Por Francisco Figueroa
Durante estos últimos días ha tenido lugar la undécima edición del Congreso de Psicología Ambiental, presidida por Baltasar Fernández, de
Las ediciones inmediatamente anteriores fueron la novena en Madrid (en
El programa de este XI Congreso se centra en dos líneas principales de trabajo, los estudios urbanos y el discurso de la sostenibilidad: las ciudades del presente y del futuro, los nuevos espacios públicos y los nuevos modelos residenciales, conviven con una preocupación por el sostenimiento de una sociedad consciente de su dimensión ecológica y responsable ante los retos de las nuevas energías, la conservación del patrimonio ambiental y la sostenibilidad de los asentamientos humanos.
El nivel de los participantes y ponencias es muy alto, entre ellas quisiéramos mencionar: “La conectividad hacia la naturaleza y la proambientalidad: un efecto mediador”, de L.C. Bethelmy Rincón, J.A.Corraliza y S. Collado; “Conectividad con la naturaleza y bienestar hedónico y eudaimónico” de J.I. Aragonés, P. Olivos y M.L. Lima; “Comunicación ambiental para la transformación social” de C. Piñeiro, M.J. Díaz, M. Palavecino, A. Jiménez, J. Benayas, L.E. Alonso y R. Martín.
Entre los grupos temáticos tratados nos han parecido particularmente interesantes los dedicados a
Un Congreso de gran interés que ojalá tenga repercusión en los procesos y resultados de toma de decisiones en cuanto a la planificación urbana, los espacios arquitectónicos, la redefinición de las intervenciones en el espacio público, las zonas verdes y de juego y la valoración del entorno natural.
Jacqueline, muchas gracias por tu interés y elogiosas palabras, especialmente al venir de una especialista.
ResponderEliminarEstamos muy interesados en los trabajos e investigaciones en psicología ambiental, entre otras disciplinas, hemos querido dar noticia de la celebración de un evento tan relevante como supone ese Congreso. Entre nuestros deseos y proyectos está precisamente colaborar y difundir estudios realizados en este campo y en otros relacionados, que en breve aparecerán en Ediciones As Salgueiras.
En el blog hay algunas entradas anteriores relacionadas, y por supuesto seguiremos tocando estos temas.
Visitando tu página se percibe el valor que le das al contacto con la naturaleza, como la imagen del almendro en flor, y también las maravillas del Roque Nublo y las dunas de Maspalomas.
Los efectos terapéuticos del contacto con la naturaleza sobre la angustia, la depresión, el stress, están muy estudiados ¿has tenido experiencias de sus efectos potenciando la resiliencia y la superación del duelo?
Bienestar "hedónico" y "eudaimónico". Si no me falla la memoria, estas nociones proceden del contraste entre la ética de Epicuro y la de raíz aristotélica. Me sorprende ver estos términos en una ponencia de Psicología Ambiental.
ResponderEliminarOccam, como siempre afilando los conceptos, ... incluso se podría distinguir entre hedonismo 'lato sensu' y epicureísmo. Recuerdo un breve texto de Emil Cioran, "la otra cara de un jardín" en que comentaba lo paradójico de la vida de Epicuro (padecía bastantes sufrimientos físicos).
ResponderEliminarEs interesante que los autores de esa ponencia maticen e incluyan ambos aspectos en relación a la conectividad con la naturaleza, ambos son conceptos de la psicología inspirados en la filosofía griega, el del bienestar hedónico, la felicidad emocional y también en tanto que disfrute... y el bienestar eudaimónico, de completitud o 'plenitud de ser', satisfacción en tanto que desarrollo de nuestras potencialidades, la felicidad en el sentido aristotélico (como bien dices) de hacer lo que es propio al ser humano. La conectividad con la naturaleza (si queremos podemos llamarla Biofilia en un sentido ampliado) es pues imprescindible para un concepto integral, pleno, realizado, de persona, que además conlleva lo emocional, afectivo y lo gozoso,... incluyendo lo lúdico, en mi entender (ambos modos de comprender la felicidad, hedónico y eudaimónico no están reñidos, ya sabemos por ejemplo que el juego forma parte no sólo del aprendizaje y de las pautas y rituales sociales, sino también es necesario para esa plenitud de la persona).
Lo que me atrae del título de esa ponencia es que necesitamos la naturaleza para realizarnos como personas; es algo fácil de entender, diríamos que una obviedad, pero por desgracia no es tan obvio cuando es necesario formularlo, y esa formulación es importante hacerla en los tiempos que corren.
Es curioso que tanto Platón como Epicuro filosofasen y mantuviesen sus escuelas en un jardín.
Como dices Francisco, a pesar de ser una obviedad, nos hemos olvidado de la importancia de estas cosas... Durante las últimas décadas muchas personas "escaparon" de las zonas rurales a las ciudades con el fin de "prosperar" y prosperar en muchos casos se convierte en aumentar los niveles de estrés y alejarse cada vez más del contacto con la naturaleza. Este contacto ni siquiera había que decir que era terapéutico si no que era simplemente eso, NATURAL. Con la "prosperidad", las ciudades se diseñaron y planificaron de forma que esta lejanía se hizo más y más patente... y lo natural se pierde. Nuestro cerebro no ha cambiado mucho en los últimos 50000 años, pero el entorno sí y eso produce dificultades para la adaptación y en consecuencia que nuestra salud se resienta. Confío (quizá sea demasiado optimista..) en que este tipo de iniciativas llegan en un buen momento; nos estamos dando cuenta de que el progreso a costa del bienestar tiene un precio: el desarrollo de la patología.
