31 de julio de 2015

MÁS MADERA...


El grito de guerra que lanza Groucho en el final de las aventuras de los hermanos Marx en el Oeste podría servir (sin su afán destructivo) como uno de los lemas emblemáticos de As Salgueiras. Quienes seguís este blog sabéis que no nos cansamos de reivindicar el juego libre de los menores en entornos naturales o el empleo de maderas sostenibles como la robinia en el diseño de los parques. Esta semana os presentamos el proyecto del Garfield Park Play & Grow Garden de Chicago, un ejemplo de las nuevas tendencias que, poco a poco, se van abriendo camino en el uso de la madera y en la concepción de áreas de juego en Estados Unidos.
Obra del estudio site design group, el parque se caracteriza por el uso de troncos y tocones de madera como uno de sus elementos definidores. Con ellos se hacen mesas, escaleras que llevan a plataformas, incluso un sendero irregular sobre el que hacer ejercicios de equilibrio. Hay rocas, un foso de grava para jugar con la tierra, muchas plantas y hasta un árbol, podado en forma de doble Y en el que se pueden colgar lazos, hamacas, tender tiendas. Los diseñadores consideran que lo que han hecho es solo la versión 1.0 del parque y están pendientes de evaluar los usos de jugabilidad que le dan los niños para potenciar o modificar los elementos propuestos. Su filosofía pasa por proponer espacios que "inspiren, recompongan e integren a la comunidad".



Muchas de las fotos del parque muestran la habilidad con la que se ha recreado un entorno natural con apenas unos cuantos elementos. El suelo cubierto de cortezas, la omnipresencia de la vegetación, el uso de la madera... no existe apenas solución de continuidad entre lo ornamental y los elementos de juego. Muchos de estos admiten además varias posibilidades, para estimular la imaginación de los niños. Y siendo un entorno seguro, el conjunto invita a los niños a explorar y les propone elementos "arriesgados" (tronco más altos, pendientes más empinadas) sumándose así a los movimientos que comienzan a pedir que se revise la legislación norteamericana sobre parques, ya que entienden que la obsesión por la seguridad está generando espacios que no favorecen el desarrollo de los menores.

24 de julio de 2015

COOPERAR PARA SOBREVIVIR

En varias ocasiones hemos abordado en entradas del blog la relación de humanos y perros, hasta el punto que las últimas teorías, aventuran que podría ser ésta relación simbiótica una de las claves del éxito del homo sapiens. Un estudio reciente nos permite ahondar en esta línea de investigación: nos encontramos con la colaboración de los geladas (monos de la familia de los babuinos) y los lobos etíopes. Estos cánidos son una de las especies en mayor riesgo de extinción del planeta (apenas quedan unos 400 ejemplares en el norte de Etiopía) y la colaboración con los primates resulta determinante para aumentar los porcentajes de éxito de caza y como resultado de ello, su supervivencia.
Los lobos o chacales etíopes se alimentan sobre todo de roedores. Un estudio desarrollado por científicos norteamericanos demuestra que, cuando cazan en solitario, los lobos tienen éxito aproximadamente un 25% de las ocasiones. En cambio, cuando lo hacen en compañía de una manada de geladas, este éxito se eleva al 67%. De momento, los investigadores tienen más preguntas que respuestas. Por ejemplo, no está claro a qué obedece este incremento del éxito. Quizá el ruido de los monos aturde a los roedores y les convierte en presa más fácil. Por otra parte, los geladas no obtienen beneficio aparente de esta asociación. Los lobos no comparten la caza con ellos, ni les ayudan a defenderse de otros predadores de la zona, como las jaurías de perros salvajes, agresivas y portadoras de enfermedades. Sí parece claro que los chacales no atacan a los monos, esto es, no tratan de cazar una cría o a un espécimen enfermo o viejo, como han comentado los autores del estudio en sus presentaciones a los medios.

Este interesante estudio, atestigua el dato de la ayuda que prestan los monos a los cánidos, aunque por ahora no se sabe si va más allá que la condolencia de los geladas por los cánidos más amenazados del planeta y el hecho de que sean más efectivos  que el propio hombre con toda su tecnología, para ayudar en la supervivencia de esta delicada especie endémica de Etiopía. Quién sabe si en la competición entre Neandertales y Cromañones la ayuda de los lobos fue determinante para posibilitar la hegemonía de unos a costa de otros. Es difícil saber qué fue antes, el huevo o la gallina, y si el inicio de esa relación empezó por una hembra joven que perdía su cría y confortaba su instinto maternal adoptando un cachorro huérfano de lobo, que al ser criado entre homínidos, resultaba ser tan útil para los cazadores y más adelante ganaderos, que llegó a convertirse en el instrumento fundamental  de la supervivencia de los que lo acogieron.

