23 de marzo de 2011

Biofilia entre rejas

Más de una vez hemos traído al blog casos en los que la naturaleza y los animales contribuyen muy positivamente a la rehabilitación social de las personas. En As Salgueiras, en cooperación con la Fundación CamiñaSocial, hemos trabajado mano a mano con jóvenes con medidas judiciales.

Las experiencias han sido muy enriquecedoras. Tal vez sea porque alguien privado de libertad, de lo que nos hace más humanos, rebosa humanidad cuando contempla el horizonte abierto de la naturaleza. Tan satisfactoria ha sido esta labor, que no podemos dejar de agradecer las visitas de todos los jóvenes con los que hemos trabajado. Muchos de ellos nos han mostrado hasta qué punto el ser humano es capaz de superarse e ir más allá de sí mismo rompiendo los barrotes de su pasado. Hemos aprendido mucho con ellos y siempre serán bienvenidos a As Salgueiras.

Esta semana los medios de comunicación se hacían eco de los efectos benéficos que tiene la naturaleza en los internos de un centro penitenciario ourensano. Aplaudimos esta iniciativa y esperamos que se desarrollen muchas similares en el resto de centros españoles.


En La Voz de Galicia:

Una terapia con rejas verdes

Todos los patios de la prisión ourensana de Pereiro de Aguiar tienen jardines y dos están repletos de animales: hay seis perros labradores, decenas de pájaros, tortugas, peces…+

10 comentarios:

  1. El caso expuesto es aleccionador sobre la capacidad del contacto 'biofílico' con los animales o con la naturaleza. Me recuerda la entrada de este blog sobre la película con Burt Lancaster, "El hombre de Alcatraz".

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  2. En estados unidos llevan tiempo trabajando en estos aspectos en las instituciones penitenciarias y en los centros de desintoxicación. Me parece una idea genial que también debería ser llevada a centros geriátricos, etc.

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  3. El artículo de La Voz de Galicia es interesante y coincido con lo que dices Ser.

    Hace justo diez años unos amigos organizamos un proyecto artístico internacional en la antigua prisión de Valparaíso, que tuvo como consecuencia feliz la recuperación del lugar como centro cultural gracias a los artistas de esa maravillosa ciudad, la "Ex-Cárcel": http://parqueculturalexcarcel.blogspot.com/
    Recientemente ha tenido lugar una intervención arquitectónica de envergadura, a punto de concluirse incluso Oscar Niemeyer realizó un proyecto. Es curioso, la energía que puede poner en movimiento la iniciativa de un conjunto de artistas
    http://portadadiariosregionales.altavoz.net/prontus_multimedia/site/artic/20110318/pags/20110318164856.html

    Mi trabajo, modesto para ser sincero, consistió en la recuperación del antiguo jardín de la prisión (prácticamente perdido y lleno de ruinas, asbesto... tras el abandono del lugar) donde los reclusos según su conducta (y algunos de posición y medios) podían pasar parte de su tiempo incluso compartiendo espacio con las familias de los funcionarios lejos del patio común. Un interesante espacio en que quedaban restos del arbolado, junto a un viejo polvorín español en el centro de la prisión.
    Con la ayuda y colaboración de Papito (antiguo recluso ya rehabilitado tras un largo historial que incluía aparatosas fugas internacionales y que había decidido quedarse a mantener "su" prisión tras ser cerrada) logramos sacar adelante el proyecto entre dificultades varias, como conseguir agua. En principio pensado como intervención efímera, a mi partida Papito continuó cuidando el jardín. Las conversaciones con él me enseñaron entre otras vivencias humanas la importancia para las personas del contacto con la naturaleza, que se evidencia aún más en situaciones de privación de ese contacto; su capacidad de contribuir a la rehabilitación y reintegración, además de la terapéutica que venimos comentando en este blog. La potencialidad de la naturaleza, y de su forma humanizada y estetizada, los jardines, es en ambos casos importante, debería explorarse más.

    La experiencia con Camiña Social y con los menores bajo su custodia, trabajando con becas formativas en la naturaleza de As Salgueiras, es otro buen ejemplo, del que nosotros también aprendemos vivencialmente.