ResponderEliminarGracias por difundir este tipo de eventos!
Gracías a ti también Lucia por tu participación como profesional que eres en la materia. Aunque yo no lo soy de la psicología, valoro mucho las aportaciones que estáis dando los psicólogos, tanto al detectar esas carencias del ámbito urbano, como en particular los estudios desde la psicología ambiental y la psicología social y creo que desde esas disciplinas se puede colaborar a volver a poner en valor el medio rural y natural y por ende los paisajes relacionados; entender que algunos vínculos que se están perdiendo conllevan carencias y patologías, como bien indicas en tu análisis.
ResponderEliminarY también en la mejora de los ambientes urbanos con más presencia de zonas verdes adecuadas.
La configuración geográfica de Galicia permite que aún se conserve parte de ese mundo rural, que también ha cambiado enormemente en las últimas décadas, como en todo el país; creo que aún estamos en disposición de aprovechar las características naturales que aún existen, revalorizarlas en beneficio de las personas; eso requiere buscar viejas y nuevas potencialidades.
Cuando era pequeña me crié entre la ciudad y la aldea, lugar en el que de alguna forma aún me sigo "criando". A veces reflexiono sobre lo que supondría volver hacia atrás... es verdad que mi análisis en parte se basa en una cocepción un poco idílica ya que era una niña, pero de todos modos sigo echándolo de menos y pensando en la abrumadora diferencia de dos mundos que no están tan alejados en el tiempo.
ResponderEliminarRecuerdo que cuando salías a la calle (bueno, a los caminos) estaba lleno de gente; niños, adultos y mayores compartían espacio, tiempo y situaciones. Cada dos "leiras" encontrabas vacas y ovejas y alguién que las cuidaba con quien hablar o personas que estaban trabajando la tierra. La televisión empezaba a tener interés pero no se le dedicaba más que la hora del telediario... y había muchos niños con los que te sentías muy libre porque nos dejaban a nuestro aire, ir de aquí para allá.
Ahora encuentras poca gente, pocos animales, pocos niños, poca gente trabajando la tierra... casas vacías, y lo que más suele llamar mi atención porque me parece muy simbólico: extensiones de tierra donde crece la maleza porque no hay animales que la necesiten (algo impensable antaño).
De todos modos, aún con este panorama tan melancólico y en la línea de lo comentaba antes, este lugar (al igual que otros muchos) despiertan interés en mucha gente, ganas de participar; no como cuando se produjo el boom del éxodo rural, época en la que las aldeas se despreciaban un poco frente a los grandes bloques de cemento.
Pues me has leído la mente, porque estuve tentado de escribir que esperaba no incurrir en una visión excesivamente romántica de la realidad...
ResponderEliminarYo nací y me crié en el borde de una pequeña y tranquila población, donde tuve un contacto muy directo con el campo y la naturaleza, y además había un cierto grado de socialización en el lugar,un poco en el sentido que comentas; de niño pase a Madrid, en un zona concreta donde a pesar de todo algo de lo anterior se mantenía (había hasta vacalouras -ciervos volantes-, renacuajos y largarto ocelado, estoy hablando de finales de los 60..., de eso ya no queda nada allí).
Es cierto que esa vida que cuentas, con ese tejido de relaciones, es difícil de ver hoy en día en Galicia, varias son las causas, el éxodo rural que apuntas, el ámbito mediático (la omnipresencia televisiva), nuevos paradigmas urbanísticos, elmdelo de las urbanizaciones perirurbanas de adosados sin personalidad, vida cada vez más individualista y anónima, modos de consumo gregarios (el fin de semana, al hipermercado y centros de compra y ocio...), actividades lúdicas casi obligatoriamente programadas y comercializadas, formas económicas y de uso del tiempo libre muy diferentes... Y al mismo tiempo, o de manera consiguiente, lo que a mí me parece una progresiva alienación de las personas en el medio urbano, además cada vez más ubícuo y colonizador de lo rural hasta en sus usos y en en la manera de acceder al "campo".
Es cierto lo que dices, comentaba con Manu recientmente como antiguos prados de siega o de diente que hace pocos años estaban cuidados de una manera primorosa ahora están descuidados del todo, invadidos de silvas y matorral (que poueden tener sentido en el paisaje en otros lugares), porque ya no se les encuentra uso, dejan de forma parte de un modo de vida relacionado directamente con ello.
Creo que hay que buscar nuevas propuestas, en parte tal vez basadas en antiguos usos, y en otros nuevos, que en conjunto pongan en valor lo rural. Parte de las soluciones pienso que pueden pasar precisamente por devolver a las personas esa relación imprescindible con la naturaleza; casi habría que pensar en una "reeducación" ambiental que ayudara a interpretar el significado del medio rural, sus valores e interés para nosotros hoy en día, actividades lúdicas y liberadoras del stress urbanita, educativas...
Una de las tareas para todo esto es crear redes sociales entre los agentes que ya están funcionando y con ello contribuir a la dinamización, desde asociaciones, fundaciones, pequeños productores rurales, centros de investigación, instituciones públicas, como concellos y mancomunidades, individuos involucrados...