9 de enero de 2011

El circo

Por Francisco Figueroa

Hacía muchos años que no iba al circo, confieso que nunca me he sentido especialmente atraído por él: ya de muy pequeño sentía tristeza por los animales enjaulados, no me hacían gracia los payasos y sentía un pánico atroz ante el riesgo de que un funambulista se estrellase en el suelo. Nunca le encontré romanticismo ni ese carácter mágico que otros le ven. Acabé mirándolo con otros ojos gracias a la película de Wim Wenders El Cielo sobre Berlín. Pero seguí sin ir a circo, ni siquiera al del Sol. Hasta estas Navidades, que he llevado a mis hijos y al abuelo; ya tocaba. Fuimos al Price, el mítico circo estable que hubo en Madrid de 1868 a 1970 y que reabrió en 2007.

La función, dirigida por David Larible (uno de los mejores payasos de nuestro tiempo) empezó bien, muy bien, con el trabajo de Felipe Mejías haciendo virtuosos dibujos con arena sobre un cristal, que se proyectaban en una gran pantalla contando una bella historia navideña; cautivó a los asistentes. Las atracciones me parecieron en su mayoría magníficas, entre ellas y como hilo conductor, aquella en que el portugués Cesar Dias ejercía de inusual payaso involucrando al público con su mímica y haciendo gala de saber estar. Espectacular la actuación en la cuerda elástica de los Hermanos Álvarez, Premio Nacional de Circo 2010. Contorsionistas de Mongolia, saltimbanquis y equilibristas rusos e italianos, virguerías con hula hop, la habitual trapecista… todo memorable y con una cierta sobriedad no exenta de elegancia, muy de agradecer en mi profana opinión.

El único elemento ”biofílico”, una atracción con un bonito caballo, nos supo a poco. No sé si quería ser un tributo al fundador, Thomas Price, que entre otras cosas fue domador de caballos para el circo. Cerró el espectáculo de nuevo Felipe Mejías con sus dibujos de arena, dejando un buen sabor de boca.

Los niños disfrutaron mucho y yo con ellos, así que habrá que repetir de aquí en un año.

8 comentarios:

  1. Como en muchas disciplinas, en la hípica suele haber ciertas reticencias entre las distintas especialidades. Algunas incluso están asociadas a un cierto estatus, como el salto que se suele realizar en picadero por amazonas o jinetes de alto nivel económico. Otros como la doma vaquera o los ejercicios con garrocha, son practicados por aquellos que tienen una cierta querencia a las labores de campo.. La andadura, está muy asociada a la cultura popular del caballo gallego y era muy practicada por los profesionales que tenían que desplazarse continuamente. Como arrieros, médicos rurales, curas, herradores, capadores, peluqueros o sacamuelas. El enganche de coches de caballos, aunque si asocia a ceremonias de gala, es ejercido por cocheros que mantienen una cultura de profesionales al servicio de los grandes señores, aunque hay algunos ejemplos de nobles que gustaban de guiar. Alfonso XII era muy aficionado a guiar y en esta actividad lo pillaron cuando el atentado anarquista frustrado del que se libró por poco. El duque de Edimburgo marido de la Reina de Inglaterra es otro caso de cochero aficionado. Lo curioso de esta actividad es que se mantiene una cierta camaradería entre todos los cocheros, tanto los que accedieron a la actividad por su nivel económico o por su oficio y maestría. Por ejemplo a nadie sorprende como uno de los mejores preparadores portugueses de caballos de enganche sea de origen muy humilde y de étnica gitana. Al señor Faia, le sobran encargos de muchos sitios del mundo, incluso para seleccionar potros lusitanos para los mejores de enganches del mundo.

