29 de noviembre de 2013

EL SENTIDO DE UNA FIESTA

Durante los meses de octubre y noviembre, Nepal celebra su principal festival religioso, el Dasain. Esta festividad hindú conmemora el triunfo de las fuerzas del bien, personificadas en la diosa Durga, sobre los demonios encabezados por el malvado Mahishasura. Durante quince días, se suceden las celebraciones, los ritos, las comidas... Los mayores bendicen a los más jóvenes untando su frente con tikka, una mezcla de arroz, yogur y vermellón. Y como sucede en las fiestas de las comunidades rurales de todo el mundo, este festival es también una ocasión para comprar y estrenar ropa nueva.


Pero lo más interesante del Dasain es el papel central que el juego desempeña en las celebraciones. Como sucede en buena parte de Asia, el festival se anuncia con el vuelo de cometas, con competiciones en las que adultos y pequeños rivalizan a ver quien llega más alto o quién es capaz de derribar más juguetes del adversario. Pero más que las cometas, el emblema del Dasain son los ping, los columpios que se construyen en campos, calles, plazas o cruces de caminos durante estos días. Unas largas varas de bambú, cuerdas y un par de troncos o tableros es todo lo que se necesita para poner en pie unos columpios elegantes, estilizados, cuyo diseño rivaliza con cualquiera de las creaciones que pueden surgir de los ordenadores de un gabinete occidental.



Realizados con materiales tradicionales, los ping representan los valores de convivencia y colaboración de las comunidades nepalíes. Se construyen entre todos, entre grupos de vecinos, adultos, mayores, jóvenes y niños, y todos juegan en ellos. Los más pequeños, lo hacen sentados, los más atrevidos, de pie, desafiando el vértigo de balancearse en un asiento cuya sujección puede encontrarse a más de seis metros de altura.


La imagen de un niño en un columpio sugiere innumerables metáforas. El movimiento perpetuo, incansable, de la infancia. El retroceso sugiere reflexión, y el avance, iniciativa. Y ese grado de suspensión, ni siquiera un segundo, en el que el columpio flota en su punto más alto antes de volver a caer, lleva a experimentar la ingravidez como una cierta magia, la promesa de que casi todo puede ser posible, hasta volar. En nuestro mundo occidental en el que tantas veces perdemos las tradiciones por no saber adaptarlas a nuestros tiempos, es oportuno recordar que las fiestas no se miden en vatios o decibelios. Que el ruido no es la causa de la fiesta, en todo caso, su consecuencia. Y que pocos valores parecen más hermosos que los que convierten a un niño jugando en un columpio en una imagen de la posibilidad del triunfo del bien en el mundo.


21 de noviembre de 2013

THEASTER GATES Y LA FUNCIÓN SOCIAL DEL DISEÑO URBANO

Además de los criterios arquitectónicos, estéticos y de diseño que, junto con otros muchos, entran en juego a la hora de desarrollar un proyecto, en épocas de crisis económica resulta imprescindible reivindicar la función social del urbanismo y de todas aquellas intervenciones que se desarrollan en el entorno de la ciudad. Una coyuntura económica adversa debe servir para recordarnos que dichos proyectos tienen, como fin último, la mejora del tejido social y las condiciones de vida de los ciudadanos. Porque un parque bien diseñado o la recuperación para uso comunitario de un edificio abandonado pueden ser los primeros pasos en la mejora de las condiciones de vida de un barrio en decadencia. Porque los proyectos que nacen con la intención de escuchar y servir a todos se convierten además en motores, en semillas que generan nuevas iniciativas. Y porque quienes tienen el privilegio de actuar en el espacio común deben pensar, ante todo, en el bien común, en el retorno social de su actividad.

