8 de agosto de 2014

EL VALOR DE UN BUEN DECÁLOGO


Como los juegos de hacer listas ("qué cosas te llevarías a una isla desierta", "quienes son tus mejores amigos"), sintetizar los puntos más importantes de una tarea o un oficio en un decálogo es siempre un buen ejercicio intelectual. Obliga a organizar lo que sabemos o creemos saber, a jerarquizar o complementar, a enunciar de modo sencillo y fácil de recordar principios que seguramente engloban conceptos complejos... En muchas ocasiones, el resultado supone solo un nuevo punto de partida, porque al repasar el decálogo vemos que el exceso de simplificación ha eliminado matices importantes, o encontramos redundancias que no percibíamos al construirlo. En otros casos, un buen decálogo se convierte en una herramienta de trabajo de primer orden, y facilita la comunicación y el debate con profesionales del mismo sector.



En el diseño de áreas de juego, uno de los mejores decálogos es el que en el año 2008 enunciaron Aileen Shackell, Nicola Butler, Phil Doyle y David Ball en "Design for play. A guide to creating successful play spaces", un estudio realizado por la organización Play England como parte de una estrategia gubernamental para mejorar la calidad de los parques públicos británicos. Desde entonces, el estudio se ha convertido en una publicación de referencia para arquitectos, urbanistas, paisajistas y pedagogos de todo el mundo y ha recibido numerosos premios.

Los diez puntos que a juicio de los autores definen un buen área de juego son los siguientes:
  1. diseño a medida
  2. ubicación adecuada
  3. uso de elementos naturales
  4. amplio rango de experiencias de juego
  5. accesible para niños con o sin discapacidad
  6. ajustada a las necesidades de la comunidad a la que va destinada
  7. permite que niños de diferentes edades jueguen juntos
  8. proporciona oportunidades para asumir riesgos y desafíos que permitan al niño medir sus capacidades
  9. sostenibilidad y mantenimiento adecuado
  10. capacidad para cambiar y evolucionar
En As Salgueiras compartimos este excelente decálogo, que podría haber sido escrito por nuestros compañeros de Galopín, y nos gusta especialmente el punto de partida que, según los cuatro autores británicos, puso en marcha su trabajo: "Pídele a un adulto que reviva sus mejores recuerdos de juego. Seguro que fueron  casi siempre experiencias al aire libre, a menudo en entornos naturales, con amigos, experiencias creativas, excitantes, cargadas de valores sociales...Pregúntale al mismo adulto si sus hijos pueden jugar hoy del mismo modo y se hace el silencio. Pero los niños de hoy deberían tener acceso a un conjunto de experiencias de juego tan amplio como el que tuvieron sus padres". Shackell, Butler, Doyle y Ball nos recuerdan la importancia de reflexionar sobre el precio del progreso y de saber diseñar estrategias para conservar aquellos elementos del pasado que debemos preservar y adaptar a los nuevos tiempos.

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