23 de enero de 2015

EDUCAR EN (Y PARA) LA NATURALEZA

Siguiendo el ejemplo de las "escuelas del bosque" de los países escandinavos, en España han surgido también proyectos educativos articulados en torno al contacto permanente con la naturaleza. Un buen ejemplo de ello lo constituye la iniciativa Plisti-Plasta, una propuesta para niños de 2 a 5 años que se desarrolla en un bosque de Ozaeta, Alava. Sus promotores han organizado la propuesta pedagógica en torno a la inmersión en el paisaje, en el entorno natural, donde los niños desarrollan actividades de lunes a jueves. Los objetivos pasan por promover el desarrollo integral, fomentar los procesos de juego libre y familiarizarlos, desde las fases más tempranas de su crecimiento, con el contacto con los entornos naturales para inculcarles el respeto a los mismos.
El marco de Ozaeta proporciona un bosque autóctono lleno de especies de hoja caduca, que permiten observar y entender mejor los ciclos estacionales. La presencia de abundantes regatos y riachuelos, los desniveles del terreno o las variaciones en la densidad de la  vegetación, genera hábitats diferenciados para multitud de especies animales, con lo que se garantiza la variedad y la riqueza de las experiencias educativas de los niños. Los viernes, la jornada transcurre a cubierto, en el local de Plisti-Plasta, en el que se desarrollan actividades complementarias, se reflexiona sobre lo realizado, se realizan manualidades con los objetos recogidos en la naturaleza o se trabaja la motricidad gruesa en una zona de colchonetas y espalderas. Periódicamente, para fomentar la implicación de los padres en el proyecto educativo, se organizan actividades especiales, como salidas en familia al bosque los fines de semana o conciertos didácticos.

Desde As Salgueiras, donde hemos sido pioneros en defender principios como la importancia del juego libre o la necesidad de recuperar el contacto con la naturaleza, consideramos muy positiva la presencia de este tipo de propuestas alternativas en el mundo de nuestra educación infantil. Por su peso fundamental en la formación del carácter, inculcar el respeto medioambiental a una edad temprana supone una garantía de que en el futuro contaremos con ciudadanos más responsables. Y si somos conscientes de las posibilidades educativas que conlleva convertir un bosque en un aula, contaremos con un poderoso argumento para cuidar y recuperar tantas masas forestales periurbanas que hoy se encuentran en peligro de desaparición o enormemente degradadas. 


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