7 de marzo de 2011

«Para educar a un niño hace falta la tribu entera»


José Antonio Marina en www.bibliotecaup.es

Por Francisco Figueroa


En este blog se han venido tratando ya en varias ocasiones temas relacionados con la socialización, el sentido de lo público, la ética en las relaciones humanas y la educación. Ésta última, una educación de calidad tanto curricularmente como en valores (lo más importante), es condición determinante para todo lo demás.

La entrada anterior me ha traído a la memoria la frase de José Antonio Marina que cito en el titular, y que creo también tiene que ver de algún modo con lo comentado por nuestro amigo antropólogo Alexander Mart sobre los niños de las Islas Salomón: cómo en las sociedades melanesias (y otras de ésas que calificamos de "primitivas") además de los padres era toda la tribu la que se ocupaba de los niños.

José Antonio Marina es uno de los pensadores más relevantes que tenemos en España en la actualidad, podemos llamarlo filósofo, puesto que lo es, pero su ámbito de trabajo trasciende la idea preconcebida que solemos tener de esta disciplina, puesto que él se preocupa tanto de temas universales como de aspectos más del momento presente (aunque eso entra también en el ámbito del que se ocupa la filosofía). El conocimiento y la inteligencia —no sólo la inteligencia cognitiva, sino también de la social y de la emocional, tanto o más importantes que aquella— están entre los temas que trata, y cabe imaginar que como consecuencia también se encuentra comprometido con la educación. Es una cuestión en la que no basta con observar y comentar, sino que se hace necesario pasar a la acción: además de un buen conjunto de ensayos, ha puesto en marcha iniciativas como Movilización Educativa, un medio para colaborar a la mejora de la situación paupérrima del sistema educativo, para asumir que la educación es tarea de toda la sociedad y que se hace necesario un consenso social al respecto. Entre los objetivos que plantea:

«Fomentar la educación afectiva y en valores, la formación de la una personalidad con recursos psicológicos y éticos, como la solución más esperanzadora para resolver los problemas privados, familiares y políticos».

Y ante la situación del sistema educativo español:

«La preocupación universal por la educación ha generado un sistema de excusas en el que todo el mundo echa las culpas al vecino. Los padres a la escuela, la escuela a los padres, todos a la televisión, la televisión a los espectadores, al final acabamos pidiendo soluciones al gobierno, que apela a la responsabilidad de los ciudadanos, y otra vez a empezar. En esta rueda infernal de las excusas podemos estar girando hasta el día del juicio. La única solución que se me ocurre es no esperar a que otros resuelvan el problema, sino preguntarme: ¿qué puedo hacer yo para solucionarlo?».

La respuesta que propone pasa por informarse (tanto para saber lo que es válido como lo que no, elevando así el nivel del debate público), cambiar el discurso de impotencia educativa, la cultura de la queja por la cultura de la acción, difundir propuestas, ideas, soluciones esperanzas, presionar para que cada cual ejerza inteligentemente sus responsabilidades, participar en la elaboración de propuestas, en los centros, en los debates… Un conjunto en suma de propuestas para asumir la responsabilidad y el protagonismo en la mejora de la situación.

El ámbito familiar es el primer entorno de la educación, pero los padres tienen bastantes dificultades en dilucidar cómo actuar. Por ello ha puesto en marcha también la Fundación Universidad de Padres y una biblioteca de recursos donde facilitar información útil.

Estímulos para pensar y actuar.


vídeo inicio de la serie sobre La educación del talento en www.bibliotecaup.es



10 comentarios:

  1. Hay mucho fracaso y abandono escolar, violencia y acoso, y encima parece que aquí se dan los resultados educativos peores de toda Europa. Yo creo que es porque hemos abandonado a los niños en manos del sistema educativo y que las madres y padres cada vez tiene menos tiempo para ocupparse de sus hijos. Estoy de acuerdo con lo que dice ese señor, tenemos que participar todos en la educación: las familias y los colegios y maestros en primer lugar, y también el resto de la sociedad.

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  2. La propuesta suena muy bien. Si entiendo, comprometernos todos empujaría a las instituciones y haría que la enseñanza mejorase. Ahora, ¿cómo podemos hacerlo? ¿qué capacidad de acción nos queda? Los consejos escolares dejan poco margen de maniobra y las ampas a menudo dedican su tiempo a decidir si se adquiere un chándal para los alumnos, o cómo organizar la fiesta anual o una rifa para recaudar fondos, me imagino que no se puede hacer mucho más: es que los padres no andamos sobrados de tiempo como dice Raquel.

