15 de febrero de 2011

¿Aparecen árboles en nuestro cuadro favorito?

Por Miguel Moreno

El último libro del recientemente fallecido Dennis Dutton, editor del prestigioso Arts & Letters Daily, ha puesto de moda en Internet el cuadro America’s Most Wanted Painting de los artistas Komar & Melamid. En esta obra pictórica figura un paisaje en el que predomina el color azul y aparecen George Whashington, unos niños y animales en un paisaje natural. Los artistas hicieron el tipo de cuadro que más agradaría a los norteamericanos.


También pintaron otras obras en las que expresaron el gusto pictórico de los chinos, franceses, kenianos, etc. El tema de los cuadros casi siempre resultó ser un paisaje natural con árboles, algún animal y seres humanos. Se trató de un experimento que Vitaly Komar y Alex Melamid realizaron basándose en estudios estadísticos. Empresas demoscópicas con sucursales en todo el mundo hicieron encuestas en once países —no en España— con el propósito de averiguar qué tipo de cuadro gustaría más a la gente de culturas y ámbitos geográficos diferentes. A los encuestados se les preguntó qué preferían ver en un cuadro: una escena de interiores, un bodegón, animales, personajes populares vestidos o desnudos, etc. A partir de sus respuestas, se elaboró un informe sobre el gusto artístico de unos dos mil millones de personas. El experimento dio lugar a la serie denominada People's Choice, que provocó una intensa polémica en el mundo de la crítica artística.

Más allá del valor estético que concedamos a estos cuadros, llama poderosamente la atención que en casi todos ellos aparezca un paisaje, agua, cielo, animales y algún ser humano. En culturas tan distantes como la de U.S.A., Kenia o China las preferencias artísticas de los encuestados resultaron asombrosamente similares. Denotaban una clara atracción por la naturaleza, por el paisaje y los seres vivos. Por así decir, se daría el caso de que la percepción estética del ser humano en cualquier lugar tiene una impronta «biofílica»; en ella se manifiesta el gusto por los espacios naturales verdes y con agua. ¿Es inherente a la naturaleza humana el disfrute del paisaje? ¿O sólo es algo que ha producido la industria publicitaria llenando de imágenes de paisajes los calendarios, anuncios televisivos o los carteles nuestras ciudades?

12 comentarios:

  1. Con Komar y Melamid, nos encontramos ante un arte que mira de manera crítica (incluyendo cierto grado de cinismo distante) hacia su propia intrahistoria en el doble sentido de la historigrafía soviética y también la del arte (y el arte contemporáneo en paticular). Hace nueve años me tocó organizar y montar en España una de las instalaciones más emblemáticas de Ilya y Emilia Kabakov, que, salvando las distancias de personalidad y planteamientos (en algo comunes), cuentan entre los artistas rusos (y no rusos) más relevantes de las últimas décadas. Unos y otros me parecen trabajos interesantes. Este proyecto de K&M pone en cuestión algunos de los estereotipos perversos (que conviven con otros aspectos perfectamente legítimos, cabe aclarar) en que se sustenta la conspicua institución del arte occidental contemporáneo, aunque esta serie no deja de ser autorreferencial, una excusa para que el arte se mire el ombligo. A mí no obstante me interesa más un arte no tan tautológico, que nos aporte algo: belleza, reflexión, pavor ante el dolor o lo terrible, exaltación de valores, nos ayude a entender el mundo, desvele (en la concepción heideggeriana de la verdasd) algo primordial, nos haga reflexionar, nos cuestione a nosotros y nuestros paradigmas, y mil otras cosas, o simplemente nos conmueva o mejore nuestro entorno inmediato (tal vez sea mucho pedir).

