20 de junio de 2014

HACER CON LOS AMIGOS O HACER PARA LA PANTALLA

En Galicia resulta imposible estos días sustraerse a la moda del baño inducido por internet, o lo que es lo mismo, el legado do Tibu, la moda de darse un chapuzón, vestido de manera más o menos estrafalaria, porque algún "amigo" nos ha nominado en alguna red social. La pena por negarse al remojón consiste en pagar una mariscada al amigo que nos ha señalado para continuar la cadena.

A quienes peinamos canas, esto nos recuerda a los juegos de prendas de nuestra adolescencia, aunque con menos chispa. Para quienes jugamos en la calle y no llegamos ni al mando a distancia ni a las primeras Nintendo, los juegos de prendas eran un modo de estrechar lazos entre los miembros de la pandilla. Una suerte de prueba colectiva para ver hasta qué punto nos conocíamos, sabíamos qué cosas molestaban a nuestros amigos, cuáles eran nuestros puntos fuertes o débiles... Llegados a la adolescencia, en una época en que la infancia era más larga de lo que es ahora, cumplían su misión como primer mecanismo de acercamiento al otro sexo. En general, el grupo se regulaba lo suficientemente bien como para no caer en abusos o fenómenos de "Bullying", más frecuentes en nuestros tiempos. Al margen del sonrojo, el riesgo o el fastidio, de las prendas siempre se aprendía algo, formaba parte del proceso de crecimiento.

Nada de esto se conserva en los vídeos de Tibu que circulan por internet. En la mayoría, destaca sobre todo la soledad del bañista, que ejecuta su prenda con más o menos gracia acompañado de un par de pasivos amigos o familiares. Al final, en lugar de hacer algo con los amigos, le llamamos "compartir" a hacer algo solos para colgarlo en las redes y que lo vean los otros, en genérico, de allegados a perfectos desconocidos.


Los ingleses utilizan la palabra "game" para referirse al juego con reglas, y también a los deportes. La acción genérica de jugar se define con el verbo "to play", que también alude a las representaciones teatrales. Una asociación acertada porque el verdadero juego comparte con el teatro clásico la necesidad de una unidad de acción, tiempo y lugar. Jugamos con otros en un mismo sitio, durante un período de tiempo determinado y jugamos juntos porque jugamos a lo mismo, sea un juego reglado o un juego libre que se va transformando en función de su propio desarrollo. Así que desde As Salgueiras, nominamos a los participantes en el legado do Tibu para que pasen un par de horas en un parque viendo jugar a niños que sí comparten experiencias. Y después, que extraigan conclusiones. Porque a lo mejor es más divertido quedar con un grupo de amigos, jugar un partidito en la playa y luego darse un chapuzón; o formar una peña que celebre el primero de año bañándose en el Atlántico; o montar un picnic fluvial con amigos vestidos a la moda 1900; o recrear en un estanque escenas de películas con el agua como protagonista.... Porque las tonterías y las prendas son maravillosas cuando las convertimos en una excusa para estar con los amigos, con los de verdad. Si las hacemos sólo para el móvil le damos la razón a Woody Allen cuando dijo aquello de que la vida ya no imita al arte, sino que se empeña en parecerse a la mala televisión.


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