17 de julio de 2015

EL MUNDO EN UN PARQUE


El diseño de un parque urbano debe fomentar, entre otras cosas, valores sociales como la convivencia, el juego de niños de diferentes edades, las zonas de reposo para mayores... Aunar los intereses de todos los vecinos supone siempre un reto apasionante. En las modernas sociedades multiétnicas, algunos ejemplos resultan especialmente notables. Es el caso del parque Superkilen, que ocupa unos 30.000 metros cuadrados en el barrio de Norrebro, Copenhague. La zona destaca por su multiculturalidad, ya que en ella conviven vecinos de más de 50 países. Ante esta circunstancia, el estudio de arquitectura BIG (Bjarke Ingels group) junto con el apoyo de Superflex y los alemanes Topotek 1, decidieron convertir la diversidad en el eje central del diseño, como una bandera que se exhibe con orgullo.

Concebido como la metáfora de una ciudad en miniatura, el parque se estructura en tres zonas; una barriada roja (pintada de rojo, naranja y rosa) dedicada a deportes, actividades culturales y un mercadillo semanal; una plaza negra, articulada en torno a una fuente, y pensada como una "sala de estar" al aire libre, para charlar, comer, jugar al ajedrez; y un parque verde con colinas, árboles y plantas, pensado para pasear con las mascotas, caminar o simplemente tenderse al sol.
  
Los diseñadores tuvieron en cuenta las sugerencias directas de los vecinos a la hora de trasladar al parque la variedad cultural del entorno. Así se encuentra una fuente de diseño marroquí, bancos de picnic armenios, un pulpo-tobogán de inspiración japonesa, columpios procedentes de Irak y papeleras inglesas. Los más de 108 objetos y especies vegetales de todo el mundo que pueblan el parque le dan un aire de exposición universal permanente. Además, se juega con la ironía de emplear como elementos de ornamentación letreros de neón procedentes de China o Rusia, en sus idiomas originales. Incluso han instalado uno de los toros de Osborne como referencia a España. Un guiño a la nostalgia y también un ejemplo de que el diseño inteligente puede reconvertir en elementos amables los luminosos que en ocasiones degradan la estética urbana.


Además de su apuesta multicultural, el Superkilen es un referente en el diseño de carriles bicis, omnipresentes y bien señalizados, que no entran en conflicto con las actividades del resto de los usuarios. Y por conjugar de manera armónica los espacios reservados a juegos o deportes muy activos (baloncesto, incluso rings de boxeo) con formas de ocio más tranquilas. Como dicen sus creadores, el ocio activo "no solo mejora la salud física, sino que engendra una comunidad más sana. Y es que no importa de dónde vienes, cuáles son tus creencias o qué idioma hablas, siempre podemos jugar al fútbol juntos".

10 de julio de 2015

CUALQUIER TIEMPO PASADO

El verano es un buen momento para examinar cómo se ha transformado el mundo de la infancia en las sociedades occidentales a lo largo de los últimos cincuenta años. Un cambio especialmente notable en los entornos urbanos. Willie Nelson, presidente de Future Foundation, lo ha resumido de una manera precisa: "Antes se veía a cien niños jugando en una calle por la que apenas circulaban dos coches; ahora hay cien coches en la calle y apenas un par de chavales jugando". Los estudios de Future Foundation analizan, entre otras cosas, modificaciones en las pautas de consumo. En el año 2013 realizaron un interesante trabajo sobre el comportamiento veraniego que demuestran, de manera evidente, la pérdida del juego libre en favor de las actividades organizadas. Así se calcula que una familia media ha triplicado el dinero que dedica a actividades de verano y campamentos, con respecto al presupuesto de los años 60; significativamente, el gasto en ropa de verano para niños se ha cuadruplicado en este período. Y lo más relevante, si en los veranos de hace medio siglo un niño jugaba con sus amigos sin vigilancia paterna una media de 55 veces, hoy, esa cifra ha caído a solo 24 ocasiones.
Como recuerda la periodista Barbara Allen, no hace mucho, el verano consistía en saltar de la cama, engullir deprisa el desayuno y salir en bicicleta rumbo a una nueva aventura, en el parque, en casa de los amigos, en un entorno urbano que era menos hostil y que mantenía una mayor cercanía con lo rural. Con una tranquilidad que hoy nos parece irresponsable, ningún padre se preocupaba por conocer el paradero exacto de su hijo. Antes de la era del móvil y el GPS, se entendía que la comunidad, los vecinos, "le echaban un ojo" a los chavales, asegurándose de que estaban bien. Nadie esperaba que el niño volviese a casa hasta que sintiese la llamada del hambre (y no siempre, porque también se podía merendar algo en casa de un amigo) o el toque de queda de la puesta de sol.