    Lo que más interesa es el fondo de lo que planteas con este ejemplo, Miguel, son esos universales en las "preferencias" estéticas en relación con el paisaje (desde la psicología ambiental se podría muy bien analizar también esto), es decir, el que haya unas tendencias comunes en esas elecciones del paisaje, en que está presente el agua, la montaña, el verde, el o los árboles (pero no tanto el bosque cerrado y primigenio). Creo que ese planteamiento "biofílico" que indicas serviría para explicarlo, asi como lo que se conoce como el efecto sabana, la preferencia por paisajes que tienen que ver con aquellos que durante millones de años fueron el escenario de la evolución de los homínidos: la sabana africana, en que había cobijo y medios de sustento, el agua necesaria para la vida de los homínidos y también de otros animales de los que ellos se nutrían, salpicada de árboles gratificantes y acogedores, pero lo suficientemente abierto como para poder tener visión lejana ante la presencia de cualquier predador que supusiera un peligro.
    La cuestión del disfrute del paisaje es compleja y más la pregunta sobre si es inherente al ser humano. El paisaje (que a veces confundimos con el entorno natural o con el territorio pero que es algo diferenciado) es un constructo que no se ha dado en muchas civilizaciones, siguiendo los escritos de Agustin Berque o de Javier Maderuelo, podemos pensar en la antigua China (y de ahí a Japón posteriormente), o en Europa a partir del Renacimiento. En Occidente tendemos a pensar que es un universal válido en todas las culturas. Desde la antropología y desde la teoría de la biofilia tal vez se pueda explicar en parte el trasfondo de porqué hemos llegado a valorar el paisaje. Creo que es un debate abierto que puede dar mucho de sí.

    ResponderEliminar
  2. Si esos pintores preguntasen en Galicia, creo que la gente no se pondría tan de acuerdo, aquí unos preferimos el mar y otros el interior, a cada uno le gusta su terruño. A la gente de la aldea le gusta tener el monte cerca, aunque no demasiado encima (será por el lobo, pienso yo) así que esos cuadros para nosotros deberían tener más árboles, y no estaría mal unos penedos y un fondo de ría con una barca de pescadores. Puestos a poner un personaje, se me ocurre uno que por aquí mucho tiempo anduvo...

    ResponderEliminar
  3. Pues no parecen nada del otro mundo. Para esos cuadros se podían haber ahorrado tanta estadistica.

    ResponderEliminar
  4. Lo que me parece interesante de la serie People's Choice de Komar y Melamid es que hayan detectado patrones estéticos comunes en ámbitos tan diferentes como Kenia, Islandia o U.S.A. Esto, en primer lugar, indicaría que la percepción de lo bello no está tan determinada por la cultura como a veces hemos pensado. La belleza y las creaciones artísticas tendrían una expresión cultural por la que se manifiestan de forma muy diversa. Sin embargo, aun con todas las diferencias que hay entre el arte africano y el europeo o el asiático, en sus creaciones habría algo que trasciende su carácter local, algo que expresa al ser humano más allá de su cultura o momento histórico.
    En segundo lugar, me parece muy relevante la «hipótesis de la biofilia» en el arte, o sea, el hecho de que tendamos a percibir como bellos determinados espacios naturales. Nuestra evolución a lo largo del Pleistoceno nos habría familiarizado con la sabana africana en la que nuestros antepasados lograron subsistir, de suerte que hoy el ser humano tendría una percepción positiva y gratificante de la sabana y los espacios naturales que instintivamente percibe como aptos para su supervivencia.
    En cuanto a la génesis del concepto de paisaje, creo que habría que destacar que para el ser humano no siempre resulta gratificante la percepción de la naturaleza; en ocasiones, sobre todo a partir de los primeros asentamientos urbanos, la naturaleza también se percibe como algo hostil, como una amenaza que hace que el ser humano se refugie en pequeños núcleos urbanos o aldeas. Las relaciones de nuestra especie con la naturaleza no son siempre armónicas, especialmente en determinadas etapas. Supongo que el paisaje como constructo estético precisa de unas condiciones sociales y culturales para la contemplación de la naturaleza en las que ésta no se muestre amenazante.

    ResponderEliminar
  5. La pintura de Caspar David Friedrich muestra paisajes de lo más inquietantes, nada atrayentes como hábitat. Y, según parece, sus cuadros son arte. Me parece algo problemático encajar la hipótesis de la biofilia en el arte.