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  3. Vaya por delante que la trayectoria intelectual de J.A. Marina me parece muy valiosa. A principios de los 90, cuando no estaban tan de moda las ciencias cognitivas, Marina ya ofreció una audaz propuesta sobre la inteligencia, la creatividad y el conocimiento. Su primer libro sobre ética, sin embargo, ya me pareció más flojo. Y su posicionamiento en el debate en torno a la asignatura de Educación para la Ciudadanía me pareció, simplemente, ingenuo. A Marina se le objetó que a qué tribu se refería como educadora del niño en España. Porque, en su respaldo teórico y mediático a la asignatura, la tribu no era otra que el Estado y los funcionarios del Ministerio de Educación, cuya competencia en la educación en valores estaría por encima de la de los padres. ¿Qué ocurriría si los padres fueran nazis?... se preguntaba J.A. Marina. Claro. Pero ¿qué pasaría si nazi, cripto-nazi u otra cosa fuera el Estado?
    Marina defendía la competencia estatal en educar éticamente a los alumnos; yo también, pero no por encima del criterio de los padres. La ética universal a la que se refiere Marina, en la que tendrían que ser educados los alumnos, apenas es defendida por algún pedagogo. No digamos ya por quienes han defendido la implantación en nuestro sistema educativo de esa educación para la ciudadanía obligatoria.
    Él mismo acabó harto de este debate y de cómo se politizó. Al final se manifestó tanto en contra de quienes objetaban a la asignatura como del Gobierno que la promovía.
    Con todo, la preocupación de J.A. Marina por la educación me parece digna de elogio. Y muchos de sus libros son de lo mejor que se puede encontrar escrito en castellano sobre la dignidad humana, el poder, etc.

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  4. Creo recordar que a lo que se refería José Antonio Marina con lo de «tribu entera» es a que la educación compete a toda la sociedad. Por así decir, la sociedad sería la tribu, no sólo los pedagogos o los padres. De todas formas, nos topamos con la problemática de si la educación equivale a una mera socialización, a una mimetización con el entorno, o es algo más (lo de la «socialización crítica» no es muy útil si no se indica con cierta claridad a qué se apela para ejercer la crítica). La cuestión, según la entiendo yo, es que la educación es parásita de una antropología, de una visión del ser humano. Y esa visión es precisamente lo que está hoy en crisis, desdibujada en la fragmentación del saber y los microdiscursos.

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  5. Yo creo que el problema está en que ya no existe en Occidente algo así como una tribu o una comunidad. Nuestra sociedad mediatizada, saturada de mensajes y consumismo, no puede hacer las veces de una tribu. En una tribu todos conocen al niño y a sus padres, todos se preocupan por él y saben si se ha peleado con otro, si está enfermo, etc. Pero nuestras sociedades masificadas son demasiado complejas tanto a nivel afectivo como cognitivo. Como decía un escritor, están a la sombra de las mayorías silenciosas e impera en ellas la pasividad. La educación es un tema muy complicado, es necesario abordarlo pero ya han muerto todos los héroes, nos faltan referentes que nos inspiren en la tarea educativa.

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  6. Pues yo creo que son los esquemas vigentes en la sociedad los que hacen que la educación fracase una y otra vez.

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  7. Occam creo que ha aportado interesante consideraciones. Soy de los que creo que una enseñanza de valores, una educación para la ciudadanía, es necesaria en la escuela, y es obvio que eso es adoctrinamiento (la enseñanza en general conlleva una "Weltanschauung" y un adoctrinamiento), lo que cabe exigir es que ese adoctrinamiento sea en valores, lo más ecuánime factible y no esté contaminado por intereses espúreos, partidistas ni beatíficos (no me refiero con este calificativo a aspectos religiosos —eso es perfectamente defendible y está en el ámbito de las libertades personales y familiares— sino de falsas bondades).
    Creo que se pueden aunar la enseñanza en valores en la esceula con la de la familia, no son incompatibles, y creo que el debate cerril que se orquestó al respecto de la asigantura de marras tiene segundas intenciones, ajenas a la necesidad de tal enseñanza de valores; el problema es que tanto unos como tros extremos tenían su agenda oculta y lo que se ventilaba en la mesa eran ortras cuestiones. A tal debate ayudó además que algunos de los textos fueran bastante (o del todo, en mi opinión) deplorables y reprobables, pero otros no, y opino que precisamente uno de los váldios era el de Marina.

    Miguel, la búsqueda de referencias a las que apelar, de valores en los que basarse, en el momento que vivimos es precisamente lo complicado. Yo sí que creo que hay unos universales, con todos lo matices que se les quiera dar. La deshumanización es efectivamente un problema, no sólo por el materialismo de la sociedad tecnocietífica, nipor el egoismo asocialde las pautas de conducta, sino también por esa fragmetación de saberes y disciplinas cada vez más complejos y alienados del mundo inmediato. La educaión es fundamental para ayudarnos a buscar el camino, una educación sobre todo que nos ayude a entenderel mundo y a actuar de manera resposable.

    En un lugar y un momento como en el que nos encontramos invitaciones como la de Marina, a asumir nuestra condición de ciudadanas y ciudadanos son muy de agradecer: supone recuperar la iniciativa para las personas, no la delega en los representantes institucionales. La educación es un tema demasiado importante como para abandonarlo en manos ajenas, hemos de emprender las acciones entre todos, desde un sano debate, acciones en positivo en nuestro ámbito próximo y reclamando a las instituciones que actúen correcta y eficazmente.
    Y ésta es también una receta válida para todos los aspectos de una vida pública saludable.

