Por Noemi Basanta
Sentados en unos sofás en medio del escenario del auditorio de la sede de la Fundación Barrié, Gonçalo Byrne y Manuel Rivas charlaron sobre la vivienda. El debate fue moderado por el periodista Javier Armesto, responsable del imprescindible blog de arquitectura, arte y diseño "El Tiralineas".
Los conversadores abordaron en primer lugar el lado más simbólico del concepto casa, derivando hacia problemas más concretos de la ciudad contemporánea. Ambos coincidieron en que la casa es un refugio, el primer lugar que construyó el hombre para vencer al miedo (un miedo que, según Rivas, aparece en todos los cuentos infantiles). Antes, el lugar del miedo era el bosque, lo oscuro y peligroso y la ciudad era el refugio. Hoy el bosque está idealizado y la ciudad es el lugar del miedo. En la ciudad medieval había un borde claro (la muralla), la ciudad difusa actual no tiene límites claros, no sabes si estás en la ciudad o el campo, ya que se pierde dicho umbral. Según Byrne, esto crea campos de exclusividad y también de exclusión.
También comentaron la dimensión íntima de la casa, coincidiendo en que también es un lugar de ostentación, de exhibicionismo. Equipararon la forma de hacer casas seriadas con los best seller, se repite un modelo que funciona en el mercado. La categoría de best-seller condiciona lo que va a ser el libro antes de que se publique. La arquitectura también responde a esta idea icónica.
Por otro lado, hoy en día se da mucha importancia a los aspectos visuales de la arquitectura (luz, textura, color…) pero se deja de lado el aspecto psicológico. Este aspecto psicológico es determinante y variable en el tiempo, y hace que la casa vaya adquiriendo su propia personalidad a través de estas sucesivas alteraciones.
Rivas también comentó que la casa ya no es una referencia eterna y que la familia tipo está cambiando; la gente cada vez vive menos en su casa, los modelos se modifican, dando paso a la convivencia de nuevos y viejos modelos en la gran ciudad.
Por último también abordaron la gestión de la ciudad, que, según su opinión, debe ser responsabilidad de todos. El arquitecto no es el autor total de la arquitectura urbana, la ciudadanía tiene mucho que decir en la ciudad contemporánea, igual que los políticos, los promotores… todos. Se trata de lograr la convergencia entre promotores, políticos, ciudadanía y arquitectos para hacer el espacio más “vivible” para todos.
Qué sugerente esa charla y los temas que fueron saliendo, según nos cuentas. Encuentro de interés el anális de Gonçalo Byrne sobre la exclusión originada por la exclusividad de algunos espacios urbanos, la indefinción de los ámbitos (que en principio puede parecer algo en parte positivo por las posibilidades en un mundo cambiante como el que vivimos) creo entender que en parte alude a la colonizción que el medio rural está teniendo por la ciudad, convirtiéndose aquél en un epifenómeno (incluído en aspectos simbólicos) de lo urbano y su ubicuidad a través de las redes de comunicación, de relaciones y de dependencias que la ciudad proyecta actualmente en su derredor (en el caso de Madrid y de Barcelona, con diferentes características, ese derredor se extiende a gran distancia), también se puede considerar el caso de A Coruña, a otra escala y con características particulares.
ResponderEliminarAdemás son muy de valorar esas observaciones de Rivas y Byrne sobre el papel de la ciudadanía en la gestión de la ciudad y la confluencia de todos loas agentes implicados, en pos de una ciudad más humana y más vivible.
Veré de acercarme a la exposición (está hasta el 3 de abril), que promete.
Me llama la atención eso del "exhibicionismo". No sé si califica lo que persigue el conjunto de los objetos domésticos de una vivienda actual. El márketing, branding, etc. han dotado a los objetos de un valor simbólico que casi hace secundario el valor funcional. Ya no se trata de tener cubiertos o vajillas, sino de que estén adquiridos en determinado comercio y sean de cierta marca. Lo mismo sucede con los electrodomésticos y, más aún, con los elementos ornamentales. A nadie se le ocurre tener un vulgar botijo en casa, lo suyo es una vasija de la India o un cuenco africano, excusas perfectas para colocarle al invitado la apasionante historia de los itinerarios turísticos del morador de esa vivienda. Tampoco es de buen gusto tener cualquier ordenador o equipo de música, deben ser de las marcas bendecidas por los medios, como los móviles.
ResponderEliminarEs evidente que la casa expresa los gustos y hábitos de quienes la habitan. Pero últimamente van desapareciendo de los hogares las fotos familiares, los recuerdos de los abuelos o las fotos de la boda (no así los DVDs que de vez en cuando hay que tragarse en alguna visita). Ahora predomina un moviliario presuntamente alternativo de escasa utilidad que busca impactar al visitante, que tiene también un moviliario parecido y no percibe en esa casa nada singular o propio de sus propietarios.
