El ex-director de la Harvard Business Review, Nicholas Carr, causó en el 2008 un revuelo mayúsculo con un artículo en la revista The Atlantic. Titulado «Is Google Making Us Stupid?», aquel artículo contestó abiertamente al triunfalismo con el que se valoraba la revolución digital. En términos generales, las tecnologías nos han ayudado a progresar pero últimamente son sospechosas de provocar catástrofes de toda índole. Quizá Internet sea responsable de una de las peores: la estupidez humana.
Ser tachado de retrógrado o apocalíptico por los medios no intimidó a Nicholas Carr. Ese artículo en el que se preguntó si Internet nos hace más estúpidos lo ha desarrollado con más detalle en un libro, recientemente traducido al castellano con el título Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?
Básicamente, Carr sostiene que las tecnologías con las que habitualmente obtenemos información modifican nuestras pautas cognitivas. La capacidad para abstraernos y concentrarnos en la lectura es fruto de una disciplina practicada a lo largo de siglos, que ha estimulado aquellas zonas de nuestro cerebro en las que se asienta el pensamiento lógico-abstracto y la memoria. Pero los hábitos intelectuales están condicionados por las tecnologías que usamos para desarrollarlos y pueden alterarse.
Si nuestra mente acusa la influencia del uso de las técnicas más básicas, ¿cómo incide algo como Internet en nuestra forma de pensar? La red es una tecnología multimedia altamente sofisticada con la que nos comunicamos y obtenemos información. Emite breves mensajes textuales, visuales, acústicos… Hoy día Internet contiene más datos que la biblioteca más voluminosa del mundo, y están a disposición de cualquier usuario que quiera buscarlos. Desde luego, esto constituye una ventaja indudable.
¿Dónde está entonces el problema? Después de evaluar el impacto que tiene el ciberespacio en nuestro cerebro, Carr concluye que Internet nos proporciona ingentes dosis de información superficial y fragmentaria, escasa en matices y argumentación; además, un dato nos conduce con un link a otro dato, de manera que, sin llegar a asimilar lo que estábamos leyendo, nos dirigimos a otro texto y así sucesivamente. A consecuencia de ello, y de los muchos estímulos no textuales que recibimos mientras navegamos, nuestra forma de pensar se estaría volviendo más superficial; muy capaz de procesar y vincular datos, pero torpe en la reflexión profunda y ávida de cambios, nada proclive a la contemplación o a la meditación serena.
Puede que Carr extraiga de casos extremos normas generales, pero habría que averiguar cuánto se están generalizando esos casos extremos para no apresurarnos en nuestras conclusiones.
Entonces internet, los ordenadores y game boys y la tele serían como una "plancha": ¿no se nos estarán alisando las arrugas que con tanto trabajo fue consiguiendo el cerebro humano desde la época de los australopitecus? ;-)
ResponderEliminarEl caso es que en internet hay cantidad de material interesante, conocimiento tremedanmente accesible para todos los que se dedicen a buscarlo, posibilidades de contacto, de creación de redes sociales, de promoción de las ideas y proyectos de incividuos y organizaciones... todo ello junto a cantidad de bazofia mental, de conocimientos a medias y de apariencias de verdad. El problema de la estupidez es que está contamina y progresa a través de lo que toca hasta hacerse ubícua, el ruido puro de tonterías que sepultan lo que es interesante, pero el problema que se menciona aquí es aún mayor, el de el cambio de las pautas de pensamiento y la incapacidad de seguir un pensamiento complejo y profundo. Lo malo no es el cambio, lo malo es que el cambio sea a peo, y lo dejo aquí para no gnerar más logorrea.
ResponderEliminarlos hikikomoris, esos jóvenes japoneses que renuncian a salir de su cuarto y se montan una vida paralela en el interior de la habitación, pertrechados, eso sí, con todo tipo de artilugios electrónicos. Hikikomori en japonés parece ser que significa aislamiento, que es lo que buscan estos adolescentes abrumados por ese Japón abrumador en el que habitan. Como Japón lo tiene todo, el rapaz se achica y se queda en los toriles, digo, en su cuarto.
