30 de abril de 2011

Recuerdo de una visita

Cuando se tiene el íntimo convencimiento y, por tanto, la necesidad de que se ha de hacer algo para contribuir a la mejora de la pequeña parcela del mundo que se encuentra al alcance y de las condiciones de vida de algunas personas en ese ámbito, el mejor premio supone tener la posibilidad de realizar acciones con ese fin. Si se recibe un elogio, tras la sorpresa y la satisfacción la primera sensación es de que hay algo inmerecido, precisamente porque el elogio era por algo que se tenía necesidad de hacer. También se siente gratitud por que significa que lo que se ha venido haciendo ha merecido la atención de otras personas.

No queremos dejar de agradecer los amables comentarios que Lucía y Cristina tuvieron hacia As Salgueiras en la página de OCTO tras la visita que nos hicieron, los hemos recibido con cariño y por ello, modestamente, deseamos dejar constancia:

http://www.octo.es/articulos/rsc-vs-idi

Más importante para nosotros que el reconocimiento es, como dice Manu en su respuesta en el blog de OCTO, el conocimiento de lo que se hace, la atención como la que en este caso dedican. Como contesta Lucía, ojalá que no hubiera nadie a quien elogiar, pues labores como las que ellas describen serían habituales y porque eso significaría que todos actuamos con responsabilidad (así, en minúscula, en lo cotidiano, y sin adjetivos: ni empresarial ni corporativa, simplemente responsabilidad) y cada cual en su contexto hace lo que es necesario hacer.


28 de abril de 2011

Ciberpensamiento y estupidez

Por Miguel Moreno

El ex-director de la Harvard Business Review, Nicholas Carr, causó en el 2008 un revuelo mayúsculo con un artículo en la revista The Atlantic. Titulado «Is Google Making Us Stupid?», aquel artículo contestó abiertamente al triunfalismo con el que se valoraba la revolución digital. En términos generales, las tecnologías nos han ayudado a progresar pero últimamente son sospechosas de provocar catástrofes de toda índole. Quizá Internet sea responsable de una de las peores: la estupidez humana.
Ser tachado de retrógrado o apocalíptico por los medios no intimidó a Nicholas Carr. Ese artículo en el que se preguntó si Internet nos hace más estúpidos lo ha desarrollado con más detalle en un libro, recientemente traducido al castellano con el título Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?
Básicamente, Carr sostiene que las tecnologías con las que habitualmente obtenemos información modifican nuestras pautas cognitivas. La capacidad para abstraernos y concentrarnos en la lectura es fruto de una disciplina practicada a lo largo de siglos, que ha estimulado aquellas zonas de nuestro cerebro en las que se asienta el pensamiento lógico-abstracto y la memoria. Pero los hábitos intelectuales están condicionados por las tecnologías que usamos para desarrollarlos y pueden alterarse.
Si nuestra mente acusa la influencia del uso de las técnicas más básicas, ¿cómo incide algo como Internet en nuestra forma de pensar? La red es una tecnología multimedia altamente sofisticada con la que nos comunicamos y obtenemos información. Emite breves mensajes textuales, visuales, acústicos… Hoy día Internet contiene más datos que la biblioteca más voluminosa del mundo, y están a disposición de cualquier usuario que quiera buscarlos. Desde luego, esto constituye una ventaja indudable.

¿Dónde está entonces el problema? Después de evaluar el impacto que tiene el ciberespacio en nuestro cerebro, Carr concluye que Internet nos proporciona ingentes dosis de información superficial y fragmentaria, escasa en matices y argumentación; además, un dato nos conduce con un link a otro dato, de manera que, sin llegar a asimilar lo que estábamos leyendo, nos dirigimos a otro texto y así sucesivamente. A consecuencia de ello, y de los muchos estímulos no textuales que recibimos mientras navegamos, nuestra forma de pensar se estaría volviendo más superficial; muy capaz de procesar y vincular datos, pero torpe en la reflexión profunda y ávida de cambios, nada proclive a la contemplación o a la meditación serena.
Puede que Carr extraiga de casos extremos normas generales, pero habría que averiguar cuánto se están generalizando esos casos extremos para no apresurarnos en nuestras conclusiones.

25 de abril de 2011

Curso Internacional sobre Daño Cerebral

Por Serafín Ortigueira
Del 14 al 16 de abril, la Fundación As Salgueiras celebró un curso sobre daño cerebral en sus locales de La Coruña. Dirigido a fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, el curso contó con la colaboración del Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Galicia.








