29 de enero de 2016

JUGAR EN EL FIN DEL MUNDO

Por desgracia, los últimos meses han sido pródigos en noticias trágicas relacionadas con el flujo de refugiados que, huyendo de la situación de conflicto en Siria, llegan a distintos puntos de Europa. Algunas de las imágenes, terribles, de ahogados en las costas de Grecia, han recordado que los niños son, como siempre, las mayores víctimas de las guerras. Porque incluso cuando se diseñan programas de atención o asentamientos de refugiados, los programas de los gobiernos, e incluso de muchas oenegés atienden a las necesidades fundamentales (alojamiento, comida, higiene) pero olvidan las necesidades específicas de la infancia.

A través de webs com Playscapes o Citylab hemos podido conocer el trabajo que desarrolla el estudio de diseño Catalyticaction, que entre sus iniciativas de cooperación en países en desarrollo ha incluido la construcción de un parque de juegos en un asentamiento de refugiados sirios en Beirut, Líbano. Catalyticaction es un estudio sin ánimo de lucro que desarrolla proyectos que buscan solventar necesidades de los sectores más necesitados de la población a la vez que llama la atención sobre la necesidad de impulsar cambios en la mentalidad social e incentivar las iniciativas de cooperación. Cuentan con proyectos para dar a conocer la situación de los asentamientos palestinos, programas de agricultura urbana y gestión de residuos en Kenya o iniciativas de arte participativo en distintas escuelas africanas.


Reflexionando sobre las condiciones de los niños refugiados Riccardo Conti, director ejecutivo del estudio recordaba que "el primer paso debe consistir en garantizar la educación de los menores.El segundo, poder ofrecer a los niños un espacio en el que ser simplemente niños". En la configuración del parque se buscó combinar lo lúdico con lo deportivo, aprovechando además los materiales disponibles en un ejercicio de reciclaje marcado por la necesidad pero también por la voluntad de educar en el uso responsable incluso en estas condiciones. El estudio pidió a los niños que hiciesen dibujos de cómo sería el campo de juegos ideal. Los resultados fueron similares a los de cualquier lugar del mundo: los chavales sirios querían un espacio verde con flores, hierba, columpios, toboganes, cuerdas para colgarse o tirar... Un sueño modesto que, como nos recuerda Catalyticaction, queda fuera del alcance de millones de niños en el mundo.

22 de enero de 2016

EL MIEDO A LA REALIDAD DE LOS HIKIKOMORIS

Un excelente trabajo de la periodista Marta Caballero nos recordaba estos días el incremento de casos de "hikikomoris" que se están registrando en nuestro país. Esta patología psicológica se caracteriza por la negativa de los pacientes a salir de su cuarto. Se elimina el contacto físico con el mundo exterior y el tiempo se consume en relaciones virtuales a través de las redes sociales, partidas de juegos online o visionado de series y películas en la televisión. Este tipo de comportamiento se detectó por primera vez en Japón, país del que recibe su nombre, y se consideraba como un ejemplo extremo de los riesgos de vivir en una sociedad hipertecnificada en la que la realidad se acaba percibiendo como hostil o cargada de peligros frente al mundo ideal de las tecnologías.


Lo cierto es que el fenómeno resulta más complejo de lo que inicialmente se suponía. En algunos casos, los hikikomoris presentan rasgos semejantes a los del síndrome de Diógenes, acumulando restos y suciedad en sus habitaciones. En otros, el encierro extremo puede ocultar casos de acoso escolar o depresión derivada por la pérdida de un puesto de trabajo. La mayoría de los historiales registrados afectan a varones de entre 18 y 25 años, pero los expertos en trastornos mentales coinciden en señalar que el abanico se está ampliando y que existen muchos casos sin detectar o comportamientos que se sitúan en el umbral de lo patológico y, por ello, pasan inadvertidos.


Como hemos defendido en varias ocasiones en estas entradas, creemos que una parte fundamental de la educación debe orientarse para erradicar en los niños el miedo al fracaso. El fracaso no puede ser percibido como un valor absoluto. Si acertamos, intentamos cosas nuevas. Si nos equivocamos, lo intentamos de nuevo de otro modo. En cualquier caso, el aprendizaje no se detiene. Asimismo, parece fundamental concienciar a las autoridades públicas de la necesidad de apostar por un diseño inteligente de espacios públicos que fomente la convivencia, como factor esencial de socialización. Si los niños juegan, discuten, ganan, pierden, pactan, discuten, comparten y crecen juntos... habrá menos riesgo de que perciban las dificultades de la adolescencia como un muro de llamas insalvable que les lleva a encerrarse detrás de una pantalla en la soledad de su cuarto.