    ResponderEliminar
  6. Miguel, he leído esta entrada con especial atención, y todas las opiniones que han ido saliendo. La verdad, me ha parecido muy interesante, sobretodo esa conclusión final que extraes en tu último post, sobre la concordancia, en gustos estéticos, de poblaciones tan diferentes como Kenia y U.S.A. Quizás esto quiera decir, simplemente, que la belleza no existe más que para los ojos quienes la miran. Puesto que hablas de un estudio estadístico, no le resto en absoluto su importancia e interés, sin embargo, permitidme que, desde mi humilde opinión, manifieste que el Arte no entiende de razón ni de estadísticas. Bajo mi punto de vista, racionalizar el ARTE (y lo escribo con mayúsculas, porque no todo el que se hace llamar artista crea arte) es mutilar su esencia. Para un Artista (voy a hablar de lo pictórico que es lo que yo conozco) un cuadro no es solo lo que a priori se ve; debajo de cada pincelada, hay todo un océano de sensaciones, sentimientos y emociones que el Artista ha dejado plasmados en su lienzo. Y creo que no importa que aparezca una marea en tempestad, la puesta más hermosa de sol, unas manos que se estrechan, una pareja en pleno éxtasis, o un sueño sin aparente sentido… lo que verdaderamente importa es la interpretación de la realidad que muestra el autor, la oportunidad que nos brinda de percibir la realidad desde otra óptica… lo que importa, es la sensación que vaya a tener el espectador cuando se ponga delante de esa obra…que se le erice el vello, o que le traiga un recuerdo…que le provoque angustia, pánico , o tranquilidad… Eso es lo verdaderamente grandioso del ARTE…Claro está que, las naturalezas muertas (como puede ser un bodegón) difícilmente lograrán evocar una emoción. Sin ir más lejos, el propio Zurbarán, tenía un dominio impresionante de la técnica, pero dudo mucho que sus bodegones le hayan removido a alguien por dentro. O los Girasoles de Van Gogh, ese cuadro será muy famoso, pero no transmite nada, pues los girasoles están muertos… Estos cuadros no movieron el corazón de la humanidad, ni creo que nunca lo hagan.


    Para mí, más importante que la presencia de la naturaleza en un cuadro, es la presencia de lo que está vivo. Pues el ARTE es VIDA…. Y como tal tiene el poder de emocionarnos, si nos dejamos embaucar…

    ResponderEliminar
  7. Francisco Figueroa17 de febrero de 2011, 9:26

    Ana me parecen acertadas tus observaciones (sólo tengo una opinión algo diferente respecto a los bodegones, que sí que creo que tienen su propia capacidad de conmover y trasmitir sensaciones, belleza, emociones..., al menos los buenos de Sánchez Cotán, Luis Mélendez, Snyders...). Coincido en lo que dices de la subjetividad de la apreciación de la belleza, que está en elojo de quien la mira (por más que la mirada esté entrenada y siga unos esquemas culturales, la sensibilidad propia de cada cual es lo que da la clave final). Lo estético es algo que no tiene fácil explicación, ya lo decía Kant, y es algo que no tiene un "utilidad" que lo origine (otra cosa es que se la encontremos, que eso sí) aunque nos es necesario. Las concepciones de lo artístico varían mucho de una cultura a otra, no tiene nada que ver el papel que desempeña un "artista" en una sociedad la occidental, por ejemplo el que muestra y vende sus obras en una galería de Nueva York, con el papel de un "artista" de las Islas Salomón, su rol social, su conexión con lo trascendente y con su mundo mítico, que incluso pueden incorporar en elementos utilitarios cotidianos...(nuestro compañero de blog Alexander como antropólogo que ha estado allí podría darnos buen explicaciones de ese rol tan diferenciado), o un aborigen australiano que pinta un canguro en una roca (no me refiero a los que pintan cuadros basados e las misma historias arcanas para venderlos en una galería de Melbourne... aunque puede ser curioso de analizar como fenómeno complejo de traslocaiones culturales en un mundo tan occidentalizado como el actual). Tampoco es lo mismo el caso de aquel artista de la galería neoyorquina que el de otro que trabaja en internet o alguien que hace una pieza efímera en el paisaje.
    En un contexto global en el que también en Kenia se conocen los paradigmas culturales occidentales es interesante ver cómo estadísticamente hay unas coincidencias de preferencias del paisaje; creo que lo que estamos aludiendo a la pesencia de agua, de potencialidad de alimentos, de seguridad, la pervivencia de ese lugar originario de los antiguos humanos en la sabana... podrían explicarlo.