Destacó la intervención de Víctor Urquizo, fisioterapeuta de renombre internacional cuya intervención atrajo el interés de participantes venidos de más allá de los Pirineos. Autor de varios libros y artículos de referencia sobre su especialidad, Víctor Urquizo es uno de los mejores profesionales en la rehabilitación de pacientes con daño cerebral. Dirige centros de neurorehabilitación en Suiza y Alemania. A lo largo de las jornadas del curso, Urquizo intervino con la colaboración de pacientes voluntarios. Expuso con detalle diversas problemáticas e impartió clases prácticas de terapias de recuperación siguiendo la rigurosa metodología con la que ha obtenido una notable reputación entre los profesionales y docentes de Fisioterapia a nivel mundial. Durante las sesiones, Urquizo se mostró como un excelente comunicador; sus amplísimos conocimientos y la profundidad de sus enfoques, no le dificultaron en ningún momento conectar con pacientes y alumnos desde la primera jornada del curso.
Además de a Víctor Urquizo, la Fundación As Salgueiras quiere agradecer la participación de las entidades colaboradoras, la de todos los asistentes, de forma muy especial a nuestros habituales colaboradores Lucía, Ana y Antonio. Fue un lujo contar con ellos, tanto por su competencia en la materia como por su capacidad organizativa y la calidez con la que trataron a todos los asistentes.




Muchas gracias a todos.

19 de abril de 2011

Entender a un hombre de mar

Por Manu Iglesias

Para entender a un hombre que vive haciéndose a la mar y pasa allí sus días, uno tras otro, mecido o zarandeado por las aguas, hay que saber qué le distingue de otros hombres. El impulso natural hacia la libertad está tan arraigado en el ser humano como el miedo o la disposición a llevar una vida cómoda y sin sobresaltos. En el hombre de mar predomina el ansia de libertad. Habrá muchos para los que la mar sea una condena, pero el marino vive para surcarla, para superar sus obstáculos y resistir los embates. Algo distintivo del hombre de mar es que sabe en qué consiste la libertad realmente: no en la ausencia de contrariedades o condicionantes, sino en la firme voluntad de superarlos y proseguir el rumbo que se ha marcado. Para un hombre así, lo habitual es que sean las comodidades y la ausencia de retos lo más esclavizante.

Un hombre de mar se mide a sí mismo por la magnitud de los obstáculos que ha superado. Recuerdo un cuento de Mario Benedetti que describía una recoleta plaza montevideana en la que se reunían los enfermos de tisis. Entre ellos gozaba de mayor prestigio el de peor diagnóstico. Era como si la enfermedad forjara la identidad de aquellos hombres y aquel que la tuviera más dentro, pese a su desgracia, fuera más que el resto. Algo semejante pasa en las salas de quimioterapia o en las cárceles. Pero al hombre de mar no le prestigian las calamidades por el mero hecho de ser calamidades, sino por el tesón, ingenio y buen ánimo con que las supera.

En las tabernas de un puerto, no se admira al armador de un velero de ensueño. Puede que se aprecie el velero, pero no al propietario si no sabe aprovecharlo. Sólo se admira al armador de un buen barco si su experiencia y oficio demuestran que merece tripularlo. Al hombre de mar le gusta un barco si navega bien; en ninguna parte sobran tanto lo superfluo u ostentoso como en un velero oceánico. La belleza de un barco está ligada a la funcionalidad y a la sencillez.

Los navegantes más respetados son aquellos que, aun tripulando una embarcación pobre, se atreven a cruzar los océanos. Y eso que la soberbia está muy mal vista entre los marineros. Quien se ha enfrentado a algo tan poderoso como el océano sabe que el orgullo y la jactancia de nada valen al lado de la experiencia y la modestia. El buen marinero es prudente, por eso suele preguntar más que afirmar. Sabe que en su mundo no hay mayor certeza que la incertidumbre.

Como hombre de mar es paradigmático Bernard Moitessier, que siempre rechazó la gloria y, precisamente por eso, obtuvo una enorme notoriedad. El marino evita lujos y privilegios para vivir libre. No quiere anclarse en una riqueza material que le empobrezca como ser humano. Prefiere una vida modesta y sencilla dejando la pompa y los honores para otros. Es difícil encontrar hoy una forma de vida en la que la felicidad pase necesariamente por una renuncia a las comodidades que nos brinda la vida moderna.

