10 de marzo de 2011

Biofilia después del K.O.

El pugilista Myke Tyson, el campeón mundial de pesos pesados más joven de la historia del boxeo, siempre ha estado envuelto en la polémica. Después de su conflictiva infancia, llegó a lo más alto con los guantes. Sus peleas fuera de la lona le llevaron a la cárcel, y perdió durante un año su licencia de boxeo después de propinarle a su contrincante Evander Holyfield unos brutales mordiscos en las orejas. Su gloriosa pero anómala trayectoria en el deporte y sus problemas matrimoniales y familiares terminaron pasándole factura en los medios, en su vida profesional y en la personal. Recientemente, Tyson se ha hecho vegano y recupera la armonía que perdió en su infancia dedicándose a cuidar palomas.

En La Voz de Galicia:



4 comentarios:

  1. Buen ejemplo de cómo la pulsión biofílica de ternura y de amor a la vida puede sobreponerse a aspectos violentos.
    Es curisoso ese vínculo tierno con las palomas, y por ende con el mundo y la vida, en alguien con un comportamiento tan duro. Me recuerda a Marlon Brando en "La ley del silencio", en el papel de boxeador también colombófilo con su palomar en su tejado de edificio suburbial.
    Y sintomático que los medios de comunicación y los espectadores y lectores (nosotros incluidos) encuentren interés en ello. Un signo más de lo necesitados que estamos del contacto con nuestros compañeros de viaje en el planeta.

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  2. A mí también me ha recordado a la película de Marlon Brando. Un boxeador fracasado que se ablanda con las palomas y, dentro de la incomprensión y soledad en la que vive, sólo con ellas se siente acompañado en un ático de la ciudad.
    Es una de las mejores películas que he visto. Ya no me acuerdo de cuantos oscars se llevó, aunque tengo entendido que Elia Kazan la rodó intentando legitimar su colaboración con el macarthyismo. En todo caso, la película es realmente buena.

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  3. Parece otro caso de individuo inestable que va sosegándose gracias a su relación con los animales. A mí me recuerda más a la entrada de este blog de "El hombre de los pájaros", la de la película de Burt Lancaster. Me pregunto si, en determinadas circunstancias, los seres humanos acabamos tan saturados de nuestra vida social que ya sólo somos capaces de comunicarnos sin tensión con algunos animales. También me pregunto si detrás del continuo y machacón énfasis en la tolerancia no se esconderá el hecho de que cada vez nos soportamos menos unos a otros. Se tolera aquello que no nos gusta, y se disfruta o ama lo que nos gusta.

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  4. Ese efecto psicológico me recuerda cuando a una persona que ha sufrido un infarto le recomiendan se haga con un perro para sacarlo a pasear, lo que le marca un ritmo diferente y le dota de constumbre más regulares, además de lo que supone de contacto 'biofílico'.

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