26 de diciembre de 2014

CONVERTIR UN PROBLEMA EN UNA SOLUCION

Uno de los problemas recurrentes del diseño urbano consiste en el diseño de una adecuada red de circulación y desagüe de las aguas pluviales. La acumulación de agua de lluvia genera incomodidad a los transeúntes, ralentiza el ritmo del tráfico e incrementa el riesgo de accidentes, y supone un elemento contaminante ya que, al acumularse, arrastra en suspensión todo tipo de basuras y restos. Desde los primeros procesos urbanos, la creación de conductos subterráneos que evacuen estas aguas se ha considerado como la opción más práctica, y todavía hoy innumerables restos arqueológicos son testimonio de la maestría que alcanzaron civilizaciones como la romana en el diseño de redes de alcantarillado.


Antes de la aparición de la moderna conciencia ambiental, no se contemplaba el tratamiento de estas aguas, simplemente se canalizaban a un río, a un lago, al mar... con el convencimiento de que el ciclo natural era suficiente para sanear el entorno. Hoy somos conscientes de la necesidad de participar de un modo activo en el cuidado de la naturaleza, de tratar y depurar las aguas contaminadas antes de reintegrarlas a la naturaleza. Y pese a todos los avances técnicos, con frecuencia sucede que los modernos sistemas de alcantarillado son incapaces de asumir el exceso de pluviales, se colapsan, generan inundaciones... Por eso nos parece interesante la apuesta de investigadores de la universidad de Arkansas que proponen diferentes sistemas de drenaje sostenible que pasa por derivar las aguas de lluvia a zonas de parterre, sin asfaltado, para que desde allí vuelvan a filtrarse al subsuelo. La idea recupera fórmulas que ya hicieron fortuna en Alemania hace algunas décadas. Estas aguas generaban sin apenas coste unos pequeños biótopos urbanos en los que anidaban aves o se criaban pequeños anfibios. Además de ayudar a resolver los problemas generados por el exceso de aguas pluviales, la presencia de estos animales actuaba como bioindicadores de los niveles de polución o de la calidad del aire.



Podéis encontrar aquí más información sobre estos sistemas de drenaje ecológico y otras ideas para diseñar ciudades cada vez mejor adaptadas a las necesidades de las personas y respetuosas con la biodiversidad y el entorno.

19 de diciembre de 2014

DISEÑO Y TRADICIÓN AL SERVICIO DE LA ARQUITECTURA SOCIAL

Diébédo Francis Kéré (Gando, Burkina Faso, 1965) es uno de los valores de la nueva arquitectura africana. Hijo de un jefe de tribu, su familia lo envió con 7 años a Ouagadougou para que completase sus estudios. Trabajó como carpintero y recibió una beca que le permitió completar su formación en Alemania. Asentado en Berlín, de su estudio han salido proyectos como el diseño de la exhibición permanente del museo de la Cruz y la Media Luna Rojas de Ginebra, los módulos de edificios culturales para el proyecto de recuperación del puerto de Zhou Shan, en China o el plan de recuperación del entorno de las Barracas Oxford en Munster, Alemania. Pero sin duda sus proyectos más interesantes se desarrollan en África, en Mali o en su país de origen, donde desarrolla iniciativas que muestran el potencial de integración social que alcanza el diseño arquitectónico al servicio de una correcta definición de los espacios públicos.

Vista general del centro de salud de Leo, Burkina Faso
Este 2014 ha completado el Centro de Salud y Hospital Quirúrgico de Leo, en Burkina Faso, unas instalaciones pensadas para prestar servicios sanitarios a una población de alrededor de 50.000 personas. Desde el principio, el proyecto buscó la implicación de los vecinos, para que éstos sintieran como propias las instalaciones; de hecho, muchos vecinos y profesionales locales participaron en la construcción del proyecto. Para adecuarse a la situación del entorno y abaratar los costes finales, Kéré optó por un diseño modular, de crecimiento orgánico, de modo que cada módulo del edificio se fuese rematando antes de iniciar la siguiente. Para ofrecer enseguida resultados y evitar un largo proceso, complejo de desarrollar en los países menos desarrollados.

Técnicas tradicionales para compactar un suelo de arcilla en otro proyecto de Kéré

Defensor de los materiales sostenibles y de la apuesta por mantener las tradiciones culturales, los edificios se construyeron con "ladrillos de tierra prensada, capaces de absorber el aire frío de la noche y difundirlo a lo largo del día". Además se dotó al conjunto de amplios tejados volados de chapa que proyectan sombras para evitar el sobrecalentamiento de los muros durante el día. El juego de penumbra, luces y colores del amplio espacio central juega un papel especial para crear un entorno atractivo y generar un efecto llamada "que atraiga al centro a personas que en un principio pueden ser reticentes a solicitar atención médica por motivos sociales, culturales, tradiciones...". Si en su interior las instalaciones cuentan con un equipamiento moderno, el exterior conjuga el racionalismo de su diseño con el recurso a elementos familiares para todas las capas de la población. Al margen de los indudables beneficios directos que el centro de salud reportará a sus pacientes, su presencia lanza un mensaje de gran calado: con la tierra y la chapa presente en tantas infraviviendas, podemos construir un futuro mejor, entre todos, cooperando y apostando por la educación.


12 de diciembre de 2014

EL ACECHO DE LA SOLEDAD

Todos los años, por estas fechas, psicólogos y sociólogos nos recuerdan que la Navidad es un momento del año en el que aumenta el riesgo de que se presenten casos de depresión. Para unos, el carácter familiar de las fechas hace más hiriente la ausencia de los que ya no están. Hay también personas que rechazan de plano el tono consumista, un tanto hollywoodiense, de fiesta y luces por obligación; para ellos el mensaje navideño supone una exigencia de felicidad que no se sienten capaces de cumplir. Y por último están aquellas personas que se han quedado, o se sienten, solas, sin lazos familiares, lejos de sus amigos. En muchas grandes ciudades, ONGs y simples particulares organizan ya cenas navideñas de desconocidos que deciden compartir su soledad para dejar de estar solos.

Detalle de la vivienda de un hikikomori
Y mientras unos luchan contra una soledad no deseada, los mismos psicólogos y sociólogos alertan estos días del auge en nuestro país de un fenómeno contrario, el de quienes buscan la soledad de manera compulsiva, incapaces de mantener una relación normal con el entorno que les rodea. Los hikikomori, jóvenes obsesionados con los videojuegos y las redes sociales, que se encierran en su cuarto y pasan largas temporadas sin salir a la calle, pegados al teclado y la pantalla del ordenador, nació hace ya algunas décadas en Japón, como consecuencia no deseada del desarrollo tecnológico nipón desde la década de los 70. De hecho, el término se empleo por primera vez con carácter científico en 1986.

Desde su lugar de origen, este trastorno se ha ido difundiendo por el mundo, aunque los propios expertos reconocen que su tipología lo vuelve difícil de detectar. En España, un estudio reciente del Hospital del Mar de Barcelona recoge 164 casos, que arrojan el perfil de un varón de 36 años que llega a permanecer aislado hasta 39 meses, o sea, más de tres años. En muchos casos, este aislamiento surge como consecuencia de otro trastorno previo, por lo que los equipos de atención de estos enfermos deben contar con una formación multidisciplinar para poder detectar la raíz del problema y enfocar el tratamiento. Para evitar que la soledad se convierta en una nueva epidemia del siglo XXI.