No resulta extraño que en nuestra opulenta sociedad no se entienda la vida del hombre de mar. La náutica es una escuela de vida. Nos enseña límites y nos apremia a aprovechar nuestras posibilidades. No es una afición elitista, sino un modo de vivir sobre el que conviene reflexionar.

15 de abril de 2011

As Salgueiras: Genius loci (I)





Por Cristóbal Crespo

En As Salgueiras se advierte el rescoldo de una actividad productiva que –espontáneamente o no– ha devenido en una peculiar configuración del paisaje; da la impresión de que hubo en su momento un proyecto paisajístico de corte naturalista que pudo haber sido abandonado o interrumpido.

Los trabajos de Lancelot “Capability” Brown, considerado el padre de la jardinería paisajística inglesa, inciden en el carácter natural del espacio, mediante ondulaciones del terreno, ocultación de los cierres, cinturones de arbolado, estanques irregulares, etc., creando formas paisajísticas muy alejadas del concepto tradicional de jardín. En la tradición paisajística inglesa, la integración de elementos simbólicos, lúdicos o arquitectónicos es una constante: templetes, laberintos, puentes ornamentales contribuyen a focalizar vistas y a cualificar determinados espacios.

La variedad paisajística y de actividades de As Salgueiras es extraordinariamente estimulante. Hay lugares muy intensos, como la pequeña agrupación de casas de mampostería, que conforma la antigua aldea que da nombre al predio, o la peña partida con el roble, que evocan lugares míticos. Con estos elementos y apelando a la imaginación, los mismos griegos significaban un lugar como, por ejemplo, el oráculo de Dódona en Epiro, un santuario ubicado en torno a una peña y un roble en el que las sacerdotisas hacían los augurios interpretando la caída de las hojas del árbol.


11 de abril de 2011

Las heroínas de Sálvora

Por Paco Sánchez (vagón-bar)

Unos meses atrás me llamaba un hombre bueno. Somos muy amigos, pero llevamos unas semanas sin conseguir encontrarnos. Él anda muy ocupado en estos tiempos de crisis. Le va bien y los demás lo saben. Muchos acuden en busca de su ayuda. Recibe gente sin parar, porque dice que no quiere esconderse. Hace lo que puede: echa una mano aquí, otra allá. Está socorriendo a personas muy variadas –siempre lo ha hecho–, pero no consigue dejar de pensar en aquellas por las que nada logra hacer. Me dice que se siente como en un naufragio y me cuenta una historia.

Cerca de Sálvora, en la bocana de la Ría de Arousa, el buque correo Santa Isabel se partió en tres la noche del dos de enero de 1921. Murieron ahogadas doscientas trece personas. Pero se salvaron cincuenta y ocho, porque tres mujeres de la isla se hicieron a la mar en una dorna y los arrancaron del agua remolcándolos en cuatro penosísimos viajes. Se las llamó «Las heroínas de Sálvora», pero sus verdaderos nombres eran Josefa Parada, de 25 años, Cipriana Oujo, de 16 y María Fernández Oujo, de 14. Fueron objeto de homenajes, distinciones, colectas ‒algunas nunca llegaron a sus manos‒ y también de mil calumnias. Una de ellas nunca quiso hablar de aquella noche. Le preguntaban sus hijos, primero, y luego sus nietos. Pero ella insistía en un silencio que sólo llegó a quebrarse en el lecho de muerte.

La pobre señora no conseguía recordar a las personas que salvó aquella noche, sino los rostros y las manos de los otros, de los que murieron. Algunos pretendían subirse a la dorna y llegaron incluso a romper el tolete. Tuvieron que golpearles con los remos en los nudillos, para evitar poner en peligro a todos.

5 de abril de 2011

Contra la movilidad reducida: el padre de Lucas


Por Manu Iglesias

El padre de Lucas es cartero rural. La dispersión de la población en Galicia le obliga a recorrer muchos kilómetros para repartir por las aldeas la correspondencia que un cartero urbano reparte en un solo edificio. Conoce su territorio y, pese al esfuerzo que hace a diario transitándolo de un extremo a otro, lo siente como propio y le gustan sus caminos, su gente, su orografía y sus paisajes.

