22 de junio de 2010

El juego es aprendizaje y creación

Por Francisco Figueroa

Prometeo entrega a los humanos el fuego y las artes que ha conseguido en el taller de Hefaistos y Atenea. Con ello les da la posibilidad de crear, aprender, valerse y ser dueños de su destino. Acto generoso que está en el origen de la creación artística, de la ciencia –el recuerdo y aprendizaje de la experiencia, cualidad de Prometeo– y de la técnica.
El juego es también aprendizaje y creación, en su forma más elemental, y forma parte imprescindible de nuestro desarrollo como personas, del conocimiento de nosotros mismos y de los demás con quienes convivimos y participamos en el juego, con quienes, como seres sociales que somos, compartimos el espacio público.

A menudo se conciben los juegos públicos como algo exclusivo de la infancia y, a lo sumo, adolescencia. Sin embargo se hacen cada vez más necesarios conceptos que nos incorporen a todos, susceptibles de que compartamos el juego y el disfrute, los momentos de liberación de nuestras energías internas, y el reconocimiento de nosotros mismos; conceptos que superen lo exclusivamente lúdico e incidan en el espacio en que se ubican, integrándose en él y colaborando a vertebrarlo, es decir, conceptos y elementos con una doble vocación: lo lúdico y lo estético, aunados en el ámbito en que los ciudadanos se desenvuelven.
No son ya juegos, o simplemente juegos, ni meramente unas piezas más de mobiliario urbano con diseño sofisticado: son también instalaciones de carácter escultórico que aspiran a romper la distancia entre el arte actual y los ciudadanos, integrándose en nuestra cotidianeidad, y elementos cualitativos que enriquecen el entorno en que nos desenvolvemos, puntos de atracción en torno a los que pivota el espacio en derredor y que contribuyen a reestructurarlo, tanto visualmente como por su uso, pero huyendo de la sobrecarga visual que suponen habitualmente el conjunto de intervenciones de elementos urbanos.
Tal vez algo así soñó ya Isamu Noguchi, arquitecto, escultor, diseñador de jardines, con sus parques y esculturas que son juegos con los que se puede interactuar a niveles insospechados por los conceptos habituales de “juego infantil”, piezas que enriquecen nuestra vida y el espacio en que nos movemos.

4 comentarios:

  1. Maravilloso planteamiento es cierto no es solo el juego exclusivo de la infancia y de los jóvenes en crecimiento (adolescentes) crear espacios en el entorno en el que nos desenvolvemos, el disfrutarlo y participar activamente para enriquecer la vida del adulto para unir cuerpo y mente traspasa lo lúdico. Felicitaciones Excelente trabajo
    Lugape

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  2. Creo que Franchesco Tonuchi, lleva mucho tiempo hablando de la repercusión del urbanísmo actual en la infancia. sin embargo, parece que esto tiene poca repercusión porque los padres no estan formados y los profesores y pedagogos bastante tienen con su combate en la escuela. mientras tanto soñemos con expriencias como esta.

    felicitaciones.

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  3. Francisco Felipe Figueroa9 de septiembre de 2010, 9:12

    El urbanismo y la arquitectura es, efectivamente, algo que nos condiciona más de los que nos imagianmos. A poco que observemos cuando partimos de viaje a otra ciudad, y más así lo hacemos a otro país, nos damos enseguida cuenta de como el urbanismo es lo que organiza nuestras rutinas, nuestro deambular y nuestra mirada. Esas escapadas a enotrnos no habituales permite poner en cuestión y refelecionar sobre esas pautas que se nos ido impriminedo en el subconsciente y por las que nos dejamos guiar. La entrada en el blog de Xulio Correa sobre los columpios en un árbol en Oslo, la vuelta a lo elemental, también me ha hehco reflexionar en este sentido y he recordado un maravillos parque en madera en la ciudad de Rakvere, en Estonia, en forma de complejo castillo pero maravilloso, próximo a una gran fortaleza histórica en esa ciudad.
    Creo que lo que plantea Tonuchi es importante, necesitamos un urbanismo de respeto a la ciudadanía, para niños y grandes, más humanos (no más "plazas duras", por ejemplo), a lo pequeño, en lo paraues infantiles esto se traduce en espacios de oportunidad para nuestra infancia, de magia y de simplicidad elemental, sin cachibaches adocenadores, en que el juego no esté condicionado. En que los árboles y el jardín sean parte del juego, no meramente el espacio decorativo en que transcurre. Hay mucho por hacer en este sentido

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  4. Francisco Felipe Figueroa9 de septiembre de 2010, 17:38

    Muchas gracias por tu estimulante comentario, Luciamelia.

    Antes mencionaba esos "cachivaches" urbanos omnipresentes en el espacio público de nuestras ciudades (y también cada vez más en el ámbito rural), objetos a menudo perfectamente prescindibles sin que suframos menoscabo en nuestro uso del espacio público, y que llenan nuestro entorno generando bastante confusión y "ruido" visual. Creo que a la hora de imaginar espacio de encuentro y disfrute para todos, más allá de los lúdico, sería unos de los aspectos a cuidar, no icurrir en la cumulación de elementos, ir a lo simple y efectivo que favorezca nuestro desarrollo personal y social.

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