    ResponderEliminar
  8. Francisco Figueroa17 de febrero de 2011, 9:44

    ... recuerdo el aserto de Wolf Vostell (tuve el gusto de conocerlo y participar en alguno de us happenings) "arte es vida, vida es arte" en una reivindicación de las cualidades del arte para hacer un mundo mejor y por donde podríamos continuar hablando largo (la cuestión da para mucho), o en un contexto como el actual en el que parece que el arte hubiera pedido su sentido, el comentario de Gunther Uecker (fue mi catedrático durante siete años en Alemania) sobre que es posible que el arte no pueda salvar al ser humano, pero con los medios del arte se posibilita un diálogo que concite una actuación preservadora del ser humano. O lo que en un sentido relacionado aportó Joseph Beuys.

    ResponderEliminar
  9. RR, efectivamente algunos de los cuadros de Friedrich resultan bastante inquietantes y corresponden notablemente a la reformulación romántica del concepto de lo sublime en tanto que algo amenazador que entraña peligro (pero que nos seduce y conmueve alcanzando altas cotas etéticas al contemplarlo desde una posición segura y a salvo..., un poc la atacción del abrimos, pero visto desde una posición en la que estamos a salvo), es un concepto estético de origen latino (del autor Longinos) que se retomó a finales del siglo XVII y coienzos del XVII en la filosofía inglesa y con epecial sentido en relación al paisaje, llegando a un momento álgido ya avanzado ese siglo en los textos de Burke y luego de Kant.
    Lo hostil del mundo natural entraría en esa cualidad estética, aunque en Friedrich esa hostilidad no está siempre presente: si recordamos cuadros como "El paseante sobre el mar de nubes", lo sublime se encuentra también en la exaltación de lo inconmensurable (esto retoma el sentido originario que le daba Longinos y que es casi el popular que le damos en el habla cotidiana a "sublime") de algo que nos sobrecoge en su inmensidad y escala y que conlleva un particular grado de belleza (si bien Burke contraponía el concepto de los sublime al de "lo bello"). Retomando el comentario de Miguel, es interesante y daría mucho para reflexionar... Esa hostilidad del ´mabito natural es lo que en parte creo que origina los asentamientos urbanos del Neolítico. Si pensamos en la polis griega, esta clara la división que establece la muralla entre el mundo oganizado, inteligible, lo propio, y el mundo exterior, informe, hostil, lugar de lo mítico, de la alteridad como lo no propio al ser humano. Pero es precisamente es aruptura artificiosa que posibilita la urbe la que nos separa de parte de nuestra esencia, la vinculación con la naturaleza, y la que en el curso del tiempo a tenido como consecuencia negativa la depauperación del entorno. Hay otas causas de esta situación, tampoco quiero exagerar y cifrar en aquello todo los males y además la cultura urbana también ha tenido sus consecuencias positivas en muchos aspectos, por otra parte también es indisociable de un relación cambiante de proximidad y alejamiento (que por ejemplo nos muestra el hecho del jardín y del parque...) yq ue creo que, como dice Miguel, también ha supuesto el substrato para la valoración del paisaje a partir de que se acuña el concepto ) precisamente en sociedades urbanas (China, Occidente). La mirada al paisaje es pues una mirada a lo otro, es sintomático que las culturas que se encuentran dentro del medio natural no miren, al carcer de esa distancia, no miren el territorio en sus características de paisaje (es decir, no lo interpreten desde un artificio cultural como es ése), o quienes transitan por el territorio (los nómadas, que para algunos autores supondrían el clímax de las cualidades humanas al que que se contrapondría en una mirada radical la degeneración de las civilizaciones urbanas, aunque incluyan logros culturales y artísticos, el progreso científico, ec...).
    Lo que me interesa es cómo en el momento presente, desde una situación enajenada respecto a la naturaleza como algo "otro" podemos retomar un vínculo con ella que nos ayude a tener una mejor relación con el mundo y que nos permite una vida más plena.