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  4. No conozco las circunstancias de los centros de internamiento de menores, pero sí tengo una experiencia más cercana en los centros penitenciarios de adultos. Apenas se usa la expresión “recluso” o “presidiario” para denominar a quienes residen en ellos. Se les llama “internos”, que resulta más neutro y menos denigratorio.
    Aunque parezca una cuestión menor, tiene unas implicaciones que no tardan en advertirse. Los funcionarios que custodian, supervisan o acompañan a los internos nunca portan armas de fuego. Si tienen que reducir por la fuerza a un interno, lo hacen entre muchos. Y si el interno se hubiera hecho con un arma blanca u objeto contundente, contactan de inmediato con la patrulla de la Guardia Civil que ronda las 24 horas del día fuera de los muros del centro. Que los funcionarios de prisiones no usen armas y que los reclusos sean internos busca transmitir un carácter menos represivo de las instituciones penitenciarias. No buscarían tanto el castigo del reo como su reinserción social.
    El problema es que los internos no lo entienden así ni de lejos. Tienen meridianamente claro que, con mayor o menor culpa, con mejor o peor abogado, padecen un castigo que les causa un daño cierto de por vida. Esto siempre ha sido así, y de forma mucho más cruda en el pasado. Lo novedoso es la enorme distancia entre las pretensiones de la ley y lo que realmente ocurre a su amparo.

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  5. Para empezar, los funcionarios de prisiones dispensan un desprecio olímpico a los internos y a quienes les visitan. Exigen un trato sumiso y hasta versallesco. Si se lo proponen, pueden amargarle mucho la vida al interno que no se pliegue a su parecer o deje de dirigirse a ellos con la debida reverencia. Naturalmente, en esto se dan excepciones. Hay internos ilustres que cuentan con un ejército de abogados capaz de presionar al mismísimo Ministerio del Interior. Estos, naturalmente, reciben un trato exquisito y la cortesía que deben a los funcionarios no pasa de tratarlos de usted. El mensaje que, por la vía de los hechos, capta la población reclusa es que en el sitio en el que deben aprender a respetar a todos impera la ley del más fuerte con más rigor y desenvoltura que en esa sociedad en la que deberían insertarse.
    Aun con el clima y los acontecimientos que cuestionan de facto la idoneidad de muchos centros penitenciarios para la reinserción, las instituciones siguen procediendo como si todo fuera viento en popa. Y, lamentablemente, en muchos casos provocando daños mayores que los que tendrían lugar si no intervinieran.
    Un caso típico es el del médico del centro: un interno con una condena de 20 años no acaba de llevarlo bien y está algo amargado. Pues bien, después de diagnosticarle una severísima depresión y de invitarle a seguir libremente un tratamiento, es medicado y ultramedicado hasta que desaparece su amargura, puesto que la medicación ha hecho que casi desaparezca también su capacidad de sentir, y deambula por el patio de la prisión como un zombi. En este caso, como en muchos otros en nuestra sociedad, se identifica de inmediato una dificultad grave, un problema vital, con una patología psicológica y se procede a anular el “yo sufriente” a base de psicofármacos. Lo malo es que se terminan tirando por la borda la iniciativa y la responsabilidad personal de quien sufre, con lo que difícilmente podrá llegar a enfrentarse a sus dificultades y superarlas. Es evidente que, en determinados casos, los antidepresivos, etc. son necesarios; pero también es obvio que hoy se abusa de ellos. Y la enormidad de lo que sucede en algún centro penitenciario es como para expulsar al facultativo del colegio de médicos y privar a quienes lo toleran de su estatus funcionarial.

    Ojalá no ocurra así en esa prisión gallega.

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  6. Tremenda y verídica disección de la realidad la que haces, Occam. Es obvio que los complejos penitenciarios de los estados democráticos actuales no son aquel panóptico de Jeremias Bentham donde el control era central y al tiempo ubícuo (como supo ver Foucault) y que, con toda su perversidad, suponía una superación de las prisiones anteriores a lo castillo de If (aquél donde sufrió cárcel el Egmond Dantes de la novela de Dumas y colaboradores), pero también distan de la imagen oficial de lugar de reinserción que se nos quiere transmitir.
    En ese escenario atroz, no ya sólo por sus efectos restauradores y apaciguadores, sino también por los terapéuticos, la presencia "biofílica" de que trata esta entrada podría ser de mucha utilidad.

