27 de febrero de 2011

Biofilia vecinal

En La Voz de Galicia:

Javier Becerra | A Coruña | 25-02-2011


«Un grupo de vecinos de la plaza de Lugo ha solicitado al Ayuntamiento un espacio en la calle para levantar una estatua en honor a Ney. Es el perro de los propietarios de la floristería Armonía, un golden retriever muy popular en la zona, que se ha ganado el corazón de los residentes. Teniendo en cuenta su popularidad y su avanzada edad (en verano cumple 10 años), quieren inmortalizarlo para siempre.»...+


(Foto de Vanessa Dorado Piñeiro en el perfil Facebook de Ney)

23 de febrero de 2011

Un reflejo animal

Por Ana Lista Paz


El pasado fin de semana, asistí, junto con mis compañeros de CEFINE, Antonio, Lucía y Serafín, a un curso de terapia asistida con burros organizado por la Asociación A.N.D.R.E.A. Hoy quisiera prescindir de todo dato estadístico y referencias bibliográficas, para compartir con vosotros una experiencia que ilustra la riqueza de la Terapia Asistida con Animales (TAA). En el aula nos esperaba Piña, un simpático y sociable gallo. Se dejaba acariciar por todos y descansaba en el regazo de quien lo quisiese acurrucar. Otras veces vagabundeaba por la sala, con mucha discreción. El segundo día, Piña traía acompañante: su amiga Sara, una perra color canela, de orejas largas, facciones dulces y expresión relajada. A veces se acercaba a nosotros anhelando mimos, nos olisqueaba o descansaba en algún rincón, ofreciéndonos su compañía.

Al principio no entendía muy bien el objetivo de nuestros singulares compañeros de pupitre, al fin y al cabo, ellos no nos iban a hablar de la plasticidad neuronal, ni nos iban a ilustrar la metodología de la asinoterapia. Pero el segundo día ocurrió algo que le dio sentido a todo aquello. Estábamos debatiendo sobre el aspecto económico de las TAA, cuando los ánimos del aforo empezaron a caldearse, incrementándose la tensión en cada palabra. En el clímax de aquel revuelto gallinero, Piña comenzó a cacarear cada vez más y más fuerte, moviéndose agitado por toda el aula, mientras Sara, meneando nerviosamente su rabo, describía círculos alrededor de las mesas. En aquel momento, nuestros compañeros animales eran un fiel reflejo de nuestro comportamiento. Habían captado la mala energía de aquella sala, y nos devolvían lo mismo que les estábamos dando. En un momento, Marcos (un chiquillo de unos ocho años amigo del gallo) dijo: —¡Piña nos está diciendo que hay que cambiar de tema! Los ánimos pronto se calmaron, y todo volvió a la normalidad. Sara se quedó plácidamente dormida en medio de la sala y Piña descansó tranquilo en los brazos de Marcos.

Esta pequeña anécdota es un gran ejemplo de cómo los animales se convierten en mediadores sociales, captando magistralmente nuestra energía, y devolviéndonos lo que reciben. Así, entre humanos, los animales son un nítido reflejo de nuestro comportamiento social.

Sin duda, Piña y Sara tenían mucha cabida entre nosotros.


20 de febrero de 2011

Monte Aloia, el columpio

El pasado 29 de Noviembre me acerqué con mis alumnos de la EISV al Monte Aloia en la Serra do Galiñeiro, próxima a la desembocadura del Rio Miño. La razón de nuestra visita a esta sugerente montaña poblada de singulares y crecidos árboles, fue la de practicar la fotografía de naturaleza, entendiendo esta como un concepto o idea en el que poder introducir el elemento humano para hablar de la relación entre el hombre y el medio natural.
Invité a mis alumnos a conceptualizar cada uno de sus trabajos, a que preparasen sus tomas decidiendo el fragmento de paisaje que captarían, que pensasen en su protagonista si lo hubiese, en como iría vestido y con que atrezzo compondrían la imagen. Los invité a que imaginaran la foto antes de hacerla, ya que podrían inducir la acción de sus protagonistas pidiéndoles que hiciesen esto o aquello durante la toma.
Algunos incluyeron en sus imágenes elementos tecnológicos como contraste con el ritmo eterno de lo natural, otros pidieron a sus protagonistas que posasen desnudos tratando de evitar la civilización; yo monté un columpio colgado de un árbol para intervenir emocionalmente el paisaje. Pedí a mi protagonista que al columpiarse acariciase el suelo con la mano y cerrase los ojos para sentir la natura; después, en el montaje, dispuse un texto y un piano de aficionado para afirmar mi autoría.
Un video que no tiene guión, solo localización, casting, estilismo, atrezzo, acting, manejo de cámara y montaje. Un video hecho como una foto. Una mirada al paisaje para ver la vida.