La exposición de Byrne recoge unas cuantas obras con varias escalas de inrevención. Sobre las superficies se proyectan imágenes de los proyectos y los recorridos vienen dados por las enormes y detalladas maquetas. Veo que es un arquitecto que trabaja los planos, es decir, juega con los plieges y posibilidades del plano para conseguir iluminación, visuales y geometría a la vez. Todo ello conforma uos volúmenes muy claros y además en su obra siempre mantiene el interés por el espacio público como un contínuo. Os paso también el artículo de La Voz:
ResponderEliminarhttp://www.lavozdegalicia.es/ocioycultura/2010/11/19/0003_8858574.htm
A mí lo que me parece dudoso es que la espesura del bosque fuera de suyo el lugar oscuro y tenebroso por antonomasia. Para empezar, porque no todas las ciudades tenían un bosque próximo. Además, las ciudades en la Edad Media coexistían con numerosísimos pequeños núcleos de población campesina que vivía extramuros. A esto hay que sumar el hecho de que en aquellas épocas no existían sistemas penitenciarios como los actuales, por lo que al delincuente se le cortaban las manos o el cuello, con o sin tortura, dependiendo de la magnitud del delito. Aquello provocaba que un buen número de infractores de la ley se refugiara en el bosque tratando de eludir la condena. Ocultos allí permanecían al margen de la ley y sobrevivían mediante el robo, los asaltos y la rapiña. No era tanto el bosque en sí lo que producía el miedo como quienes se escondían en él. En cuanto a las murallas, son antiquísimas y es sabido que en torno al 200 d. C. las ciudades romanas las construían para protegerse de los pueblos germánicos. Más tarde aparecieron los hunos, los normandos, luego los musulmanes...
ResponderEliminarVamos, que el miedo de entonces no lo provocaban bosques fantasmagóricos ni era cosa de niños. Creo que también habría que tener en cuenta esto.
También estuvo bien una charla anterior de Byrne con el arquitecto coruñés Manolo Gallego. Son dos ejemplos de arquitectura que desde lo racionalista puesto al día han realizado interesantes proyectos, con la coincidencia de la intervención respetusosa en adecuaciones de monumentos históricos, cada uno por su parte.
ResponderEliminarA mí algunos proyectos de Gonçalo Byrne como el del entorno del Monasterio Alcobaça me parecen magníficos, una concepción del espacio público que lo devuelve a la ciudadanía y a la historia del lugar (quitando del medio los coches y autobuses que atestaban e impedían la vista del monasterio y el disfrute del espacio), con detalles muy cuidados, como la resolución de las escorrentías de agua canalizadas de manera muy elegante; o el parque de Mondego, en Coimbra, con soluciones minimalistas que permiten una mirada y disfrutar del espacio, aire fresco.
ResponderEliminarLa muralla definía y delimitaba el asentamiento urbano y la separaba del mundo informe y amanazador del exterior, lo otro; es algo que aparece ya con los primeros núcleos urbanos, así fue en Jericó, o de manera sutil (configurada por las mismas casa dispuestas unas junta a otras y sin apertura al exterir de la ciudad) en Çatal Hüyük, y me vienen a la memoria las sólidas murallas posteriores de Micenas con la magnífica puerta adintelada de los leones y las polis griegas, o entre nosotros el caso de Los Millares; incluso podemos pensar en Lugo como ejemplo que ha quedado, y que también muestra simbólicamente como la ciudad se abalanza sobre lo que antes era su exterior y contrario.
ResponderEliminarMe interesa mucho la opinión de estos expertos desde el punto de vista de la gestión de espacios verdes tanto en las ciudades como en las propias casas. Algunos edificios destinan partes interiores de sus patios a la incorporación de jardines. Tenemos por ejemplo el caso de Bogotá, de cómo uno de sus alcaldes pensó en una posible solución a la polución y el tráfico (identificados por sus habitantes como handicaps de la ciudad) el hecho de quitar carriles de circulación y habilitar más parques. Curiosamente el tráfico mejoró con menos carriles (se usa más el transporte público) y la polución también. Parece que ciudades como A Coruña están cada vez más apostando por "reducir" el número de vehículos que se aventuren a entrar en ella. Por lo menos eso parece por las últimas obras en la que desaparecen zonas de parking y hay más calles peatonales. Qué opináis de este tema?? Pues se me hace difícil opinar de él?
ResponderEliminarSer, yo viví de estudiante ocho años en Alemania, en Düsseldorf (que es algo mayor que A Coruña), el caso es que el casco histórico es peatonal, al igual que en muchas ciudades alemanas, holandesas... y ello supone un aliciente para la vida de la ciudad, oportunidad de socialización (son sus más y sus menos, la cuestión es intentar que la gente siga viviendo allí y que no todo quede en manos del comercio, las oficinas, edificios públicos y restaurantes). También conozco el modelo norteamericano del downtown, bien diferente, no sé si decir contrario. Recientemente durante las magníficas Xornadas de Xardinería, en Ourense, tuve ocasión de vivir durante unos días el centro de la ciudad como no la recordaba, creo que ha ganado mucho con la peatonalización y se ha realizado también con bastante respeto a los residentes. Esas actuaciones opino que por lo general son positivas para la ciudad, aunque la configuración urbana de A Coruña plantee algunas dificultades. Y además crear nuevas zonas verdes en ciudades no es cosa fácil y entraña un esfuerzo de imaginación, en parte lo que apuntas es una vía a explorar, crear jardines interiores, en patios, o en lugares entre edificios que ahora son tierra de nadie (si tal cosa existe en las ciudades...) al menos respecto a su ordenación, abrir al exterior los espacio calusurados y hacerlos más accesibles por la ciudadanía, reducir la 'dureza de las plazas' (sic) a veces muy diseñadas y con demasiados artilugios de mobiliario urbano y poca vegetación adecuada para el medio urbano, crear jardines verticales, y en los tejados, cornisas y azoteas (hay magníficos jardines en estos lugares en otros países). Me consta que hay planes en estudio (de carácter innovador) que cuando se pongan en marcha van a suponer una mejora substancial del entorno coruñés.
ResponderEliminarY el "verde", como ya hemos comentado, es crucial para la salud psicológica y física de todos nosotros, y más aún en la ciudad.