El pacífico comportamiento de Jenjis con mi hijo tenía sus razones. Los mastines manifiestan condolencia con los cachorros, aunque llegan a ser durísimos con sus propios descendientes. Las heridas que les provocan son impresionantes. Un padre o una madre no dudan en reprender con dureza a su cachorro. La imagen romántica e idílica de la naturaleza la perdí hace mucho tiempo, precisamente cuando comprendí que mis perros sabían que mi hijo era mi cachorro y, como yo era el líder, no lo tocaban. Por ejemplo, el líder de nuestra manada de perros en As Salgueiras sabe que el Urco es mi protegido. Por eso, a pesar de tener mucha menos corpulencia y acosar a los demás a ladridos, cuando yo estoy presente no se atreven ni a amenazarlo. Se limitan a ignorarlo, aunque el Urco rompa los tímpanos de perros mucho más grandes que él. También suele ocurrir que el segundo del líder, su «pelotillero» oficial, es el más desafiante y «macarra» de todos, pero hay que aguantarlo para no incordiar al líder.
El comportamiento de los perros es fácilmente previsible si el grupo humano está integrado y hay en él un liderazgo claro. El perro más fiero, si capta un liderazgo firme en la manada humana, se comporta como un corderito. Pero un perro, aunque sea pequeño, puede ser muy peligroso en un entorno sin liderazgo ni cohesión. Ocurre algo muy parecido en la educación: un niño se comporta adecuadamente si percibe la autoridad de sus padres y asume con naturalidad su rol en la manada humana. Pero si los padres renuncian a su liderazgo, ese mismo niño puede ser peligroso incluso para ellos. He leído que algunos terapeutas aprovechan el instinto de integración en la manada de los perros para ayudar a los niños que no han encontrado su rol en la familia o grupo social; y también para apoyar a muchos padres que han renunciado a ejercer su papel de líderes y guías.
¡Qué interesante es todo este mundo Manu! Me parece apasionante todo lo que podemos aprender a través de la observación de las manadas... Extrapolarlo, en ciertos aspectos, a la educación de nuestros pequeños, podría ser muy interesante. En Allariz, Elsa, la psicóloga de la Asociación ANDREA, nos comentó que en algunas sesiones de TAA, la mera observación de la manada era algo muy importante, pues los pacientes eran capaces de captar los roles que desempeña cada miembro de la manada y asociarlos a la vida real. Si el programa de la Súper Nani integrase estas técnicas, seguro que serían lo último en educación...
ResponderEliminarMe encanta que compartas todas estas experiencias con los lectores del blog, al igual que me interesa muchísimo todo lo que nos cuentas sobre el comportamiento animal cuando vamos a las Salgueiras, toda esa sabiduría tendría que estar publicada!!!
Ayer por la noche, en un programa de TV escuché algo que me llamó mucho la atención, y me recordó a todo esto. Salía un hombre que desde los 8 años se había dedicado a cuidar animales y tenía una gran manada de lobos. Estaba totalmente integrado y nunca lo atacaban (como lo que cuentas de tu hijo y Jenjis). Él lo explicaba así: " es muy fácil. Yo formo parte de la manada, porque me han acogido en ella. Pero no formo parte de su jerarquía. Por eso me respetan". Supongo que se refería a lo que tú mismo has dicho muchas veces. Los lobos (como tus perros, o caballos) detectan fuera de su propia jerarquía otra mayor. Por eso se comportan como “corderitos”.
La severa educación de los mastines me trae a la memoria el caso de la madre aquella que fue condenada por una jueza en Jaén porque pegó una bofetada a su hijo. Lo hizo después de que el angelito le lanzara una zapatilla cuando ella le preguntó por que no había ido al colegio aquel día. La sentencia contemplaba que, aunque el hecho nunca se hubiera repetido antes, se trataba de un caso de maltrato al menor, y condenaba a la madre a no acercarse a su hijo durante un año y 67 días.
ResponderEliminarSobre quién hizo más daño a ese niño, la madre o la jueza, yo no tengo ninguna duda.
Ahora me explico por qué ladra tanto el Urco. No para, el condenao
ResponderEliminarMe voy a colar, porque me siento un poco privilegiado por haber escuchado esta historia mismamente ayer!! En primera persona, pero gracias por compartirla aquí con todos, porque como dice Ana es aleccionadora. Tiene que ver con la pedagogía, y sería interesante que lo extrapolásemos adecuadamente como bien dices a las manadas humanas. En un curso que hago por el Sur de Galicia (Vigo) basado en la medicina evolutiva, se refieren a esto como al papel dentro del clan (o familia). Y que es muy necesario para que un cachorro del clan crezca con equilibrio emocional y físico tener la referencia del líder y protector. Es apasionante.