15 de febrero de 2011

¿Aparecen árboles en nuestro cuadro favorito?

Por Miguel Moreno

El último libro del recientemente fallecido Dennis Dutton, editor del prestigioso Arts & Letters Daily, ha puesto de moda en Internet el cuadro America’s Most Wanted Painting de los artistas Komar & Melamid. En esta obra pictórica figura un paisaje en el que predomina el color azul y aparecen George Whashington, unos niños y animales en un paisaje natural. Los artistas hicieron el tipo de cuadro que más agradaría a los norteamericanos.


También pintaron otras obras en las que expresaron el gusto pictórico de los chinos, franceses, kenianos, etc. El tema de los cuadros casi siempre resultó ser un paisaje natural con árboles, algún animal y seres humanos. Se trató de un experimento que Vitaly Komar y Alex Melamid realizaron basándose en estudios estadísticos. Empresas demoscópicas con sucursales en todo el mundo hicieron encuestas en once países —no en España— con el propósito de averiguar qué tipo de cuadro gustaría más a la gente de culturas y ámbitos geográficos diferentes. A los encuestados se les preguntó qué preferían ver en un cuadro: una escena de interiores, un bodegón, animales, personajes populares vestidos o desnudos, etc. A partir de sus respuestas, se elaboró un informe sobre el gusto artístico de unos dos mil millones de personas. El experimento dio lugar a la serie denominada People's Choice, que provocó una intensa polémica en el mundo de la crítica artística.

Más allá del valor estético que concedamos a estos cuadros, llama poderosamente la atención que en casi todos ellos aparezca un paisaje, agua, cielo, animales y algún ser humano. En culturas tan distantes como la de U.S.A., Kenia o China las preferencias artísticas de los encuestados resultaron asombrosamente similares. Denotaban una clara atracción por la naturaleza, por el paisaje y los seres vivos. Por así decir, se daría el caso de que la percepción estética del ser humano en cualquier lugar tiene una impronta «biofílica»; en ella se manifiesta el gusto por los espacios naturales verdes y con agua. ¿Es inherente a la naturaleza humana el disfrute del paisaje? ¿O sólo es algo que ha producido la industria publicitaria llenando de imágenes de paisajes los calendarios, anuncios televisivos o los carteles nuestras ciudades?

12 de febrero de 2011

XI Congreso de Psicología Ambiental

Universidad de Almería, del 9 al 11 de febrero de 2011

Por Francisco Figueroa

Durante estos últimos días ha tenido lugar la undécima edición del Congreso de Psicología Ambiental, presidida por Baltasar Fernández, de la Universidad de Almería y organizada por la Facultad de Psicología de la UAL. Está concebida ya en su presentación como foro abierto de intercambio de ideas, experiencias y sugerencias sobre las preocupaciones ambientales de nuestra sociedad para las próximas décadas. Un tiempo de debate que facilite la participación, la discusión y el diálogo entre perspectivas y disciplinas múltiples.

Las ediciones inmediatamente anteriores fueron la novena en Madrid (en La Casa Encendida), dirigida por José Antonio Corraliza (Universidad Autónoma de Madrid) el año 2006, y la décima en Lisboa, a cargo de Maria Luísa Lima (Escola de Ciências Sociais e Humanas, Instituto Universitário de Lisboa) el año 2009. Ambos investigadores participan asimismo en el comité científico de la edición actual.

El programa de este XI Congreso se centra en dos líneas principales de trabajo, los estudios urbanos y el discurso de la sostenibilidad: las ciudades del presente y del futuro, los nuevos espacios públicos y los nuevos modelos residenciales, conviven con una preocupación por el sostenimiento de una sociedad consciente de su dimensión ecológica y responsable ante los retos de las nuevas energías, la conservación del patrimonio ambiental y la sostenibilidad de los asentamientos humanos.