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  7. Admiro esta labor que desarrolláis, y os animo a seguir adelante con estas y otras muchas iniciativas que tenéis entre manos.

    Yo que me dedico en estos momentos de mi vida a la investigación, no le puedo restar a la evidencia científica la importancia que tiene para dar cimiento a muchos de nuestros proyectos y otorgarles el rigor y la seriedad que merecen sus beneficiarios. Sin embargo, tampoco le quito su gran importancia al sentido común y a las experiencias personales. Si a todos nos produce una inmensa sensación de libertad el contemplar el océano abierto, la inmensidad del cielo o lo incierto del horizonte, tanto más podrás experimentar esa sensación cuando estás privado de libertad.

    En el libro de Viktor Frankl, “El hombre en busca de sentido”, se hace una hermosa alusión a la libertad que proporciona el contacto con la naturaleza cuando su protagonista es liberado del campo de concentración en el que había permanecido mucho tiempo. “[..]paseaba por una campiña florida, caminando hacia un pueblo cercano. Las alondras se elevaban hasta el cielo y lanzaban al aire sus alegres cantos; no había nada más que el cielo y la tierra, y el júbilo de las alondras, y la libertad del espacio. Me detuve, miré a mí alrededor, después fijé la mirada en el cielo, y finalmente caí de rodillas. […]Estoy seguro de que aquel día, en aquel instante, mi vida comenzó de nuevo.” Así, a través de la naturaleza, es cómo este autor describe la libertad. Os recomiendo el libro.

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  8. Además de la sensación de libertad de la que hablas Ana, creo que los chicos con medidas judiciales que van a As Salgueiras experimentan otras muchas cosas importantes para su autoestima, su autorrealización y en general la imagen que tiene de sí mismos: adquirir responsabilidades, aprender cosas que no conocen y resultan muy gratificantes, el autocontrol del que siempre hablamos cuando estás con un animal que no "habla" tu idioma... de alguna manera estos chicos a veces llevan sobre sí mismos una etiqueta, un cartel que dice por ellos quienes son y que les condiciona a ellos y a cómo los demás se relacionan con ellos. Este contacto con la naturaleza y este compromiso con lo que hacen en As Salgueiras modifican la definición que tienen de sí mismos y esto es tremendamente terapéutico, supone un giro brusco hacia un camino que parece que no era para ellos, es decir, un CAMBIO con respecto a lo esperado.
    Enhorabuena por estas iniciativas!!!!

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  9. Gracias Ana y Lucía.
    Bonito y esperanzador texto el fragento de Viktor Frankl, y el inmenso poder que tiene el contacto con la naturaleza, y más vista en relación a la libertad o la carencia de ella. Una de las cosas que se ha tenido claro a la hora de trabajar con los menores en medidas juidicales es que eran ellos mismos, como comentaba Manu en la entrada due puso al respecto en el blog, es que ni hemos querido saber cuáles son las causas por las que contaban con esas medidas, lo que podría haber condicionado la relación con ellos: en As Salgueiras se les ha recibido por sí mismo y valorado por sus actos, y la valoración ha sido muy positiva, de hecho la experiencia con ellos nos ha enriquecido. Además, eran personas que ya habían iniciado interiormente o estaban en circunstancias de iniciar su camino de reintegración.

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  10. Ana, Lucía, me permito un comentario que ayer me llamó particularmente la atención en una charla que dio Eduard Punset, sobre la importancia de seguir nuestra intuición, lo poco que sabemos de la realidad, lo corto que se queda el consciente y lo que recientemente se está sabiendo de la importancia que tiene el inconsciente para la toma de decisones, Punset, basándose en las evidencias actuales, llamaba la atención para que hiciéramos más caso a nuestras intuiciones, que también interpretan la realidad, y en un grado mayor que el consciente (además de que también lo condicionan).
    El nivel deacadémico de los asistentes era muy alto: antiguos becarios en universidades de diversos países y titulados españoles en Harvard, varios de ellos en Psicología (como la moderadora). Salieron algunas cuestiones sobre el conocimiento, la inteligencia, la conciencia, las emociones, la afectividad y autoestima en el desarrollo infantil, las redes sociales... y lo que actualmente se tiende a pensar al respecto entre los expertos más relevantes.

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