ResponderEliminarUrco hace lo que quiere...
Muy de acuerdo contigo Al. Son las nuevas normas educativas. Así nos va...
ResponderEliminarCuesta imaginarse a los mastines como perros tan duros con sus cachorros, a mí me transmiten sentimientos de amabilidad y de fuerza consciente de sí misma y controlada, vamos unos bonachones (claro que habría que verlos frente al lobo, esa dulzura seguro que se transforma) los de As Salgueiras, como sus compañeros, siempre me han acogido con bastante naturalidad (será que saben que voy con Manu).
ResponderEliminarCoincido con lo que venís comentando en lo mucho que se puede aprender sobre nostros mismos y nuestro comportamiento grupal e individual observando la manada, en este caso la de perros, pero también la de caballos (con tantos ejemplos que no ha mostrado Manu, como la manera en que la mula "Paquita" les marca el "son" a todos). En este caso en particular estamos hablando de un tema que me preocupa, la importancia de que los "cachorros" humanos tengan y perciban una autoridad clara (no "autoritaria", valga esta contradicción terminológica, sabéis lo que quiero decir...) no impositiva pero sí orientadora y que sepa dar amor, cariño, apoyo, promueva la autoestima, fomente el uso consciente de la libertad, de lugar al sueño y la imaginación creativa... pero no dude cuando es necesario poner límite a conductas incorrectas o que no convienen en un momento dado. Lo ideal sería que no fuera necesario poner freno (ni tampoco que ese freno estuviera dentro de la psicología del niño como elemento opresivo en sus actos) tan sosolo orientar y dar referencias, que hubiera una conciencia y sentido de la responsabilidad acorde a la edad en cada caso (ojalá los adultos fueramos capaces de todo esto...). A ver si consigo ese equilibrio en la realación con mis hijos, no es cosa fácil.
Ana, ese caso que cuentas me recuerda a Félix Rodríguez de la Fuente con sus lobos.
ResponderEliminarMe hace pensar que tal vez más que tomarlo como macho alfa o líder, reconocían en aquél y en este personaje que comentas "alguien" que al tiempo era miembro de la manada y ajeno a ella, o con otros mundos además del de la manada, lo que le otorgaba un estatus autónomo.
¿Cómo es posible que haya este consenso en la opinión pública, y entre los expertos en educación y pedagogía desde diversos planteamientos, de que el sistema educativo y los modelos que se vienen parcheando unos a otros a lo largo de diferentes gobiernos estatales y autonómicos sean tan nefastos, tanto curricularmente y en resultados de los discentes como en su desarrollo psicosocial, y no se haga nada adecuado para mejorar esta situación?
ResponderEliminarEl dicho consenso en materia educativa sobre la educación "soft" es una de las hipocresías más mayúsculas y dañinas que padecemos. Pongo un ejemplo: si un niño de 4 años se hace sus necesidades encima, el personal del centro educativo no está obligado a hacer nada al respecto. De manera que contacta con la madre o el padre y le hacen saber la situación. Qué delicadeza. Mientras llegan al centro el padre o la madre, si consiguen abandonar su puesto de trabajo, claro, el niño tendrá que esperar con sus heces encima. ¿Es eso tratar con dignidad a las personas? Mucha tolerancia y que no se frustren los niños, pero a la hora de la verdad no se está tratando a los niños como personas. Y no se les respeta cuando no se les exige, cuando no les instamos a que se esfuercen y den lo mejor de sí mismos. Les vemos como potenciales frustrados, como seres hiper-vulnerables que deben hacer lo que les dé la real gana para que se desarrollen libremente... Pero los niños no pueden ser libres si les ocultamos en qué consiste realmente la vida. A mí no me extraña que en la infancia hoy haya tantas conductas evasivas y una tolerancia a la frustración casi nula. Si no aprendemos a frustrarnos desde pequeños, lo llevaremos crudo cuando seamos adultos.
ResponderEliminarTomaba el debate sobre el carácter de una raza que despertó la noticia de Ney, para explicar que más importante que la raza, de su corpulencia o dentadura prominente, es la integración en la manada.