Theaster Gates trabajando en un proyecto de recuperación urbana en Hyde Park, Saint Louis
Como ya os hemos contado en otras entradas de este blog, el germen de lo que hoy es As Salgueiras, su filosofía (y la de nuestros patrocinadores como Galopín) nació de un proyecto vecinal de recuperación y reconversión de un vertedero en un parque urbano. En aquella primera experiencia comprobamos no solo las posibilidades de transformación física de un entorno abandonado, sino el incremento en la autoestima social, las nuevas redes de cooperación y la mejora en las relaciones comunitarias que se generaban en torno a dicho proceso. Por eso, siempre estamos atentos a la obra de diseñadores, urbanistas y artistas que ponen su trabajo al servicio de la recuperación de espacios deteriorados. Es el caso de Theaster Gates, un polifacético artista, músico y diseñador urbano, nacido hace 40 años en Chicago. Aunque su trabajo abarca  terrenos muy diferentes (es un habitual de las grandes citas de arte como Venecia o la Documenta de Kassel), su hilo conductor es la reflexión en torno a la situación del entorno y el compromiso con los sectores más necesitados de la comunidad. En su Chicago natal, Gates ha trabajado recuperando edificios en los barrios afroamericanos más humildes y degradados. Sus proyectos incluyen desde la apertura de sedes de entidades bancarias capaces de dar microcréditos a pequeños emprendedores, a la apertura de centros culturales en los que se exhiben documentales sobre las culturas africanas o vídeos musicales de artistas callejeros. Para Gates, el proceso de creación o planificación no puede ser nunca ajeno a la situación de la comunidad en la que se desarrolla el trabajo. Si el entorno tiene dificultades, el creador debe enfrentarse a ellas y contribuir a resolverlas en la medida de sus posibilidades, sin volver la vista a un lado. 





Capaz de subir a un escenario a tocar con su grupo The Black Monks of Mississippi, de supervisar el proceso de cocción de ladrillos en un taller artesanal o de llevar su discurso sobre la conciencia social a los grandes salones de los museos internacionales, Gates representa un modelo de artista doblemente contemporáneo, por su capacidad polifacética y por su decisión de trabajar en y para el mundo en el que le toca vivir, convencido, como dijo al Chicago Magazine, de que "el buen arte puede servir para mejorar una mala barriada". Aunque en internet hay una gran cantidad de información sobre su obra, os recomendamos esta entrevista en la edición en castellano de Newsweek como una introducción general a su filosofía.



15 de noviembre de 2013

MEDIOAMBIENTE Y SENTENCIAS

Esta semana se producía la que sin duda es la noticia medioambiental del año en España, la lectura de la sentencia por el juicio del Prestige. El fallo, que excluye responsabilidades penales para los encausados y rebaja a 22 millones de euros el dinero a pagar por la aseguradora, frente a los más de 4.000 millones en que se cifraron los daños de la catástrofe, ha suscitado gran cantidad de reacciones, mayoritariamente contrarias, ha reabierto debates políticos y ha puesto de nuevo sobre el tapete la duda acerca de si las costas gallegas están hoy mejor protegidas que antes del accidente.


Al margen de opiniones políticas, todas ellas respetables, lo cierto es que la sentencia sugiere una serie de reflexiones interesantes desde el punto de vista de la defensa del medioambiente.

- Es imprescindible agilizar el ritmo de la justicia. Una catástrofe ambiental ocasiona daños cuando se produce y estos daños son mayores cuanto más se tarda en actuar para reparar sus causas. Las tareas de recuperación deben de ser inmediatas y disponer del mayor caudal de fondos posible. Al margen de las aportaciones públicas, resulta obligado agilizar el proceso que determina las responsabilidades privadas y el cobro de las indemnizaciones pertinentes, para que la parte correspondiente de dichos fondos se incorpore cuanto antes a proyectos medioambientales

- La justicia funciona mejor cuanto más claro es el marco de juego. En el vertido del Exxon Valdez del año 1989, que cambió la legislación medioambiental estadounidense, las reclamaciones resultaron efectivas porque se actuaba contra una empresa conocida, el grupo Exxon, que tenía beneficios billonarios. En casos como el del Prestige, asistimos atónitos a la catástrofe de un aparente buque fantasma, del que se desconocen dueños, naviera, empresa.... Si el medioambiente es de todos, no puede ser que los agentes que lo amenazan no sean responsabilidad de nadie. Detrás de una actividad de riesgo debe exigirse una empresa solvente, capaz de asumir el coste de una catástrofe.

- La conciencia medioambiental no es una moda vintage de finales del siglo XX. La respuesta de los voluntarios limpiando las playas fue emocionante, las movilizaciones  tras la catástrofe midieron el grado de indignación de la ciudadanía. Pero un fogonazo, por intenso que sea, siempre es menos efectivo que un goteo. En España no se ha consolidado un partido verde que tenga el peso de sus homólogos alemanes o escandinavos. Sin este referente, no puede extrañar que las cuestiones medioambientales fluctúen al alza o a la baja en función de los intereses de los grandes partidos generalistas.La reclamación de políticas eficaces de protección ambiental debe ser continua, con o sin accidentes, con o sin crisis económica, gobiernen tirios o troyanos.

