29 de mayo de 2015

ILUMINACIÓN INTELIGENTE Y SOSTENIBLE

Los sistemas de iluminación son una pieza clave en el diseño urbanístico. Una iluminación excesiva se convierte en una fuente de gasto y genera una polución lumínica que hace que en las ciudades del primer mundo y su entorno ya no sea posible contemplar las estrellas. Una iluminación deficiente genera inseguridad y desamparo en calles y parques a la caída de la noche. En los países en desarrollo, la falta de infraestructuras, con redes de tendido eléctrico fragmentarias o deficientes, complica más el problema.
Con estos antecedentes en la cabeza, el diseñador colombiano Alberto Vasquez ha diseñado un sistema de iluminación denominado Flow. Flow parte de la idea de una turbina vertical que genere energía eléctrica aprovechando la fuerza del viento. Las aspas giratorias generan la electricidad y en sus extremos se sitúan los focos de iluminación LED. El sistema es autónomo, pensado sobre todo para países en desarrollo o zonas a las que resulta costoso llevar el tendido eléctrico. Basta con anclar el poste en el suelo, desbloquear las aspas y listo.

EL proyecto recurre al bambú como elemento dominante. En palabras de su creador "yo soy colombiano y quería dar respuesta a un problema de diseño con un elemento local, abundante, de bajo coste y que, además es reciclable". Flow ha recibido numerosos premios internacionales de diseño y demuestra una vez más que partiendo de una idea local (el proyecto surgió de la falta de iluminación nocturna en las playas de Cartagena) se puede generar una solución de viabilidad global, económicamente asumible y cargada de interesantes valores estéticos.

21 de mayo de 2015

UN HUERTO EN UN REFUGIO ANTIAÉREO

El proyecto británico de Zero Carbon Food supone una interesante vuelta de tuerca al concepto de huertos urbanos. Combinando esta idea con el uso de tecnología punta, sus promotores han conseguido instalar una granja hidropónica en un refugio antiaéreo londinense abandonado desde la Segunda Guerra Mundial. En ella cultivan diferentes tipos de plantas, fundamentalmente brotes para ensaladas, que suministran de manera regular a tiendas y restaurantes de la capital británica como Pure Taste.

Lejos de la imagen utópica que a veces acompaña a algunas iniciativas de este tipo, las propuestas de ZCF suponen una combinación de tecnología, conciencia ecológica y urbanismo social. El uso de nuevas formas de iluminación, como los LED, combinados con complejos sistemas informáticos de programación, permiten diseñar una iluminación inteligente que da un nuevo impulso al concepto hidropónico al tiempo que reduce el consumo de energía. Con ello, se puede reducir en un 70% el consumo de agua necesario para obtener cada cosecha. Además, se trata de una agricultura totalmente controlada que evita el uso de pesticidas y otros elementos contaminantes o perjudiciales para la salud y el medio ambiente.

Al mismo tiempo, esta filosofía tiene un marcado carácter local (verduras cultivadas en el subsuelo de Londres para ser servidas a los londinenses en apenas un par de horas). Se trata tanto de impulsar nuevas formas de negocio como de recuperar la capacidad de la ciudad para producir sus propios alimentos. Y de paso eliminar intermediarios que encarecen el coste del producto y transportes que incrementan el uso de combustibles fósiles. La apuesta por los cultivos hidropónicos supone también un llamamiento a recuperar espacios urbanos abandonados o infrautilizados que podrían generar problemas de salubridad, elevados gastos de mantenimiento o grietas en el tejido social.



La propuesta de ZCF, como otras que hemos reseñado en este blog, apuesta de nuevo por una ecuación que en As Salgueiras nos parece fundamental: Investigación + Ecología + Urbanismo Social = desarrollo sostenible para las ciudades del futuro.

15 de mayo de 2015

TALENTO GALLEGO EN EL PREMIO MIES 2015

Como sabéis, desde As Salgueiras seguimos habitualmente el trabajo de diseñadores, creadores y arquitectos gallegos, para conocer sus propuestas y las nuevas líneas de trabajo. Por eso no queremos cerrar la semana sin felicitar a Alberto Veiga, del estudio Barozzi/Veiga, que ha obtenido el prestigioso premio Mies van der Rohe de arquitectura 2015 por su proyecto de auditorio de Szczecin, en Polonia.

El premio tiene este año una fuerte carga simbólica ya que la nueva sala de conciertos se alza en el solar de la antigua que fue destruida en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. El proyecto del estudio italo-gallego propuso pues no solo un edificio plenamente funcional (sala central con capacidad para 1000 personas, sala de cámara, etc.) sino un diseño que contribuya a recuperar y reintegrar plenamente en el uso social y urbano una zona de suburbios en la que todavía no se había subsanado la herida de la contienda europea.
Además de sus valores estéticos (composición atendiendo a los valores clásicos de la regla de Fibonacci, ornamentación interior que evoca la tradición de las grandes salas de concierto europeas) el edificio apuesta por un uso inteligente de los materiales para conseguir la máxima iluminación con el menor consumo energético y recurre a una fachada de doble capa para facilitar la circulación del aire y evitar el sobrecalentamiento del interior. Del mismo modo, la cubierta juega con diferentes capas en las zonas de paso y en los auditorios, para optimizar el ahorro energético y la calidad de la acústica.

Desde el exterior, con sus volúmenes nítidos y acristalados, el edificio se integra en el entorno sin estridencias, pero la pureza de sus líneas deja claro el mensaje de optimismo, de apuesta por el uso social el espacio y de recuperación de la cultura como elemento capaz de sobreponerse a la barbarie.

8 de mayo de 2015

JUEGO Y PATRIMONIO

Durante buena parte del siglo XX, los parques infantiles incorporaban, junto a los módulos de juego de diseño específico, objetos "reales" caídos en desuso en los que los niños podían jugar. Esta tendencia ha ido decayendo a medida que la lógica preocupación por la seguridad llevaba a eliminar de los parques todo aquello que no se ha diseñado de manera específica para el juego de los menores, de acuerdo con unas normas cada vez más exigentes.
Sin embargo, y sin renunciar a los niveles de seguridad, cabe preguntarse si no sería inteligente habilitar modos que permitan recuperar el patrimonio industrial o cultural como un elemento de juego. El ritmo vertiginoso al que se suceden los cambios en nuestras sociedades lleva a convertir en obsoletos en poco tiempo objetos antes cotidianos. Tranvías, trolebuses, barcos de ribera, carros o carretas... un número elevado de productos culturales caen en desuso a un ritmo tan elevado que apenas tenemos tiempo para decidir cuáles deben conservarse en museos de tecnología o antropología y cuales deben desaparecer definitivamente camino de las plantas de reciclaje.
Desde Galopín, creemos que, respetando las normas de seguridad, puede ser oportuno poner a los niños en contacto con objetos que han sido usados por los mayores, como un estímulo que fomente su desarrollo, que les invite a desarrollar juegos de emulación. Además, de este modo se recupera la posibilidad de usar los parques de juego como puntos de conservación del patrimonio cultural. Y junto al juego, los elementos reales se convierten en motivo de conversación entre los pequeños y los mayores que los cuidan ("abuelo, ¿tú ibas en carro a la escuela?") Si los niños de San Francisco jugaron hasta hace poco en un tranvía ubicado en el Golden Gate Park, no deberíamos pensar en recuperar algún trolebús coruñés como ámbito de juego? Y si un barco tradicional gallego puede ubicarse en el centro de un parque ruso, reinterpretado como elemento de juego y como invitación al conocimiento de culturas diferentes, ¿no sería un desperdicio optar por el desguace como única salida?