El nivel de los participantes y ponencias es muy alto, entre ellas quisiéramos mencionar: “La conectividad hacia la naturaleza y la proambientalidad: un efecto mediador”, de L.C. Bethelmy Rincón, J.A.Corraliza y S. Collado; “Conectividad con la naturaleza y bienestar hedónico y eudaimónico” de J.I. Aragonés, P. Olivos y M.L. Lima; “Comunicación ambiental para la transformación social” de C. Piñeiro, M.J. Díaz, M. Palavecino, A. Jiménez, J. Benayas, L.E. Alonso y R. Martín.

Entre los grupos temáticos tratados nos han parecido particularmente interesantes los dedicados a la Educación y comunicación ambiental y al Comportamiento proambiental. Y en las sesiones plenarias, ponencias destacables como la de Maria Luísa Lima “Participar en la construcción de paisajes: un reto para la Psicología social ambiental” o la de Terry Hartig “Current Issues in Restorative Environments”; Hartig (Institute for Housing and Urban Research de la Universidad de Uppsala, Suecia) es uno de los investigadores que más sólidamente ha estado trabajando en Europa en los efectos restaurativos y terapéuticos del entorno natural, así como en la influencia de las zonas verdes urbanas y espacios naturales en la salud y la expectativa media de vida.

Un Congreso de gran interés que ojalá tenga repercusión en los procesos y resultados de toma de decisiones en cuanto a la planificación urbana, los espacios arquitectónicos, la redefinición de las intervenciones en el espacio público, las zonas verdes y de juego y la valoración del entorno natural.


9 de febrero de 2011

¿Cuchillo o bisturí?

Por Antonio Bestilleiro


Hace unos días, durante una sesión de hipoterapia en As Salgueiras, me vino a la memoria una pequeña anécdota que se dio durante mi formación en hipoterapia hace ya unos añitos… Me voy a permitir comentarla pues me parece muy ilustrativa.



Durante mi formación con la Handy Cheval (escuela francesa de hipoterapia), en uno de los días de clases prácticas fueron invitados por la organización una serie de personalidades (médicos de diversas especialidades, miembros del gobierno local, etc.) para presenciar una sesión de tratamiento realizada por los profesores y de este modo dar a conocer y promover la actividad. Al finalizar la sesión, uno de los invitados se aproximó a la profesora con la que yo estaba colaborando y le comentó:

—Disculpe usted, realmente me parece impresionante el tratamiento y los cambios que se evidenciaron en el paciente en una sola sesión. Pero, visto desde fuera, tampoco parece tan complicado. Usted no ha hecho nada extraordinario, y supongo que mover a un niño encima de un caballo lo podría hacer cualquiera con un cierto dominio sobre el animal, no necesariamente personal sanitario.

La profesora, guardando un momento de silencio y sin perder su sonrisa, se dirige al invitado y le responde con otra pregunta (más que francesa parecía gallega…):

—¿Usted sabría decirme cual es la diferencia entre un cuchillo y un bisturí?

Viendo la cara de confusión del invitado, la profesora se adelantó a su respuesta:

—No existe ninguna diferencia. En caso de emergencia, y tras una debida esterilización, un cuchillo podría convertirse en bisturí en las manos de un experto cirujano. Pero le aseguro que el mejor de los bisturís en mis manos jamás dejaría de ser un mero cuchillo.

Salvando las distancias, lo mismo sucede con el caballo. Se puede utilizar el mismo caballo, con el mismo paso, con los mismos movimientos, para dar un paseo o para realizar un tratamiento de hipoterapia. La diferencia la marcan los objetivos trazados y la mano experta que los dirige. No podemos olvidar que las personas susceptibles de tratamiento con hipoterapia son portadoras de una patología motora, en la mayoría de los casos de origen neurológico. Si a esto sumamos el potente generador de estímulos que es un caballo, cuando el tratamiento no está debidamente dirigido y supervisado por un profesional cualificado, este puede resultar seriamente perjudicial para el paciente, “el bisturí se puede convertir en cuchillo…”