ResponderEliminarUn caballo entero tiene mucho más carácter, pero sin embargo si el liderazgo esta claro, es más fiable. Un líder por otra parte, no es el más violento. Al revés, resulta que es quien controla más sus emociones. No quiere mermar su manada con sus acciones. Los que no tienen nada que perder. Los últimos de la manada, son los que manifiestan las reacciones más violentas y sorpresivas.
Cuando un entrenador llega a una casa donde un perro se manifiesta violento ante sus dueños, a los pocos minutos el carácter del perro cambia y la que era antes una fiera, se manifiesta ahora como un cachorrillo sumiso. El perro es el mísmo y resulta que inmediatamente es equilibrado. ¿Qué papel jugaban sus amos en su actitúd?
Al entrenador, no le hace falta violencia, solo voluntad y energía para asumir el liderazgo. Este nos obliga a esforzarnos y no siempre estamos dispuestos a sacrificarnos. Quizás lo que nos ocurre ahora no solo sea una cuestión de debate ideológico o pedagógico, sino de una sociedad inmadura que renuncia al compromiso y la responsabilidad. La responsabilidad de la educación exige liderazgo, energía, persistencia y coherencia. Cuestión que no abunda en los tiempos que corren. Decidimos eximir al individuo de la responsabilidad derivándola al estado o al sistema educativo y usamos las teorías de la educación antiautoritaria para renunciar a nuestra responsabilidad.
Me quedo con esta frase tuya Manu : " Un líder no es el más violento, sino todo lo contrario, es el que controla mejor sus emociones, el más equilibrado". Tomo nota. El sistema educativo (tanto estatal como familiar) está claro que no funciona, pero yo creo mucho más en la psicología positiva que en la imposición del poder por la fuerza. Para hacer niños equilibrados tenemos que serlo primero nosotros. Y la verdad, con la cantidad de factores estresores, endógenos y exógenos, que emergen cada día, no resulta tarea sencilla.
ResponderEliminarManu, vaya inspiración!! me parece que tu entrada sí es una buena relación del estudio etológico de las manadas y su relación con la educación de los tiempos en los que vivimos.
ResponderEliminarCuánta razón tienes Occam. Yo fui educado en un sistema educativo muy bueno. Se estaban abandonando (salvo raros conatos) los abusos del poder educativo de la dictadura pero el maestro seguía teniendo mucha autoridad. Yo le tenía tanto respeto como a mis padres. Me siento afotunado por haber estudiado primaria y secundaria finales de los 70 y principios de los 80.
Creo que es un tema de gran trascendencia, de los más relevantes que podemos plantearnos hoy en este país. Las cuestiones que se están comentando no son de fácil solución, pero ésta pasa por que cada cual asumamos nuestro grado de responsabilidad y actuemos en nuestro ámbito próximo; está claro que los que estamos participando en este blog tenemos preocupaciones e intereses que (además de aquellos lógicos de quienes contamos con hijos) van más allá de la familia: tanto por nuestras actividades personales y privadas como por las profesionales que desarrollamos en áreas como la psicología, la educación, las terapias, el trabajo en el espacio público, la educación ambiental, el concepto del juego natural y libre, lo lúdico como elemento socializador e imprescindible en la formación integral de la persona, la recuperación del vínculo humano con la naturaleza, la divulgación de teoría en estos temas...
ResponderEliminarA la pregunta de Mario, creo que se le puede encontrar respuesta implícita en parte de lo comentado por Manu y también en las respuestas de Ana, Occam y Ser.
Está clara la inoperancia del sistema educativo actual y reciente, y la incompetencia de quienes desde la administración y la clase política han venido estableciendo los diversos planes educativos y su ejecución, pero de la queja y la sola crítica no vamos a conseguir nada; cada cual hemos de emprendar la "reforma educativa" por nuestra cuenta: más allá de culpabilizar a los otros, la solución, insisto, pasaría por asumir cada uno nuestro compromiso e implicación directa al respecto en los ámbitos en que nos encontramos, comenzando por la familia (yo como padre ya tengo tarea que resolver en este sentido, a ver si soy capaz) y siguiendo por las instancias y entidades constituidas por los ciudadanosnos. Hemos de ir por delante de las administraciones, con actuaciones y creación de opinión.
Creo que en este sentido el planteamiento e implicación de José Antonio Marina es de gran valor. Por ahí, de nuestra implicación y del estado de pensamiento y de acción que entre todos seamos capaces de orquestar, ha de venir la solución.