Tiene mucha amistad con los ancianos que aún viven en el abandonado rural gallego. El padre de Lucas es la única conexión que muchos de ellos mantienen con lo que ocurre fuera de sus aldeas. Y, aunque no reciban correspondencia, no desperdician la ocasión de charlar un rato con él cuando coinciden. Con su modesto oficio de cartero, el padre de Lucas goza de cierto estatus en las aldeas. Es muy respetado. Tan discreto como buen conversador, la gente aprecia sus consejos y recurre a él cuando no entiende qué pretende una carta de la Administración o en qué país se encuentra la dirección del remitente.

A su hijo le vemos a menudo en As Salgueiras manejando con mucha pericia su silla de ruedas eléctrica. Es un niño dulce y sensible. Sociable como su padre, no puede acceder a todos los juegos, pero no le importa hacerse a un lado para observar cómo se lo pasan otros niños. Es enternecedor oírle reír mientras ve desde su sillita a los demás niños rodar en la montaña de arena. A veces, parece como si los manejase a todos: propone un nuevo juego o un sitio al que ir y es raro que haya un niño que no se sume con entusiasmo a la idea.

Su padre ha hecho de su vida una lucha por la autonomía y dignidad de su hijo. Todo el tiempo que le permite el trabajo lo dedica a su hijo y a otras familias que, por circunstancias parecidas a la suya, no tienen tiempo ni para ir un día al cine o salir a cenar. Le he visto muchas veces atareado preparando su hogar para acoger a personas mayores con dificultades. Y él solo constituye prácticamente un lobby que investiga y presiona para que se fabriquen sillas de ruedas accesibles a las personas con pocos recursos. Visita talleres de sus amigos, se documenta, hace gestiones… También ensaya con Lucas soluciones económicas que faciliten la movilidad. Quizá un día logre por fin que alguna de sus amistades o representantes de alguna industria fabriquen sillas de calidad a bajo costo.

¿Tendrá éxito en su noble empeño? Ojalá. En lo que sí es seguro que el padre de Lucas ha obtenido ya un rotundo éxito es en dignificar a la especie humana. Y sin esperar otra cosa que el bienestar de su hijo y el de las personas con capacidad diversa. Pensando en el padre de Lucas y en la silla de su hijo, a veces me pregunto si, con todos sus avances técnicos, es el espíritu de nuestro mundo el que tiene la movilidad reducida.

1 de abril de 2011

Foro Galego de Educadoras e Educadores Ambientais

Castelo de Santa Cruz (Oleiros) lugar de desarrollo del IV Foro

Por Francisco Figueroa

Mañana, 2 de abril de 2011, tiene lugar el IV Foro Gallego de Educadoras y Educadores Ambientales, que organiza el CEIDA —Centro de Extensión Universitaria e Divulgación Ambiental de Galicia— con la Sociedade Galega de Educación Ambiental, SGEA. El Foro, además de mostrar iniciativas de Educación Ambiental en esta Comunidad, supone, como su nombre indica, un lugar de encuentro y reflexión entre los agentes que con su trabajo están consiguiendo que en esta disciplina Galicia constituya un lugar de referencia en todo el Estado.

De hecho, Galicia cuenta con un interesante tejido de profesionales, asociaciones (además de la SGEA, aquí tiene su sede la Asociación de Interpretación del Patrimonio, AIP, de alcance estatal, por ejemplo), empresas y centro públicos de Interpretación y de Educación Ambiental, el Centro de Documentación Ambiental Domingo Quiroga o publicaciones como la revista Ambientalmente Sustentable, revista científica galego-lusófona de Educación Ambiental.

Incluímos el programa. Las ponencias prometen un buen nivel, especialmente nos atraen las que tienen que ver con la participación ciudadana, como la que presenta Noa Estévez, de Feitoría Verde y Arelar, sobre la implantación de un proceso de participación socioambiental en Caldas de Reis, la de Isabel Lema sobre la participación pública en la gestión del agua, otras como el mapa de recursos de educación ambiental en Galicia que presentarán Xoan Pousa (SGEA) y Nacho Varela (Técnico de la Dirección Xeral de Sostibilidade e Paisaxe de la Xunta), así como experiencias profesionales como las de Terranova, entre otras también de interés.

La Fundación As Salgueiras participa presentando su proyecto de Educación Ambiental entre profesionales, iniciativas y centros del sector.


CEIDA: Castelo de Santa Cruz, 15179 Liáns (Oleiros) - A Coruña. Teléfono: 981 630618