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  8. Suscribo muchas de tus observaciones, Francisco. Y también algunas de J.A. Marina. El problema es que un estado liberal, por definición, no se implica en valores ni creencias, deja que sean los ciudadanos quienes vivan y difundan sus ideas siempre que no atenten contra la ley. En el caso de una educación en valores impartida por el estado nos encontramos con que la esfera política se inmiscuye en los valores morales de los ciudadanos. Y más si esa asignatura es obligatoria para todos los alumnos. Repito que, al igual que al estado le reconozco competencia en la enseñanza de las matemáticas, también se la reconozco en la educación cívica. El problema es que el contenido de esa enseñanza en un estado liberal es muy difícil que no atente contra las creencias morales o religiosas de unos u otros. Según lo veo, lo que debiera hacerse es una revisión a fondo del contenido de la asignatura, de forma que cualquier ciudadano, por el mero hecho de serlo, se pudiera sentir identificado con él. La otra opción, después de haber leído algunos libros de texto de Educación para la Ciudadanía, es que la asignatura sea optativa, igual que la religión. Me parece muy complicado que todos los padres de los alumnos comulguen con bastantes ideas que contienen la mayor parte de los libros de texto de la asignatura. El de J.A. Marina, por cierto, me pareció de los mejores, porque cuidó exquisitamente el enfoque. Pero hay muchos libros que, la verdad, a mí me incordiaría bastante que estudiaran mis hijos. Y me incordiaría por la sencilla razón de que estoy convencido de que sostienen falsedades. Para otros serán verdades como puños, pero para mí no. Tan respetables serán mis ideas como las que las contradicen, pero son mis ideas y creo que debería prevalecer mi derecho a educar con ellas a mis hijos, siempre que lo ejerza, claro está, a la pretensión del estado de educarles con otras que no comparto.

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  9. Me parece acerrado lo que comentas y es también lo que pienso. La educación en valores debería, para no conculcar el principio de libertad educativa, centrarse en aquellos valores que constituyen normas cívicas claras necesarias para la convivencia de las personas en uan sociedad como la nuestra (y eso mismo ya es susceptible de discrepancia desde los paradigmas no sólo ideológicos de cada cual).
    Se me ocurre que compartamientos de compromiso cívico o intelectual como el expuesto por Ibsen en "El enemigo del pueblo", o de Thoreau y su retiro a Walden o su desobediencia civil basada un profundo sentido ético (beneficioso por ende para lo socieda, no sólo para la libertad individual) pueden ser contemplados como actos asociales e incívicos según el contexto. Lo menciono como muestra de los difícil que es establecer un progrma básico de valores a comunicar. Hay sin embargo cuestiones básicas, meridianamente claras y en las que no será tan difícil ponerse de acuerdo (y cuya no puesta en práctica está causando problemas en nuestra sociedad) que serían una base para esa educación en valores. Coincido contigo que el texto de Marina para la controvertida asigantura es de lo mejor, y en esto creo que hay un cierto consenso, más hayá de los intereses partidarios de unas u otras facciones. Desde luego hay textos que yo me negaría que sirviesen para enseñar valores a mis hijos, creo que hay cuestiones se han tratado con poca seriedad y están contaminadas ideológicamente y con intereses segundos.
    Incluso creo que una enseñanza de la religión, que con lleva un sistema de valores perfectamente respetable en mi opinón, no tiene porqué obligadamente entrar en coflicto ni sustituir a una formación en valores de caracter laico (no cual no implica carácter ateo), aunque seguro que hay coincidencia en bastantes de esos valores, pero los hay de caracter ciudadano que no constituyen la materia directa (aunque en la religión se pretenda con cierta razón que todo cabe como sistema de interpretación del mundo que tambien es) de la que tenga que ocuparse la religión o su enseñanza.

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  10. Bufff, me apasiona el debate pero me noto un poco flojo en estos menesteres. Sólo diré que en mi opinión una tribu como la de hoy día tiene muchos jefes. Creo que la clave es que todos los jefes (los mayores) de la misma tribu deben tener claros los derroteros de la buena educación (en el doble sentido) para que los pequeños siempre tenga unanimidad de criterios pues carecen del suyo propio. El problema se lo generamos muchas veces desautorizándonos unos a otros. Pero quién es fulanito para decirte esto o aquello? Creo que la propia tribu está perdida, y lo peor de todo es que existe una crisis de confianza hacia nuestros semejantes y sobre todo hacia los jefes de jefes. El problema a mi juicio empieza ahí. Cómo se soluciona es otro cantar. Yo desde luego me empapo de vuestros sabios consejos y comentarios porque cuando miro a mis hijas no sé ni por dónde empezar. Lo que siempre he tenido claro es que la profesora será una institución para ella en mi casa, y si alguna vez no estoy de acuerdo en algo se lo diré a ella, no a mi hija...El problema no sólo estriba en el tiempo que tenemos de estar con nuestros hijos, sino en qué lo dedicamos cuando estamos con ellos.
    Muy buena entrada Fran!!

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