3 de julio de 2015

DIGITAL DETOX

Las vacaciones de verano, como época de desconexión con el trabajo y ruptura con las rutinas establecidas, son también un buen momento para plantear nuestra relación con los dispositivos móviles (teléfonos, tabletas, portátiles) que se han convertido en apéndices permanentes de nuestro cuerpo y que, junto con las ventajas de mantenernos permanentemente conectados, están generando también nuevos problemas de estrés, disfunciones en la comunicación con la personas de nuestro entorno y la difuminación de las barreras entre el ocio y el trabajo. Hace unos días, la prensa recogía algunas iniciativas para tratar de encauzar esta relación, como campamentos en zonas rurales sin cobertura móvil u hoteles que proponen a los huéspedes que dejen sus móviles en una caja de seguridad para disfrutar de un fin de semana más tranquilo.
Los ingleses han acuñado ya la expresión "digital detox", recogida tanto en la Wikipedia como en los Oxford Dictionaries, para referirse a los períodos de tiempo en los que una persona restringe el uso de la tecnología para reducir el estrés y centrarse en la relación con el entorno físico inmediato. Si hasta hace pocos años, la dependencia del móvil parecía un tema secundario, una especie de dolencia caprichosa reservada a frikis de la tecnología, lo cierto es que las grandes empresas ya han empezado a tomar conciencia del modo en que la conexión (y la disponibilidad permanente) afectan al rendimiento (y al agotamiento) de su personal. Hace algunos meses, la revista Forbes dedicó un artículo aconsejando acerca de cómo realizar una desintoxicación digital. El uso de la tecnología eleva exponencialmente muchos de los rasgos presentes en el síndrome del quemado ("burn out" en el original inglés) descrito a finales de los 60 y que fue muy popular en la década de los 80 y 90. En Francia, a comienzos de este año, el periodista Pierre-Olivier Labbé grabó en un documental el reto de vivir 90 días sin conexión. 
Por desgracia, algunos de estos consejos parecen partir del reconocimiento implícito de la centralidad de la tecnología. Se proponen "períodos de ayuno digital" ante la imposibilidad de contener el empacho diario a que nos sometemos con nuestra dependencia de la tecnología. En As Salgueiras, donde, literalmente, todavía nos sentamos a ver crecer la hierba, creemos que ser capaces de estar un día o dos sin consultar el móvil o sin subir una foto a Instagram es solo un primer paso. Que la reflexión a medio plazo debe ser cómo integrar la tecnología en nuestras vidas de manera que ésta mejore el modo en que nos relacionamos con nuestro entorno, sin que genere una suerte de disfunción espacio temporal que nos lleve a estar siempre ausentes, el cuerpo en un lugar, la atención al otro lado de la pantalla o los auriculares.

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