ResponderEliminar....
los hikikomoris es un poco el cuento (en este caso japonés) de poner un nombre nuevo a una cosa de siempre, porque gente que no sale de su casa hay mucha en la montaña de Lugo, pongamos por caso, y no van de hikikomoris ni de nada por la vida. Se quedan en su palloza y listo. Y ni siquiera tienen conexión a Internet.
de Luís Pousa Hikikomoris
La realidad virtual del los hikikomoris me recuerda al mito de la caverna. Son voluntarios anacoretas que solo ven sombras pensando que son la realidad. Cierran las ventanas porque la lux exterior les ciega y les duele. Su vida se ha adaptado a las siluetas proyectadas por las estatuas que manejan unos desconocidos. No precisan pensar, ni crear, ni imaginar, porque la ficción les ha dado todo para evitarles el esfuerzo. . Cuando su artificial felicidad se ve alterada, sienten deseos de suicidarse o de matar a quien intenta explicarles la verdad.
Platón diría que es este un tiempo comprometido para los filósofos.
Los de la montaña de Lugo son la antítesis de los hikicomoris. Aquellos viven inmersos y sometidos a la “nobleza” de lo natural Este es un sometimiento liberador. Aislarse de todo, para amalgamarse en el todo. Por el contario los hikicomoris piensan que dominan y solo lo hacen sobre unas ficticias y alienantes sombras.
Creo que hay muchos hikkomoris entre la juventud de todo el mundo "desarrollado", también entre nosotros: todos esos muchachos encerrados en sus habitaciones y que su relación con el mundo se realiza por medio de facebook, Twenty, Tweeter, blogs autorreferenciales sobre su propia vida virtual. Ésos no son anacoretas ni ermitaños modernos sino que pienso que constituyen un síntoma de las patologías sociales, relacionales, de carácter epidémico que prosperan en nuestro tiempo.
ResponderEliminarComo muchas cosas, internet es bueno y malo, tienes sus partes positivas y negativas, en gran medida dependen del uso que se quiera y sepa hacer de ellas, es bueno ser consciente de lo que comentan Nicholas Carr y otros pensadoresy tenerlo muy en cuenta, hacer un uso racional y adecuado.
A lo peor, criticar a Internet desde un blog sí que es algo realmente estúpido. Si Internet nos vuelve más superficiales, resulta contradictorio pretender advertirlo precisamente a través de Internet. Esta entrada es otro breve mensaje superficial con apariencia crítica, de esos cuya profusión nos está volviendo estúpidos. En caso contrario, o sea, si esta entrada no incrementa nuestra estupidez, entonces es falso eso de que Internet nos vuelve superficiales.
ResponderEliminarNo sé, aquí hay algo que me resulta paradójico.
Pues esa paradojo no de ja de ser cierta, pero para mí la solución está en lo que ya comentaba y en procurar, sin grandilocuencias, aportar algo, contribuir a generar discursos que tengan algún interés, y en crear red y comunicación con personas con quienes intercambiarlo, creo que es lo que modestamente intentamos aquí. Y la prevención y cura de lo otro: darse un buen paseo por As Salgueiras, o por el monte o el campo que nos venga más a mano, leer un buen libro a la sombra de un buen árbol (si aún somos capaces de leer y todavía nos queda tiempo, con todo el que perdemos en tareas inisgnificantes)
ResponderEliminarCarr sabe muchas cosas de internet y las cuenta en su libro, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus), pero también las cuenta en internet ¿como no ?, de echo el 31/01/2011 sostuvo un encuentro digital con internautas.