6 de febrero de 2011

Tiempo de injertos


Variedad de pera Urraca en As Salgueiras

Por Francisco Figueroa

Estos últimos días de temperaturas suaves están haciendo que suba la savia de los frutales más tempranos. Los silvestres saúcos —¡qué rica mermelada, sopas, e incluso un vino campesino dan sus salutíferos frutos!— fueron los primeros en brotar, ya en enero. En este tiempo empiezan a reventar las yemas de almendros y acerolos, los primeros ya florecen por el sur, y a poco les pasará a los albaricoqueros, melocotoneros y congéneres, así como ciruelos y cerezos; más tarde, ya entrada la primavera, lo harán manzanos y perales. Es buen momento, dicen los viejos del campo, para injertar, mejor en cuarto creciente; algunos afirman que mejor aún los días inmediatos a la luna nueva y, sobre todo, entorno a la llena. Para injertar púas en hendidura simple, doble o a caballo, se entiende, porque de corona conviene esperar un poco todavía, y más aún los de yema (es esto cada cual tiene su teoría y su propia experiencia).

Pexegueiros, ameixeiras, cerdeiras, maciñeiras (maceiras), pereiras… nombres que evocan el saber de las gentes del medio rural gallego durante muchas generaciones, “cultura” en el doble sentido del término. Multitud de varietales tradicionales (más de cuatrocientas de manzanos y de doscientas de perales gallegos guarda el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo en su magnífico Banco de Xermoplasma, sus investigadores y los de la Universidad de Santiago hacen una meritoria labor de conservación) muchas “en peligro de extinción”, que suponen, además de un importante patrimonio genético, una paleta de sabores de antaño que, sin despreciar las nuevas surgidas en diversos países, en muchos casos serían capaces de competir con las variedades habituales en los mercados, si hubiera suficiente producción.

Manzanas como las Camoesas (que ya aparecen en tratados españoles del siglo XVI y una de cuyas razas era la manzana preferida por Felipe II, llegando a adquirir renombre en otros países), Tres en Cunca, Tabardillas, Sangue de Touro, Repinaldo, Pero Mingán, Ollo Mouro, de Viño…. Peras como las Urracas, Manteigas, Perucos… por solo citar algunas.

La Asociación Galega da Froita Autoctona do Eume es otra encomiable iniciativa de cultivadores, viveristas y amantes de los frutales antiguos, personas generosas y entusiastas que desde hace unos años vienen organizando muestras, cursos, premios a las mejores variedades, y están recuperando algunas casi perdidas en un par de fincas de demostración y de conservación, cedidas en Doroña y San Sadurniño, y con la colaboración del vivero especializado O Pomariño, en A Capela. Especial atención prestan también al manzano, del que aún quedan exquisitas variedades en cultivo por estas tierras.

Estas iniciativas públicas, asociativas, o las realizadas por particulares y empresas (hace poco comentábamos de la recuperación de buenos ejemplares de variedades antiguas en Cerceda) son una esperanza para el futuro de magnificas variedades antiguas y de otras que supone una riqueza y reservorio genético de posibles futuras variedades por medio de cruces. En As Salgueiras nos pondremos a injertar en breve, conservaremos un añoso ejemplar que sobrevive junto a la antigua aldea de nombre tan genérico de pera Negra do Inverno, una pera tardía de guardar, y otro de una variedad de Urraca un tanto especial, así como de algunos excelentes nogales (nada que envidiar a los californianos y centroeuropeos) y más manzanos como ésos de Cerceda, estaquillaremos esquejes de higueras y seguiremos buscando una antigua ciruela grande, roja, jugosa y aromática que hubo por Ares y que aún está presente en el recuerdo familiar.

Es tiempo de injertar…




2 de febrero de 2011

¡Richard Long en Pontevedra!

Por Xulio Correa
Pontevedra, al igual que A Coruña en los alrededores de La Torre, cuenta con un área de paisaje natural puesto en valor mediante procedimientos artísticos. A Illa do Cobo es una isla fluvial situada casi en plena ciudad, conocida como "Illa das Esculturas", realizada en 1999 con el asesoramiento de Rosa Olivares y Antón Castro.
Es un lugar natural que mantiene su aspecto original de "xunqueira" sin más acondicionamiento que las pasarelas de acceso y algunos senderos, los trabajos escultóricos se encuentran plenamente integrados en el territorio, incluyendo ni más ni menos que un trabajo del ¡mismísimo Richard Long!

