1 de agosto de 2011

Visita a Galopín desde una escuela de diseño

Cuando el niño era niño andaba con los brazos colgando.                                      
Quería que el arroyo fuera río, el río un torrente y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño no sabía que era niño.
Para él todo estaba animado y todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño no tenía opinión sobre nada.
No tenía ninguna costumbre. Se sentaba en cuclillas, se levantaba corriendo,
tenía un remolino en la cabeza y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

     Wim Wenders, Der Himmel über Berlin (El Cielo sobre Berlín, 1987)



  Por Antoni Mañach Moreno
  Profesor de la Escuela Superior de Diseño en Sabadell

Tradicionalmente el mundo académico nos ha presentado las paradojas de Zenón de Elea como un reto a la inteligencia humana, como una flecha lanzada contra los límites de la razón. ¿Cómo puede ser que en una carrera la tortuga llegue a la meta antes que Aquiles, el semidiós y el corredor más veloz de la Antigüedad?

Los adultos nos acercamos a Zenón con obsesión de réplica. Lo culpamos de introducir falacias en el razonamiento fruto de su incomprensión del concepto de infinito. Le acusamos de ser un creador de sofismas. Paradigma de los seguidores del maniqueísmo, del blanco o el negro.

Encuentro en Joan Brossa, en Wim Wenders, en el cine y en Galopín una clave para resolver problemas que pivotan en la confrontación de diferentes bases del lenguaje.

Joan Brossa advertía que el adulto se acerca a los espectáculos de magia como un reto a su inteligencia y el niño se acerca a la magia dejándose seducir, dejándose llevar por el guía-mago. Cuando se es niño no se tiene opinión sobre nada y todas las almas son una. ¿Fue Meliès el primer niño que solucionó de forma creativa un dilema aporístico como el planteado por Zenón? ¿O quizás el creador del Zoótropo? Instante y movimiento. Fotograma y película. Solo la razón y la locura unidas resuelven problemas. Solo la mezcla de información, conocimiento y sabiduría. Solo la artesanía, el arte y la industria juntos pueden superar los dilemas de la crisis. Proceso y creatividad. Ideas y materia.

Después de mi visita durante cuatro días en Galopín, he vuelto a la infancia para aprender infinidad de cosas. Manuel Iglesias nos dice: «Galopín es un intermediario entre el urbanista y el instalador, entre el pedagogo y los niños, entre el político y los ciudadanos, entre el sociólogo y la sociedad, entre el pensador y el desarrollador, entre el filósofo y el artesano».

 
Lo sorprendente es que no es un lema publicitario. ¿Se puede unir humanismo y empresa? ¿Ética y beneficio? Sí. Es un hecho ¿Por qué, si no, me he podido encontrar con personas como Francisco, Noemi, Miguel, Verónica, Tomás, Pablo, Julián, Silvia, Sandra, Cipri, Manuel, María y muchos otros? Personas que hacen de arquitectos, escultores, diseñadores, productores, vendedores, artistas, antropólogos, filósofos, sociólogos, editores, granjeros, fisioterapeutas.



En Galopín no solo se hacen parques infantiles, también se trafica con Ideas. Se crean sinergias. Es más que una fábrica. Se mejora el entorno. Se hace mundo.

Soy feliz porque en esta sociedad aún quedan niños.

5 comentarios:

  1. Bueno, Toni, has tocado en vena sensible (confieso mi admiración por Wim Wenders y Peter Handke, la película El cielo sobre Berlín y el poema El Canto de la Niñez) Recuperar el espíritu libre de la infancia, no perderlo y conseguir que nuestros niños no lo pierdan, una buena propuesta para mejorar el mundo; me has hecho recordarlo.
    Es curioso que lo menciones en el contexto de tu visita, pues creo que eso es algo que está en la filosofía subyacente: el rencuentro con la naturaleza, la libertad del juego, el no condicionamiento impositivo que dirige y coarta a los niños (lo que no está reñido con ofrecerles referencias, valores y modelos de comportamiento). Y mantener ese espíritu dentro de nosotros es crear ámbitos de belleza y de mejora del mundo.

