar en una yegua, después de un día entero tomando varios coches de linea.El patio escolar de aquella escuela en donde convivíamos niños y niñas de todas las edades, era un trozo de campo que como única comodidad tenía una barrera vegetal para protegernos del frío de la montaña en invierno y del sol del verano. Nuestras las hacíamos nosotros mismos con palos y piedras y el columpio era una rama de un viejo roble.

Hoy que exportamos sofisticados y certificados parques infantiles a todos los continentes, añoro para los niños de hoy, aquel “parque infantil” de mi infancia. No podía ser más biofílico pues estábamos rodeados de árboles y animales, nuestro parque infantil tenía lagartijas y grillos, incluso gnomos y leyendas. La variedad de género y edad de los niños fomentaba la amistad, la condolencia, el espíritu de protección, incluso el maquiavelismo para gestionar al fuerte o abusón. En definitiva, nos entrenábamos para ser adultos practicando el juego libre no dirigido, que años después estudiaba Konrad Lorenz y Francisco Braza con las herramientas de la etología, llegando a contundentes conclusiones que todos deberíamos de tener en cuenta para la educación de los niños y el urbanismo.

Nuestra iPad era el pizarrillo. Nuestro youtube, los cuentos de los viejos alrededor del fuego del hogar. Era imposible aislarse como los hikicomoris, porque literalmente nuestros amigos nos arrancaban de casa. Nuestra hogar era toda la aldea, las casas de todos, la pequeña plaza en donde se hacían los trabajos comunales y praderas donde pastaba el ganado. En todo ese espacio que nos parecía infinito, corríamos libres con la única asistencia de nuestro instinto y la emulación de los mayores. Ahora vivimos en ciudades tomadas por los coches, los parques infantiles y patios escolares son auténticos recintos vigilados celosamente por los adultos que median entre los niños limitando su capacidad de interrelaccionarse. Incluso estos días leemos propuestas de convertir el juego en el objetivo del “gran hermano”.


Ya no hay árboles donde trepar y los parques son asépticos y nada biofílicos. La mayoría de los niños padecen el síndrome de desarraigo con la naturaleza que se les presenta amenazante y peligrosa.
Si – como sostenía al principio- nuestra personalidad y nuestra cultura esta modulada por nuestro paisaje, me pregunto que quedará en nuestros niños de aquellos “Balbinos” de mi infancia.
  • La Doctora Daniela Bequio es pedagoga y desarrolla su trabajo en el ámbito del espacio público en Italia.
  • Franchesco Tonuchi es pedagogo y su trabajo “ La ciudad y los niños” es una obra de referencia en lo que respecta a la relación del urbanismo e infancia.
  • Carmelo Lisón y Tadashi Yanai son antropólogos . Carmelo Lisón cuenta con la Medalla de Galicia por sus trabajos sobre la cultura rural gallega.
  • Pizarrillo era una pequeña pizarra individual, con marco de madera que se usaba en las escuelas rurales, dado que no se disponía de papel y bolígrafos.
  • Balbino es el protagonista de la Novela de Xosé Neira Vilas – Memorias de un neno labrego – Memorias de un niño campesino.





1 de abril de 2016

JUGAR PARA TENER UNA VIDA ACTIVA

En varias entradas de este blog hemos reflexionado sobre problemas como la obesidad infantil o el predominio de modelos de vida sedentarios entre niños y jóvenes: de la cama a la mesa del desayuno, del autobús al colegio, del colegio a las clases complementarias y de vuelta a la cama. Es cierto que, afortunadamente, aumenta en los últimos años el número de menores que practican de manera asidua algún deporte. Pero, en cualquier caso, y como norma, el número de horas dedicadas al ejercicio o el juego activo siguen siendo muy inferiores a las dedicadas a permanecer sentados, estudiando, leyendo, ante una pantalla de ordenador.
Acudir a jugar al parque el domingo es sin duda una aventura, un momento de ocio, de convivencia, de diversión. Pero algunos arquitectos y diseñadores se preguntan si desplazarse en coche a jugar un par de horas resulta suficiente para favorecer modelos de vida activa. En esta línea se enmarcan proyectos como el Barnetraakk, un proyecto desarrollado en Noruega por el estudio de arquitectos de Rintala Eggertsson y la colaboración de estudiantes universitarios. El concepto base parte del deseo de integrar el juego y el ejercicio como una posibilidad permanente en la rutina de los niños. Para lograrlo, se han instalado módulos de juego y actividad en el camino que los niños recorren habitualmente para ir al colegio en el municipio noruego de Oppland.
Con un coste reducido, el proyecto prima el udo de la madera y los colores vivos para destacar y llamar la atención de los menores. Los módulos actúan como punto de encuentro en el que los niños y sus padres pueden citarse con vecinos, o como una amena carrera de obstáculos que permite convertir una rutina diaria en una experiencia diferente cada día, en un pequeño rato de juego y ejercicio que se realiza de manera diaria y cotidiana. De este modo, se rompe la dicotomía que opone rutina y juego, para integrar el juego, el ejercicio, como una parte más del día a día, para favorecer estilos de vida más saludables y equilibrados.