Me gustaría que recordáramos una película que seguramente alguno de vosotros habéis visto.
Ambientada en la taiga Siberiana a principios del siglo XX. El llamado “progreso” está cerca, dispuesto a destruir un mundo en lógica armonía con la naturaleza. Los geólogos rusos tienen que levantar los planos de un territorio todavía desconocido y virgen.
La eterna dualidad entre “campo y ciudad” que está patente, ha sido motivo de debate y estudio continuo en la disciplina urbanística. Desde las ciudades medievales, cuyas murallas separaban el campo de la ciudad y por cuyas puertas entraba el comercio (germen de plazas públicas como la de Mº Pita); hasta los espacios verdes actuales (burbujas o corredores en el tejido urbano); pasando, por supuesto, por las ideas de la Ciudad Jardín o la liberación del suelo del movimiento moderno.
En el film un hombre aparentemente insignificante, que ejerce de guía, se convertirá en el ser imprescindible para la supervivencia de la expedición geológica de soldados rusos. Dersu Uzala sabe leer las claves de su entorno. El aprendizaje de la naturaleza que aporta, no sólo se basa en cazar y rastrear, sino también en una forma de ser basada en la humildad y el respeto hacia lo que nos rodea.
El desprecio que el “progreso” ha tenido hacia todo lo que es natural está representado aquí por los soldados que se ríen del guía, creyéndose superiores y más civilizados, hasta que realmente su supervivencia en la taiga depende totalmente de este hombrecillo, único conocedor del medio.
Lo que se destruye no es sólo lo material, sino también lo invisible. Los valores de Derzu sólo son comprendidos por el sensible geólogo, consciente también de que es culpable de la desaparición de ese mundo en extinción.
De todo ello nace la amistad entre los dos personajes principales, el guía y el geólogo. Dos personas muy diferentes pero que les une las ganas de aprender y tener una visión de respeto hacia las cosas pequeñas. El cazador es una película de gran ternura y pureza. Años después de la expedición, el geólogo vuelve a ver la tumba de su amigo que ya ha desaparecido debido a la explotación de las tierras.
La taiga está llena de personas, según Dersu, pero nosotros ya no las sabemos ver, ya que sólo vemos cosas.
El gusto, la elegancia y el genio de Kurosawa se transmite en todas sus películas. En esta, la naturaleza se convierte en un personaje protagonista a través de sus maravillosos travellings y panorámicas, que nos trasladan las sensaciones del paisaje, el valor del silencio y la importancia de conocer, integrarse y respetar el entorno.
ResponderEliminarEsencial.
La película es realmente buena, pero yo no la he disfrutado mucho en DVD. Como tantas otras, tienes que verla en la gran pantalla para apreciar bien sus poderosas imágenes. La historia que cuenta es, de alguna manera, nuestra historia: cómo determinada civilización acaba con lo sencillo y espontáneo que hay en el ser humano, cómo Dersu no consigue adaptarse al mundo civilizado y cómo probablemente tampoco lo hemos conseguido nosotros, aunque ya no seamos sencillos ni espontáneos.
ResponderEliminarRecuerdo una entrada anterior donde se reflexionaba sobre la sabiduría de un pastor. La petulante y ostentosa autoridad auto-otorgada de los “civilizados”, enfrentada a la humilde actitud del que se somete y se funde con el entorno. El que sabe y respeta las inapelables reglas de la naturaleza, adquiere una actitud inicial de sometimiento que finalmente se hace liberador, al sentirse parte de ese todo que le rodea y al que él también pertenece.
ResponderEliminarSu resignación, resulta que en realidad es acción. y gracias a esta, conservan la vida. Su estoicismo, el aprender a sobreponerse, a caer y levantarse, y a pesar de padecer las mayores calamidades seguir amando la vida, la amistad, la lealtad y los valores… sirven para sobrevivir en las adversas y duras condiciones de la taiga.
El hombre solo se enfrenta a la naturaleza, es un esclavo según como se mire. Se somete a la tormenta, pero actúa según su instinto dispone. No se somete a ninguna organización, decide de forma autárquica y autosuficiente, por eso es mas libre.
Otra forma de enfrentarse a dureza y el rigor de lo natural, es con la fuerza de la organización con ella se alcanzan los recursos, incluso el mandato y el grado, para dominar de forma imperativa. Aparentemente son los que tienen el control de la situación y la fuerza. Aparentemente son mas libres. Pero para sustentar a la propia organización, deben someterse a sus intrigas, sus luchas por el poder y el liderazgo el maquiavelismo y la política. Así en realidad el hombre en ese camino se hace imperfecto y sucumbe ante el sencillo, al que en su humilde rincón, ve transcurrir la vida asombrado por el espectáculo que le brinda.
Solo vemos cosas...
ResponderEliminarEs que nos hemos cosificado.
Magnífica película. La naturaleza llega a ser un protagonista principal sin que por ello el film se convierta en un panfleto ecológico. Ni la naturaleza ni Dersu Uzala aparecen idealizados. Basta ver el aspecto del cazador, que prácticamente forma parte del paisaje natural.