Long es un maestro mundial del arte contemporáneo y no es un artista al uso, pues su visión forma parte de la tradición del paseo, forja su trabajo recorriendo paisajes y realizando itinerarios para buscar la relación del medio con el ser humano, creando nuevos significados a través de obras sencillas, como su “A Line Made by Walking” obligada para cualquier estudiante de Bellas Artes. Su gran claridad conceptual llama a valorar y a sentir el paisaje en el que se enmarcan sus sencillas líneas y círculos.

Pues bien, Richard Long fue invitado a realizar una obra específicamente destinada a la isla y dejó en Pontevedra esta línea de piedras y las siguientes notas: “Un sendero es un lugar. También es un camino que va de un lugar a otro, de aquí hasta allí, y vuelve nuevamente. Cualquier lugar a lo largo de él es una parada. La percepción de su longitud depende de la velocidad del caminante, o de sus pasos, o de su dificultad. …/… Un sendero se hace por el movimiento, por las huellas acumuladas de los usuarios. …/… Alrededor del mundo en las diferentes culturas, los senderos están marcados de muy diferentes formas, con mojones, postes indicadores, puntos kilométricos, banderas de oración, altares, muros menai, y otras marcas sagradas o culturales”.

Al recorrer A Illa das Esculturas en Pontevedra y sentir al artista y su obra en unión intima con la naturaleza, orgulloso de mi paseo puedo decir: ¡Viva Richard Long! ¡Viva Pontevedra!

1 de febrero de 2011

Comunicación superficial

Por Miguel Moreno

De nuestra condición animal —los medievales denominaron al hombre dentro de la escala animal «bípedo implume»— podemos deducir que tenemos conductas naturales e instintos que se manifiestan en toda cultura y sociedad. El etólogo austriaco Irenäus Eibl-Eibesfeldt, discípulo aventajado de Konrad Lorenz, hizo en su día un estudio etológico de la conducta humana en las modernas sociedades de masas.

Eibl-Eibesfeldt detectó que, al igual que otras especies, el primate humano tiene dos tendencias en su sociabilidad: procura establecer contactos con miembros de su especie; pero, al mismo tiempo, posee una disposición innata a desconfiar de los extraños. Esta ambivalencia en nuestra conducta la observó en humanos recién nacidos: lo mismo sonríen al extraño que lloran cuando éste les coge apartándolos de los brazos de su madre. En todas las culturas y civilizaciones, Eibl-Eibesfeldt comprobó que en los humanos coexistía el instinto de sociabilidad con la reacción de temor ante los extraños. Cuando el humano se hace adulto, adquiere familiaridad con su grupo y establece un estrecho contacto con los miembros que lo componen. Sus reacciones de desconfianza, entonces, se focalizan hacia quienes no forman parte de su tribu, pueblo, o vecindad.

El progreso en las comunicaciones y los asentamientos urbanos con mayor densidad de población han dado lugar a que los contactos con extraños sean más habituales y, por tanto, a que las reacciones del espécimen humano ante los desconocidos sean menos agresivas. Sin embargo, el etólogo austriaco comprueba que en las sociedades de masas los continuos contactos con extraños dan lugar a lo que denomina «la sociedad de la desconfianza», a una conducta reservada y algo esquiva. Brotan tendencias asociales y el ser humano suele recluirse en una intimidad en la que se siente protegido. Pero esto le conduce a la soledad, al aislamiento, y a la insatisfacción por su incomunicación en medio de la masa. Predomina en las ciudades una «desatención cortés». La saturación de comunicaciones obliga a establecer relaciones muy superficiales con los semejantes en las que no hay una implicación personal. El individuo se limita a proceder con urbanidad pero manteniendo las distancias.

Tendemos a comunicarnos con los medios modernos, sobre todo con la TV e Internet. Pero nuestra comunicación es muy pobre y superficial. No es extraño que emerja el mito de la media naranja: encontrar a alguien con quien nos comuniquemos a la perfección y que acabe definitivamente con nuestro aislamiento.