2 de enero de 2015

MAS CONTACTO HUMANO, MENOS DEPENDENCIA DEL MÓVIL

El cambio de año es época de hacer balance y de organizar listas de objetivos para los próximos doce meses. Aprender un idioma, hacer algo más de ejercicio, dejar de fumar... son algunos de los "buenos propósitos" típicos de estas fechas. Además de desear a todos nuestros amigos y colaboradores, un 2015 lleno de felicidad y buenas noticias, desde As Salgueiras nos atrevemos a añadir una propuesta a esa lista de deberes pendientes: aumentar el tiempo que dedicamos al contacto humano y conseguir reducir o al menos controlar, el tiempo que pasamos pendientes de nuestros teléfonos o dispositivos móviles.


Quienes seguís este blog sabéis que con una cierta asiduidad subimos noticias relacionadas con el riesgo que el abuso de las nuevas tecnologías suponen para el desarrollo de las relaciones interpersonales. Hace pocos días, medios de comunicación de todo el mundo, desde el New York Times hasta La Voz de Galicia, recogían los resultados de un informe del International Journal of Neuropsychotherapy. Según este estudio, un 25% de los usuarios de móviles reconoce que su pareja usa el móvil como distracción cuando están juntos y cerca de un 10% admiten que la cantidad de tiempo que uno de los dos pasa conectado se ha convertido en una fuente de discusiones. Según el diario americano, se dan ya casos de parejas urbanitas que hacen la compra juntos a través del teléfono, recorriendo diferentes secciones y consultándose a través de mensajes al móvil. De hecho, en muchas grandes ciudades han surgido ya movimientos de amigos partidarios de controlar el uso de móviles, que organizan cenas u otras actividades en los que no se puede llevar el móvil. En algunos restaurantes y locales de ocio, se apuesta por la fórmula de dejar los móviles en la entrada (incluso se ofrecen cargadores) para recuperarlos tras la cena o la función.

Según los psicólogos, este procedimiento de generar espacios (o sea, tiempos) sin móvil, resulta adecuado, aunque advierten que parece más difícil cumplirlo en el propio domicilio. Si con un grupo de amigos surge el compromiso de respetar un pacto, en la intimidad es más fácil autodisculparse recurriendo al clásico "no es para tanto" y tener la tableta a mano todo el tiempo. Es cierto que compartir contenidos digitales o ver juntos una serie en una tableta puede unir a las parejas, y si dos personas leen juntos, parece poco relevante que uno de ellos lo haga en formato electrónico en lugar de sostener un libro de papel. Pero no está de más recordar, ahora que empieza un año, que si las tabletas nos acercan un mundo lejano, no deberían alejarnos de quienes tenemos más cerca. Porque cuando las apagamos, o cuando se cae la red, quienes siguen ahí son nuestros familiares, nuestros amigos, nuestros compañeros. Personas a las que conocemos mejor sin la intermediación de una pantalla. Personas que, como nosotros mismos, valoran más una caricia, un rato de café y conversación o una simple palmada de ánimo, que cualquier emoticono, por muy divertido que sea su diseño.

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