ResponderEliminarEn mi opinión, ese es uno de las grandes logros de la película: su realismo. No muestra a la naturaleza como el jardín del Edén, pero tampoco como un foco de hostilidades. La muestra de forma realista, con su majestuosa belleza pero salvaje, retando al ser humano que se adentre en ella.
ResponderEliminarHay algo en la película que toca las fibras más íntimas, Kurosawa y Tarkovski posiblemente sean los cineastas que más me han conmovido y Dersu Uzala está entre las películas que me parecen imprescindibles. Es la historia de una persona que aún está en sintonía con el lugar en que vive, la taiga del Amur y sus afluentes, Ussuri, o el Bikin, el lugar donde aún transita el tigre siberiano y los últimos leopardos de las nieves y donde viven los Udege, los Evenos o los Nanai (o Hezhen, como Dersu Uzala), pueblos chamanistas que guardaban un íntimo contacto con la naturaleza y que aún sobreviven en número exiguo en la mayoría de las etnias.
ResponderEliminarVolviendo de una estancia en Kamchatka que me marcó profundamente, en otoño del 92 pasé por Jabarosk, ciudad fronteriza con la Siberia china. La taiga es indescriptible, con los ríos serpenteantes que la cruzan con amplios meandros, los pantanos temporales sobre el suelo permanentemente helado apenas unos metros por debajo. La visión idílica está amenazada por el expansionismo chino, la esquilmación de los recursos naturales, minerales, la extracción de petróleo, la madera de bosques primarios extremadamente difíciles de regenerar en el permafrost y por la colonización del modo de vida occidental y filooccidental. Sobrevivieron a zares y cosacos, aguantaron el stalinismo y la colectivización (ellos, que ya tenían un ancestral modo de vida colectivo), ahora la amenaza es este mudo globalizante, la neocolonización y evangelización por monjes radicales ortodoxos (conocí alguno en Kamchatka, y lo que opinaba de los pueblos siberianos) y la pérdida de hábitat.
Ése es el lugar explorado por Vladimir Arseniev guiado por Derzu Uzala, al que volverá a encontrar tiempo más tarde, una época que ya anuncia cambios y desaparición de modos de vida ancestrales de los nómadas de Siberia de quienes podríamos aprender algunas cosas, sobre todo en la relación con el lugar en que vivimos. A Derzu no hubiera hecho falta hablarle de la teoría de Gaia, estaba más allá.
Por curiosidad, ¿cómo amenazan a la naturaleza los monjes ortodoxos rusos? Creí que esa gente se opondría al progreso y, además de construir monasterios, a lo sumo plantaría huertos.
ResponderEliminarNo es que amenacen a la naturaleza, sino a las culturas diferentes. Con todo el respeto para quienes no obran así (que los habrá, en las religiones, incluso en sus jerarquías, estoy convencido de que hay muy buena gente, bienintencionada), después del retorno de la religión ortodoxa a la oficialidad de la vida rusa, tras la debacle del sistema soviético (con el que la jerarquía ortodoxa, oficialmente perseguida, mantenía una relación poco clara), surgió un furor neoevangelizador ortodoxo en pos de prosélitos, incluyendo entre los objetivos las minorías étnicas. En verano/otoño del 92 pasé un tiempo en Kamchatka y fui testigo del desprecio de determinados evangelizadores asentados en las urbes del sur hacia la población autóctona, a la que tuve mejor ocasión de conocer en el norte de la península. Eso ha ocurrido en la historia de las religiones, pero en los tiempos presentes al menos en lo que conozco el hecho misional se contempla afortunadamente de manera bastante más tolerante y respetuosa hacia el otro, que el ejemplo que traigo.
ResponderEliminarEn la película contemplamos la vida de Dersu Uzala bajo la mirada de Vladimir Arseniev, que efectivamente, parece ser el único que le comprende. Con el tiempo Arseniev escribió el libro, ampliamente conocido en Rusia, que dió origen a la película y fue nombrado comisario para los pueblos indígenas, en Vladibostok; costa que hizo lo posible por favorecerlos. Su vida y la de su familia no superaron los abatares de la guerra civil tras la Revolución rusa.
ResponderEliminarKurosawa sitúa la acción de la película en 1902, dos años antes de que comenzara la guerra ruso-japonesa, el primer conflicto en el que una potencia no occidental derrotó a una occidental. Eso sí, los japoneses emplearon métodos y armamento occidentales para combatir con Rusia.
ResponderEliminarLa casi desaparición de esas culturas milenarias se consumó en apenas medio siglo, aún quedan trazas y pueblos, que salvo los yakutos o saja, realtivamente numerosos (y en realidad unos "recién" llegados, llevan en Siberia desde hace poco menos de un milenio..., de hecho lo de yakuto "extranjero" es el nombre que le dan los evenos) en muchas ocasiones están formados por apenas unos centenares o poco más del millar de individuos. La asimilicaicón al modo de vida ruso se ha venido consumando, si bien los grupos se están organizando para proteger y conservar sus culturas (incluso sin renunciar a mejoras modernas) desde hace unas décadas. Incluso hay una Conferencia de Pueblos del Ártico bastante activa, y organizaciones como Survival International (tienen sede en España) que los apoya, igual que a otros grupos indígenas por todo el mundo. http://www.survival.es/
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