- La satisfacción, o la frustración, no equivalen a la información. Aunque la sentencia hubiera dictado penas de cárcel, seguiríamos sin saber si contamos con un protocolo de actuación mejor diseñado en caso de nuevo accidente. Seguiríamos sin saber quiénes y con qué criterios formarían un hipotético gabinete de crisis. Seguiríamos sin contar con un puerto refugio en caso de que determinados tipos de accidentes contemplen esta opción como la mejor. Seguiríamos destinando una inversión inferior a la media europea a proyectos de I+D que son los que pueden estudiar la regeneración de las costas o la evolución de especies afectadas y generar nuevas soluciones de lucha anticontaminación o de recuperación ambiental. La lista de lo que ignoramos y de lo que aún no tenemos (remolcadores de gran potencia incluidos) sigue siendo larga.

- En lo que hace a la Naturaleza, ninguna sentencia restituye la situación previa al daño causado. Por eso, al margen de opiniones personales acerca del fallo del Prestige, cabe extraer una conclusión común: debemos invertir más en prevención, en protección y en defensa del medioambiente. Debemos evitar que la crisis económica relegue a un segundo plano las políticas medioambientales. Para evitar la sensación de fracaso o burla que dejan algunas sentencias, y porque la Naturaleza no puede acelerar su ritmo de recuperación, ni siquiera cuando los culpables acaban en la cárcel.

8 de noviembre de 2013

MENTIRAS EN TORNO A LA DEFORESTACION

La lucha contra la deforestación de la Amazonía brasileña se ha convertido en uno de los grandes emblemas de la causa medioambiental de nuestro tiempo. Biólogos, zoólogos, premios Nobel, actores y estrellas del rock han prestado su voz o su imagen para trasladar su preocupación a la sociedad y tratar de convencer a políticos y empresarios de la necesidad de promover medidas de conservación de las grandes masas vegetales del planeta. La metáfora que las compara con los pulmones o los termómetros de la Tierra resulta plenamente acertada. De los bosques dependen, entre otras muchas cosas, la calidad del aire, la estabilidad del clima o la posibilidad de conservar miles de especies animales que, desprovistas de su hábitat, se verán irremediablemente abocadas a la extinción.

Por desgracia, la fuerza del Amazonas brasileño como bandera lleva a olvidar que selvas de otros rincones del planeta, en Asia, África, Europa o la propia América Latina, sufren agresiones similares. La minería incontrolada, proyectos urbanísticos o de infraestructuras mal diseñados y los intereses de las grandes compañías madereras y frutícolas provocan su paulatina desaparición. Los medios de comunicación trasladan con cierta frecuencia a la opinión pública cifras alarmantes sobre los miles de hectáreas perdidas, pero muchos expertos insisten en la importancia de analizar no solo la destrucción sino también las supuestas cifras de recuperación que se difunden desde fuentes oficiales.

Es la postura de Marc Dourojeanni, profesor emérito de la Universidad Nacional Agraria de La Molina y colaborador de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), que el pasado agosto publicaba en la web Actualidad Ambiental de Perú un interesante artículo sobre la deforestación en la Amazonía peruana. El profesor Dourojeanni analiza cifras oficiales desde 1960 y expone con claridad las dudas que generan muchas estadísticas y los trucos que se emplean para mejorar de manera ficticia los resultados de la lucha contra la deforestación: cambios en la denominación de los tipos de suelo, cambios en los lindes de las demarcaciones administrativas o la consideración de los bosques secundarios como bosques originales. Como insiste el autor, los bosques secundarios, esto es, los que se generan tras la deforestación del bosque original, carecen de la riqueza de especies vegetales de los primeros y no recuperan los ecosistemas dañados.

La preocupación por la deforestación está de actualidad como una de las subtramas de Libertad, la última novela de Jonathan Franzen, el autor de moda en Estados Unidos, que cuenta entre sus lectores al presidente Barack Obama y a la popular presentadora Oprah Winfrey. En la novela, un trust de empresas pone en marcha un plan de minería agresiva en las montañas de Virginia y contrata a un ecologista bien intencionado pero poco formado para convencer a la opinión pública de que una vez que se destroce la capa vegetal del monte y se extraiga el mineral, se recuperará el bosque y se creará una nueva reserva natural. Obviando, claro, que en 25 años no se pueden recuperar bosques que han crecido durante milenios.

En As Salgueiras organizamos actividades que conciencien a todos, pequeños y grandes, del valor de los bosques. De su importancia como fuentes de biodiversidad, de salud, de bienestar. Y por eso estudiamos las posibilidades de explotación de maderas como la robinia, una especie que nos parece idónea para evitar el uso de maderas tropicales como la teka. Porque un bosque es una filigrana maravillosa e intrincada, que tarda milenios en consolidarse pero puede venirse abajo en un instante.