ResponderEliminarInternet es un paso mas en la galaxia Gutenberg , es cierto que muchos tememos un futuro próximo a la distopía de Husley en Un mundo feliz, pero no debemos olvidar otra distopía, la de Ray Bradbury en Fahrenheit 451.
Me gusta lo que dice Occam.
Buen apunte Xulio. Espero que no lleguemos a un punto en que se prohíban y quemen los libros, ni que nos domine un Gran Hermano informático y ubícuo. Ni que internet nos adocene o llegue a sustituir las relaciones personales y el disfrute de la naturaleza.
ResponderEliminarHacia el final de su vida Huxley escribió una utopía positiva que es la contraparte de «Brave new world»: «Island», que como la de Tomás Moro también trascurre en un isla, influido en su por Kropotkin (el príncipe anarquista y geógrafo ruso); si en «Un mundo feliz» por ejemplo se inducía el trance para adoctrinar y lavar el cerebro a los ciudadanos, en «Isla» el trance servía para el aprendizaje y para el crecimiento personal.
Una herramienta puede tener usos muy contradictorios. Por ejemplo un martillo, que puede construir o destruir. Las palabras, y el mensaje que de ellas se destila, también!! Internet tiene el poder de aislarnos y a la vez de conectarnos. De nosotros depende su uso...
ResponderEliminarEl zumo de naranja tiene vit C que potencia nuestras defensas, pero también contiene fructosa, que favorece la degeneración hepática hacia un hígado graso si tal polisacárido se consume en abundancia....
Ser Ortigueira.
De todas formas hay que leer a Carr (en la red...) entre líneas. No creo que se refiera tanto a Internet como a la búsqueda de información a través de. Son cosas diferentes. Remitirnos a las fuentes en una biblioteca hoy puede convertirse en un trabajo tedioso pero muy enriquecedor. Y acercarnos a la morada del sabio!? Hoy muchos moran en la red, pero sigue existiendo ese concepto físico de aproximación de "dímelo a la cara". Carr dice cosas muy interesantes pero Google nos ayuda igual que nos entorpece. Si ponemos "biofilia" en su panel de búsqueda veremos con sorpresa que este blog aparece muy bien posicionado. Hace un año pocas referencias no académicas aparecían en la primera página de su búsqueda. Preguntémosnos si esto nos vuelve mas estúpidos o no, porque yo aún no lo tengo claro.
ResponderEliminarMe encantan tus entradas Miguel.
Ser Ortigueira
Estoy de acuerdo con lo que dices, Ser.
ResponderEliminarLa cuestión es, como a menudo, la escala. En tanto seamos capaces de percibir que existe una dificultad en concentrarnos en una tarea mental compleja como es seguir el hilo y los matices de una gran novela, de una argumentación filosófica, teórica o académica de altura, esa misma capacidad nos hará discernir la manera de evadir esos efectos negativos.
Muchas gracias por los comentarios.
ResponderEliminarLa tesis de Nicholas Carr ha cosechado tantas críticas como adhesiones. Buena parte de sus críticos alegan que la pérdida de concentración en la lectura de gruesos libros, por ejemplo, sería consecuencia no tanto del uso de Internet como del abandono de la lectura. Cualquiera que no posea el hábito de leer tiene los mismos problemas de concentración con un libro que un adicto a Internet. Y ese hábito se puede perder tanto por pasar demasiado tiempo ante la mesa del ordenador como ante una de billar.
Yo veo bastante atendible esta objeción. Pero, al menos parcialmente, me parece oportuno el aviso de Carr porque en muchos casos forjarse una opinión mínimamente sólida requiere algo más que lo que hoy nos proporciona Internet. Está muy bien que mis hijos aprendan a familiarizarse con un ordenador desde pequeños, pero me preocupa que en su educación se conceda más importancia al ordenador que a esa disciplina intelectual que Carr reivindica. Siempre necesitaremos concentración para leer un texto extenso, esté en formato e-book o impreso en un libro.