15 de enero de 2016

PARA EDUCAR CON LA LECTURA

Al volver de las vacaciones, un amigo nos comentaba en As Salgueiras los deberes escolares de su hija durante las pasadas Navidades. Entre esas tareas se encontraba leer un libro (Nata y Chocolate de Alicia Borrás) acerca de la amistad que se establece entre una niña blanca albina y un niño negro, que juntos aprenden a superar las burlas y el aislamiento que sufren en el colegio. El libro plantea temas tan interesantes como el respeto al diferente, cómo reaccionar ante el acoso escolar, la importancia de los amigos... Sin embargo, al reanudarse las clases, el profesor pasó a los alumnos un control tipo test: "cómo se llamaba la amiga de Nata?; Cuántas fotocopias encargó la profesora?". Es decir, preguntas que sólo aspiraban a comprobar si los niños habían leído el libro.

En As Salgueiras, donde defendemos el juego libre como parte del proceso formativo de la infancia, apreciamos también las tesis del pedagogo y novelistas francés Daniel Pennac, autor de un Decálogo de derechos del lector. Pennac considera que para fomentar la lectura entre los jóvenes es preciso huir de esquemas rígidos, iguales para todos. "Una clase no es un regimiento que marca el paso, sino una orquesta que trabaja sobre una sinfonía", es una de sus citas más conocidas. En su ensayo Como una novela, el autor francés invita a personalizar los procesos de lectura. A que los jóvenes elijan los libros; a respetar sus interpretaciones o corregirlas sin despreciarlas o ridiculizarlas; a saltarse páginas de las obras clásicas más densas; a leer en rayuela, saltando capítulos, avanzando para volver atrás; a leer más de una vez...Lo importante es que los niños aprendan a leer y a disfrutar del contacto con los libros. Y para eso, es fundamental que los niños puedan apropiarse de los libros, descubriendo poco a poco qué y cómo quieren leer.


Como algunos profesores, los adultos tendemos a convertir el proceso de educación en una sucesión de puntos de control (te lavaste los dientes?, acabaste los deberes?, ordenaste tu cuarto?). Sin apenas darnos cuenta, nuestras preguntas ponen el acento en comprobar el resultado, si se ha completado una tarea que, sin duda, es importante. Pero en la obsesión por comprobar "qué" se ha hecho, olvidamos los aspectos fundamentales de la formación; por qué lo hacemos, cómo se ha hecho y qué aprende el niño en el proceso. Preguntar por el número de fotocopias en lugar de por qué los compañeros tratan diferente a una niña albina parece toda una metáfora de esa falta de color, de matices, que tantas veces se echa en falta en los procesos educativos.

8 de enero de 2016

EMPEZAR SIN MIEDO

El inicio de un nuevo año resulta, inevitablemente, una época de balance, de revisión de los bueno y malo de los últimos doce meses. En paralelo, es también el momento de hacer nuevos propósitos (hacer más ejercicio, dejar el tabaco, dedicar más tiempo a la familia o los amigos...). En As Salgueiras, además de desearos a todos un año lleno de ilusiones, proyectos cumplidos y felicidad, os proponemos acompañarnos en el deseo de iniciar un año sin miedo. O al menos, retirar el miedo como un factor omnipresente en los procesos educativos.
Como dice sir Ken Robinson, uno de los mayores expertos en educación del mundo, al inculcar en las escuelas el miedo a la equivocación, estamos cerrando las puertas a la creatividad. El miedo al fracaso genera estandarización negativa, esto es, se inculca a los niños el valor de no destacar, de no distinguirse, se ridiculiza al que no acierta... Las escuelas, al final, recuerdan a los procesos productivos de las cadenas de montaje y olvidan que "la imaginación es la fuente de todos los logros humanos". El miedo a que nuestros hijos fracasen no contribuye a lograr que triunfen ya que, como dice Robinson, "ellos van a trabajar en ocupaciones que ahora a lo mejor no somos capaces de imaginar".
El miedo genera audiencias, por eso en una sociedad pendiente de los medios, es fácil percibir la educación como una sucesión de problemas irresolubles que requieren tratamiento médico o psicológico. Otro experto, Michel Fize, asegura que "nuestro conocimiento actual de los adolescentes proviene casi exclusivamente del estudio de sujetos enfermos. Los adolescentes felices, como los pueblos felices, no tienen historia". Repetir continuamente el mantra de que la adolescencia es una etapa compleja, genera en los adolescentes actitudes acordes con lo que se espera de ellos, como dice José Antonio Marina, llegamos a un caso de profecía autocumplida. Acabamos teniendo los problemas que prediseñamos con nuestro miedo.

Como adultos, por desgracia, muchos tenemos motivos para preocuparnos acerca de lo que nos depara el 2016. Pero sin duda el año será mejor si entre todos conseguimos poner un grano de arena para conseguir desterrar de la educación de nuestros hijos el miedo al fracaso escolar, el miedo a ser diferente, el miedo a avanzar más lento (o más rápido). El futuro, lo dijo Shakespeare, es un país desconocido pero eso no significa que debamos viajar hacia él con miedo.