24 de abril de 2015

MEDICINAS VIVIENTES

Hace algún tiempo escribíamos en este blog sobre las medicinas de cuatro patas que provocan que nuestros cerebros produzcan oxitocina - la hormona de los mimos que estimula el córtex cerebral. Este estimulante natural aparecía en los resultados de nuestro trabajo con la fundación Afiniti y la cátedra de Terapias Asistidas con Animales de la Universidad de Barcelona, en las que analizábamos una serie de experiencias de pacientes de Alzheimer a los que se involucraba en el contacto y cuidado con asnos.
Las sesiones empezaban con el cepillado de los animales en As Salgueiras. El lenguaje corporal de estos tiernos animales parecía mostrar agradecimiento a los mayores que se afanaban en el cuidado de "Rosita", la "Micaela", "Paquita" y "Jacinto", la pequeña manada de asnos que viven en las praderas de As Salgueiras. Los etólogos y psicólogos que dirigían la actividad nos explicaban el efecto estimulante de la oxitocina, que combinado con las emociones que provocaba el contacto con animales en los ancianos, más los ejercicios complementarios (trabajo de lateralidad, memorización de colores, circuitos) servían para aliviar las dolencias de los pacientes, reducir sus accesos de furia y generar un comportamiento más calmado y sereno desde el primer día. Los pacientes de Alzheimer sufren la pérdida de memoria a corto plazo, pero guardan un recuerdo muy vivo de escenas de su infancia. Algunos de ellos recordaban su participación, siendo niños, en tareas del campo, como llevar el grano al molino y volver con la harina, tareas en las que también estaban presentes animales de carga como burros o caballos. Esos recuerdos que les evocaba el contacto con los burros les traía la memoria de sus padres, familiares y amigos de la infancia, desencadenando emociones intensas. Las emociones se guardan en el córtex cerebral en el entorno del hipotálamo, una de las zonas más afectadas por el Alzheimer. La combinación de estimulación emocional, ejercicios y emisión de oxitocina tenían un efecto positivo que los especialistas pudieron contrastar.
Del mismo modo, la conexión emocional entre humanos y perros, que muestra lo que se ha dado en llamar el bucle de oxitocina, sea parte de la explicación de por qué los propietarios de perros son más longevos. Junto con este refuerzo emocional, también se generan los beneficios de ser cuidador. Cuando falleció mi padre, regalamos a mi madre una perrita con la que ha entablado una fuerte conexión emocional. Al tener que atender a su mascota, mi madre ha incrementado sus horas de paseo diario. Además, ha conocido a otros propietarios de perros, lo que le ha supuesto un nuevo nivel y un estímulo de socialización en un momento complicado como es el duelo. La relación simbiótica entre cuidado y cuidador se da desde el principio de los tiempos y quizá explique en parte la mayor longevidad femenina: han sido culturalmente cuidadoras durante más tiempo. Así que, como reconocen ahora ya muchos médicos, si quiere vivir más tiempo, cómprese un perro.



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