    Estas especialidades tienen unas ciertas cautelas con el salto. No se si tiene mucho que ver con el carácter elitista de la especialidad, pero la explicación que se da, es que el salto va en contra de la naturaleza del caballo que acaba sufriendo los excesos de su carrera deportiva con importantes lesiones. Un domador muy famoso, es el francés Lorenzo que realiza ejercicios impresionantes, que vienen de la tradición magiar de enganchar varios caballos a la vez mientras el domador se mantiene de pie sobre la grupa de los dos caballos posteriores.
    Este tipo de ejercicio lo hemos visto trasladado muchas veces al circo y resulta fascinante.
    La doma clásica y la alta escuela, a pesar de su refinamiento, no dejan de ser una evolución sofisticada de los ejercicios naturales del caballo en el trabajo de un vaquero
    Sin embargo hay un tipo de doma que no gusta a los amantes de los caballos. La llaman doma circénse. Se trata de enseñar al caballo a hacer ejercicios como recoger un objeto, hacerse el muerto o sentarse sobre sus cuartos traseros. A los aficionados a los caballos les parece humillante para el noble animal y a pocos les gusta. Según ellos un caballo no es un perro ni una persona sino un animal libre con el que se establece una alianza. Estos ejercicios no hacen ningún daño a la salud física del animal, pero según algunos aficionados, la práctica de la doma circense acaba pervirtiendo su propia naturaleza.

    Por desgracia nuestro acercamiento a los animales y a la naturaleza en una sociedad desarraigada de ella, acaba degenerando en actividades que se nos antoja que acaban humillando a los animales. Recientemente hemos comentado sobre la industria de la moda para perros y como muchos propietarios desequilibran el estado psiquico de sus mascotas al convertirlos en espejo de su propia patología.

    Lo natural no se doblega a nosotros para atender nuestros gustos estéticos o hacernos reír, somos nosotros los que tenemos que someternos para encontrar así una alianza con nuestro entorno. Es un sometimiento liberador, nos doblegamos para fundirnos. Un centauro conformado por un caballo orgulloso y su jinete, son una buena muestra de ello. Trabajan el uno para el otro y se complementan, hasta convertirse en arte que esta por encima del espectáculo.

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  2. Como en muchas disciplinas, en la hípica suele haber ciertas reticencias entre las distintas especialidades. Algunas incluso están asociadas a un cierto estatus, como el salto que se suele realizar en picadero por amazonas o jinetes de alto nivel económico. Otros como la doma vaquera o los ejercicios con garrocha, son practicados por aquellos que tienen una cierta querencia a las labores de campo.. La andadura, está muy asociada a la cultura popular del caballo gallego y era muy practicada por los profesionales que tenían que desplazarse continuamente. Como arrieros, médicos rurales, curas, herradores, capadores, peluqueros o sacamuelas. El enganche de coches de caballos, aunque si asocia a ceremonias de gala, es ejercido por cocheros que mantienen una cultura de profesionales al servicio de los grandes señores, aunque hay algunos ejemplos de nobles que gustaban de guiar. Alfonso XII era muy aficionado a guiar y en esta actividad lo pillaron cuando el atentado anarquista frustrado del que se libró por poco. El duque de Edimburgo marido de la Reina de Inglaterra es otro caso de cochero aficionado. Lo curioso de esta actividad es que se mantiene una cierta camaradería entre todos los cocheros, tanto los que accedieron a la actividad por su nivel económico o por su oficio y maestría. Por ejemplo a nadie sorprende como uno de los mejores preparadores portugueses de caballos de enganche sea de origen muy humilde y de étnica gitana. Al señor Faia, le sobran encargos de muchos sitios del mundo, incluso para seleccionar potros lusitanos para los mejores de enganches del mundo.


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  3. Estas especialidades tienen unas ciertas cautelas con el salto. No se si tiene mucho que ver con el carácter elitista de la especialidad, pero la explicación que se da, es que el salto va en contra de la naturaleza del caballo que acaba sufriendo los excesos de su carrera deportiva con importantes lesiones. Un domador muy famoso, es el francés Lorenzo que realiza ejercicios impresionantes, que vienen de la tradición magiar de enganchar varios caballos a la vez mientras el domador se mantiene de pie sobre la grupa de los dos caballos posteriores.
    Este tipo de ejercicio lo hemos visto trasladado muchas veces al circo y resulta fascinante.
    La doma clásica y la alta escuela, a pesar de su refinamiento, no dejan de ser una evolución sofisticada de los ejercicios naturales del caballo en el trabajo de un vaquero
    Sin embargo hay un tipo de doma que no gusta a los amantes de los caballos. La llaman doma circénse. Se trata de enseñar al caballo a hacer ejercicios como recoger un objeto, hacerse el muerto o sentarse sobre sus cuartos traseros. A los aficionados a los caballos les parece humillante para el noble animal y a pocos les gusta. Según ellos un caballo no es un perro ni una persona sino un animal libre con el que se establece una alianza. Estos ejercicios no hacen ningún daño a la salud física del animal, pero según algunos aficionados, la práctica de la doma circense acaba pervirtiendo su propia naturaleza.