    ResponderEliminar
  10. Bueno, creo que era inevitable que desembocáramos en aguas procelosas con esta entrada. A ver si consigo explicarme:

    En su dimensión estética, o sea, en cuanto obra artística, yo soy incapaz de apreciar los cuadros de Komar & Melamid con los que he ilustrado esta entrada. Entre otras cosas porque sólo los he visto en Internet y no encuentro en ellos un atractivo especial. Lo que considero relevante de esta serie de cuadros es se hayan pintado para expresar el gusto en distintas culturas y encontremos tanta similitud en las preferencias de los encuestados en USA, Francia, China, Kenia, Islandia o Rusia.
    El aprecio por un paisaje abierto con árboles, agua y seres vivos se da en ámbitos muy distantes cultural y geográficamente, por más que la globalización haya uniformado nuestras tendencias o erosionado identidades. Si, como objetaba cierta crítica artística, estas coincidencias responden a que en todos los países la industria publicitaria occidental ha modelado la sensibilidad estética mediante pósters, calendarios, etc., me parece inevitable regresar a la casilla de salida: ¿por qué esa industria publicitaria ha logrado penetrar en sensibilidades tan distintas precisamente a través de fotografías o ilustraciones con un claro predominio del color azul, vegetación, animales, etc.? Dicho de otro modo, si la industria mediática y publicitaria ha tenido éxito en tantas culturas con ese tipo de imágenes, la especie humana debe tener una predisposición innata por la que le resultan atractivos los paisajes con agua, vegetación y seres vivos.

    [CONTINÚA]

    ResponderEliminar
  11. Que exista tal tendencia innata no es de suyo algo determinante en la creación artística; esto es, no significa que el arte sea más verdadero o genuino en la medida en que se aproxime a este tipo de paisajes. Efectivamente, en el Caminante sobre un mar de nubes y en multitud de otros cuadros contemplamos paisajes enigmáticos y llenos de bruma, que en nada se asemejan a los de Komar & Melamid sin que por ello sean en absoluto menos artísticos o de menor valor estético. No obstante, ello no implica que no exista esa tendencia innata por la que determinado tipo de paisaje nos atrae.
    El arte, desde sus inicios, ha expresado sentimientos muy complejos, a menudo contradictorios, lo cual es muy lógico si pensamos que de uno u otro modo en las creaciones artísticas se plasma el mundo interior de los seres humanos. Nuestra subjetividad puede ser allegro, andante, grave, lento moderato, etc. dependiendo de lo que nos ocurra.
    En la creación literaria, ha resultado mucho más universal e influyente la tragedia que la comedia griega. Y la tragedia refleja conflictos humanos en los que nadie en su sano juicio desearía verse implicado. Pero la representación artística de lo, por así decir, desagradable o trágico tampoco contradice la existencia de una sensibilidad estética común a todos los seres humanos que se manifiesta de forma diversa en cada cultura o etapa histórica. De hecho, bastantes mitologías no occidentales también poseen un fuerte componente trágico, al igual que un buen número de narraciones orales procedentes de culturas tribales que han llegado hasta nosotros. Sería, en consecuencia, tan universal el aprecio por cierto tipo de paisaje como las historias que narran los conflictivos orígenes del ser humano o su lucha contra los elementos y el destino.

    Soy consciente de que, después de las «cajas Brillo» de Andy Warhol, lo que he dicho puede ser una grosería o una herejía para buena parte de la crítica artística, pero será mejor que no me enrolle más.

    ResponderEliminar
  12. Miguel, gracias por sacar el tema, la querencia popular a la naturaleza es evidente.
    Komar & Melamid se dirigieron al público de Estados Unidos gracias a la revista liberal de izquierdas The Nation. Entrevistaron 1.001 personas en un estudio comparable a cualquier encuesta de opinión.
    Preguntando por el cuadro ideal, averiguaron gran cantidad de datos y con el resultado de esta encuesta, pintaron ese cuadro con aspecto de burda obra kistch que nos enseñas, mostrando así la gran distancia existente entre el gusto popular y el de los iniciados en arte.
    Una conclusión fácil sería que el arte no es democrático, ya que no se elige por sufragio, y que se podría reducir este gran distanciamiento entre el gusto popular y el gusto culto gracias a la educación, porque es ésta la que proporciona la capacidad de opinión.
    La educación es democracia.

    ResponderEliminar

Deja tu comentario en As Salgueiras