Por Paula Leyenda
Los lujos no dejan de serlo por mucho que nos acostumbremos a ellos. Dejarán de serlo cuando todo el mundo tenga acceso a ellos.
Muy poco nos paramos a pensar que algo tan prosaico como beber un vaso de agua potable es un privilegio para una buena porción de la población mundial. La malaria, la diarrea y multitud de enfermedades causadas por el consumo de agua no potable siguen diezmando poblaciones y condenando a muerte a miles de niños cada día.
El agua contaminada mata más que la guerra. Y la falta de agua potable no es inevitable. Sólo tenemos que mirar más allá de nuestras fronteras, sobre todo en el África subsahariana, para darnos cuenta de la magnitud de la tragedia y de nuestra responsabilidad por omisión.
Los lujos no dejan de serlo por mucho que nos acostumbremos a ellos. Dejarán de serlo cuando todo el mundo tenga acceso a ellos.
Muy poco nos paramos a pensar que algo tan prosaico como beber un vaso de agua potable es un privilegio para una buena porción de la población mundial. La malaria, la diarrea y multitud de enfermedades causadas por el consumo de agua no potable siguen diezmando poblaciones y condenando a muerte a miles de niños cada día.
El agua contaminada mata más que la guerra. Y la falta de agua potable no es inevitable. Sólo tenemos que mirar más allá de nuestras fronteras, sobre todo en el África subsahariana, para darnos cuenta de la magnitud de la tragedia y de nuestra responsabilidad por omisión.
La imagen es de las que impresionan... son cosas que ya sabemos, aunque hagamos caso omiso; es importante hablar de ello. El problema del agua está en aumento, así que un primer compromiso es gestionar adecuadamente aquella que está a nuestro alcance, al del grifo, la pluvial... la de los ríos y arroyos que pasan por nuestros lugares.
ResponderEliminarDesde el punto de vista comunicativo la imagen es brutal e impactante, lo que ayuda a poner de relieve un problema mundial sobre el que se suele pasar de puntillas.
ResponderEliminarSegún la ONU, hay más de mil millones de personas sin acceso a agua potable; y el 42% de la población mundial carece de suministro regular de agua en buenas condiciones para el saneamiento. Y, también según la ONU, se necesitan unos 11.300 millones de € anuales para dotar a esa gente de abastecimientos de agua potable. Pues bien, la industria cosmética internacional factura unos 170.000 millones de € anuales. O sea, con menos de un 10% de lo que nos gastamos al año en embellecernos, solucionaríamos el problema del agua.
ResponderEliminarEs bien cierto que no valoramos como debiésemos los recursos que tenemos a nuestro alcance. Cuando por cualquier motivo nos quedamos sin agua en casa, parece que nos desesperamos, y vemos que para nosotros el agua no solo es indispensable para beber, sino para la gran mayoría de nuestras actividades diarias. Y en esos momentos, también somos conscientes de la cantidad de agua que malgastamos, pues con unos pocos litros que compramos en el súper nos apañamos para cocinar, lavar los alimentos, asearnos, lavar los platos, beber, etc.
ResponderEliminarLa foto invita a leer el texto que la acompaña. Me gustó mucho.
Un saludo.
En “As Salgueiras”, disfrutamos de numerosos manantiales a afloran en la parte mas alta del monte.
ResponderEliminarSomos los primeros en disfrutar de la pureza del agua, por estar ubicados en la sierra que alberga el punto más alto de la provincia. Gracias a ese privilegio, contamos con poblaciones sanas de anfibios que pueblan los regatos y brañas del pequeño vallón que conforma la finca.
La fuente que también es abrevadero, no deja de manar día y noche por un caño enorme de bronce recuperado del fondo del mar. El sonido del agua se extiende y rellena el espacio centrar que cierran los castaños a modo de plaza. La naturaleza nos ha dotado de un espacio privilegiado para la vida y siempre les cuento a los niños que tenemos que ser responsables para que los que están mas abajo y recogen nuestras escorrentías, no se vean perjudicados por nuestra actividad. Es como una metáfora del rio de la vida. Los que vendrán detrás no pueden pagar nuestras acciones irresponsables.
En Gefico ayer veía salir de la fábrica unos equipos enormes que garantizarán el suministro de agua para miles de personas. En muchos sitios se desperdician recursos naturales que podrían aprovecharse para potabilizar agua, pero todavía no sabemos enfocar adecuadamente la tecnología y no siempre la cooperación ha buscado soluciones sostenibles quedándose en un parcheo que no resuelve nada.
El otro día escuche de boca de un catedrático de la Escuela de caminos, que Bangla Desh, es un sito donde se confeccionan millones de prendas para occidente. Allí los trabajadores que con salarios miserables que no les permiten ni acceder a un suministro de agua potable, colman nuestras ansias de lujo y consumismo. En ese país cuentan con una publiometría de las más altas del mundo, pero tienen estrés hídrico porque no hay infraestructuras de saneamiento. La labor que queda ahora, es racionalizar y dotar adecuadamente las inversiones e infraestructuras para cuidar y recuperar la naturaleza. Mientras tanto, tendremos que encargar a la tecnología la función que antes hacía aquella mucho mejor y gratis. Me parece que insulta la moral, el hecho de que a costa de tener lujos a nuestro alcance, privemos a enormes poblaciones de un elemento fundamental para la vida.