    ResponderEliminar
  2. Las paradojas de Zenón, heredadas de Parménides, son una suerte de proto-idealismo en los albores de la historia de la filosofía. Se parte de la premisa de que la distancia entre un punto y otro tiene una mitad, a la que el corredor tendría que llegar antes de alcanzar su meta, para lo cual antes tendría que haber llegado a la mitad de esa mitad y, por tanto, también a la mitad de la mitad de esa mitad, y así hasta el infinito. Por consiguiente, del principio de la divisivilidad infinita de cualquier línea (una sucesión continua de infinitos puntos) se seguiría la imposibilidad lógica del movimiento.

    Creo que Zenón y Parménides caen en un proto-idealismo porque, al cabo, lo que hacen es analizar la realidad desde la lógica formal y desde la geometría, pero la realidad no es abarcable desde ninguna lógica abstracta ni desde geometría, aunque ambas disciplinas proporcionen —desde su universo discursivo— una comprensión válida de determinadas dimensiones de la realidad. Pero, en definitiva, no todo lo real es racional ni todo lo racional, real. Partir del ser para tratar de explicar el movimiento es erróneo. El movimiento es una noción tan básica y primera como el ser. El intento de Aristóteles de definir el movimiento mediante la noción de potencia creo que termina suponiendo aquello que pretendía explicar: la noción aristotélica de potencia es parásita de la de movimiento y no al revés. Por eso el movimiento es un punto de partida, algo no conceptualizable, axiomático. Aquello de que «el movimiento se demuestra andando» hay que entenderlo literariamente: el movimiento no se demuestra, puesto que no se puede reducir a una evidencia previa a él.

    En fin, no creo que se pueda dar una respuesta definitiva a este problema. Lo planteado por Zenón (y por Heráclito y el resto de los pre-socráticos) tiene una envergadura filosófica enorme, crucial en el arranque de cualquier reflexión ontológica. Por eso sigue siendo muy fecundo y estimulante pensar en ello (si uno no tiene que ganarse los garbanzos, claro: primum vivere deinde philosophari ).

    ResponderEliminar
  3. Las aporías de Zenón llevan dos milenios y medio dinamitando la aparencia de autenticidad de los esquemas con que facilitamos la visión del mundo (ésos que nos sirven para vivir en lo práctico). Aparte de las consideraciones ontológicas arriba expuestas, desde la lógica a largo de los siglos hubo filósofos y matemáticos que creyeron haber dado con la solución, hasta que parece que lo hizo Bertrand Russell, apoyado en la teoría de conjuntos infinitos de Cantor (que también tiene su propia paradoja...).
    Podemos pensar quela realidad es paradójica, cabe decir sorprendente, y cualquier intento de clasificación es arbitrario (lo importante, pues, es que nos sirva para funcionar): la vida afortunadamente va más allá de cualquier plan fútil y composición de lugar que nos hagamos (por útil que estos sean, según el pensamiento occidental), aunque no pretendo defender un escepticismo radical.
    Pero sí me vienen aquellas palabras de un genial dramaturgo de identidad controvertida: «Hay más cosas bajo el sol que las que ha soñado [la] filosofía».

    ResponderEliminar
  4. Entre las cuestiones filosóficas que más importantes me parece está la Ética.
    Creo que no se puede concebir humanismo sin ética.
    Ambas son cuestiones que echamos en falta en los tiempos que vivimos (que no sé si en realidad son peores que otros o es que tendemos a pensar que todo tiempo pasado, o por venir, es mejor; muestra de insatisfacción con lo que nos toca).
    La pregunta de Antoni creo que es cabal: «¿Ética y beneficio?». Es que la ética ha de estar presente en todos los actos humanos; aunque las personas seamos falibles, ese propósito y objetivo ya es relevante. Planteamientos y conducta éticas es algo que vendría muy bien en éste y todo momento, comenzando por los individuos y siguiendo por instituciones, empresas y entidades.

    ResponderEliminar
  5. Estos días hemos aprendido –y seguimos aprendiendo- de Toni.

    En el comportamiento de todo individuo, resulta determínate su entorno, el ejemplo de las personas que nos rodean. Toni, es para nosotros un amigo y un modelo. Una persona ansiosa de afrontar esa quimera de de intentar entender como funciona el mundo, de conciliar esos dos lenguajes –aparentemente antagónicos- como se deduce de la paradoja

    ResponderEliminar

Deja tu comentario en As Salgueiras