Hoy, los paseos interminables en bicicleta, las partidas de exploración por los entornos rurales limítrofes con lo urbano, la búsqueda de animales en el riachuelo...todo ha ido quedando relegado a un segundo plano en favor de campamentos organizados, actividades complementarias, juego dirigido. Así que ahora que nos acercamos al descanso veraniego, puede ser un buen momento para que padres, educadores y quienes trabajamos con la infancia, releamos las aventuras de Los Cinco, los cómics de Calvin y Hobbes o alguna novela de Philip Roth para recordar algunas de las cosas que le estamos quitando a los niños de hoy en nuestro afán por generar un "curriculum veraniego" tipo que los mantiene ocupados y seguros, pero que los priva de la experiencia maravillosa de la libertad.

3 de julio de 2015

DIGITAL DETOX

Las vacaciones de verano, como época de desconexión con el trabajo y ruptura con las rutinas establecidas, son también un buen momento para plantear nuestra relación con los dispositivos móviles (teléfonos, tabletas, portátiles) que se han convertido en apéndices permanentes de nuestro cuerpo y que, junto con las ventajas de mantenernos permanentemente conectados, están generando también nuevos problemas de estrés, disfunciones en la comunicación con la personas de nuestro entorno y la difuminación de las barreras entre el ocio y el trabajo. Hace unos días, la prensa recogía algunas iniciativas para tratar de encauzar esta relación, como campamentos en zonas rurales sin cobertura móvil u hoteles que proponen a los huéspedes que dejen sus móviles en una caja de seguridad para disfrutar de un fin de semana más tranquilo.
Los ingleses han acuñado ya la expresión "digital detox", recogida tanto en la Wikipedia como en los Oxford Dictionaries, para referirse a los períodos de tiempo en los que una persona restringe el uso de la tecnología para reducir el estrés y centrarse en la relación con el entorno físico inmediato. Si hasta hace pocos años, la dependencia del móvil parecía un tema secundario, una especie de dolencia caprichosa reservada a frikis de la tecnología, lo cierto es que las grandes empresas ya han empezado a tomar conciencia del modo en que la conexión (y la disponibilidad permanente) afectan al rendimiento (y al agotamiento) de su personal. Hace algunos meses, la revista Forbes dedicó un artículo aconsejando acerca de cómo realizar una desintoxicación digital. El uso de la tecnología eleva exponencialmente muchos de los rasgos presentes en el síndrome del quemado ("burn out" en el original inglés) descrito a finales de los 60 y que fue muy popular en la década de los 80 y 90. En Francia, a comienzos de este año, el periodista Pierre-Olivier Labbé grabó en un documental el reto de vivir 90 días sin conexión. 
Por desgracia, algunos de estos consejos parecen partir del reconocimiento implícito de la centralidad de la tecnología. Se proponen "períodos de ayuno digital" ante la imposibilidad de contener el empacho diario a que nos sometemos con nuestra dependencia de la tecnología. En As Salgueiras, donde, literalmente, todavía nos sentamos a ver crecer la hierba, creemos que ser capaces de estar un día o dos sin consultar el móvil o sin subir una foto a Instagram es solo un primer paso. Que la reflexión a medio plazo debe ser cómo integrar la tecnología en nuestras vidas de manera que ésta mejore el modo en que nos relacionamos con nuestro entorno, sin que genere una suerte de disfunción espacio temporal que nos lleve a estar siempre ausentes, el cuerpo en un lugar, la atención al otro lado de la pantalla o los auriculares.