    Por desgracia nuestro acercamiento a los animales y a la naturaleza en una sociedad desarraigada de ella, acaba degenerando en actividades que se nos antoja que acaban humillando a los animales. Recientemente hemos comentado sobre la industria de la moda para perros y como muchos propietarios desequilibran el estado psiquico de sus mascotas al convertirlos en espejo de su propia patología.

    Lo natural no se doblega a nosotros para atender nuestros gustos estéticos o hacernos reír, somos nosotros los que tenemos que someternos para encontrar así una alianza con nuestro entorno. Es un sometimiento liberador, nos doblegamos para fundirnos. Un centauro conformado por un caballo orgulloso y su jinete, son una buena muestra de ello. Trabajan el uno para el otro y se complementan, hasta convertirse en un arte que esta por encima del espectáculo.

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  4. Yo fui hace unos años al teatro Price y lo pasé muy bien. El espectáculo era un circo africano. Apenas había payasos o, mejor dicho, eran los malabaristas quienes durante su función hacían de payasos. Me gustó mucho. Lo que tiene de genuino el circo es que la representación no tiene apenas efectos especiales. Son las destrezas de quien está en la pista lo que nos divierte. Siempre me ha parecido entrañable que sigan acudiendo las familias a ver qué son capaces de hacer los trapecistas, malabaristas, animales, magos... Es una diversión que nunca pasará.

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  5. Yo opino lo mismo Occam. Hace 5 años vi el gran circo chino y me fascinó. Algo que me gustó es que no había espectáculos con animales. Pero los trapecistas eran un espectáculo. Estoy deseando ver el circo del sol algún día.

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  6. Recitar! Mentre preso dal delirio
    non so più quel che dico e quel che faccio!
    Eppure... è d'uopo... sforzati!
    Bah, seti tu forse un uom?

    Tu sei Pagliaccio!

    Vesti la giubba e la faccia infarina.
    La gente paga e rider vuole qua.

    E se Arelcchin t'invola Colombina
    ridi, Pagliaccio e ognun applaudirà!
    Tramuta in lazzi lo spasmo ed il pianto;
    in una smorfia il singhiozzo e 'l dolor...

    Ridi, Pagliaccio, sul tuo amore infranto,
    ridi del duol che t'avvelena il cor!

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  7. Hay varios aspectos del espectáculo circense que tienen indudablemete que ver con la Commedia dell'arte, además los artistas del circo son trashumantes, como cómicos de la legua, uno de los pcos testimonios que nos quedan en Occidente de un arcaico pasado, del que espero tener ocasión de comentar aquí en otro momento.
    El papel del artista (y no sólo el circense y el cómico, sino de todos los artistas) puede en parte ser el de entretenedor, alegrando a todos mientras él en el fondo está triste (sea por mal de amores, como Pagliaccio, o por su forma de ver el mundo) pero también puede desempeñar el de conciencia social.

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  8. El caballo tiene algo mítico, de unicornio y de pegaso. Justamente esa impuridad que supone su trato denigratorio, es algo que me ha causado aversión de siempre, tanta como admiración me han despertado los caballos. Son espectáculos infamantes para un animal libre, como comentas, Manu, con el que se establece una alianza que va más allá de su monta. Me parece admirable la doma natural y la especial relación que establece con el caballo quien lo monta o lo conduce respetuosamente.
    Entiendo que la sóla presencia de un caballo ya tenga efectos beneficiosos y terapeúticos en nosotros.

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