26 de enero de 2011

Escultura, juego, intervención, identidad

Anduriña

Bufón

Por Francisco Figueroa

Recientemente hemos conocido un conjunto de trabajos del escultor y arquitecto Juan Fernández Rivas en la península del Morrazo, en concreto en el paseo marítimo de Moaña, que nos han llamado gratamente la atención.

La intervención en el espacio urbano por parte de artistas, o incluso su resolución por diseñadores y arquitectos dista a menudo de tener la elaboración, la calidad, el respeto al espíritu del lugar y a los usuarios que sería de desear. Es poco habitual ver un trabajo serio, riguroso e imaginativo a la hora de abordar el espacio público, tanto desde lo escultórico como desde otros planteamientos.

En este caso el autor ha sabido resolver de manera ejemplar la integración de sus piezas en la trama urbana dentro de un planteamiento integral de la costa de Moaña ha intervenido en los frentes marítimos portuario en O Con, en Moaña Centro y entornos naturales como en la pasarela de madera y mirador en la playa de A Mona en Tirán, donde se ensalza la exuberante belleza del lugar con su peculiar trazado curvo, invitando a la meditación y contemplación del paisaje. Además lo ha hecho pensando en su uso público, en dar una calidad estética y vivencial a las obras, hacerlo de manera acorde a la identidad del lugar y con preocupación en el juego infantil lejos de los esquemas manidos.

Entre todo ello surgen como hitos vertebradores un conjunto de piezas escultóricas vinculadas directamente al ámbito de la ría y del mundo marino. Algunas a modo de veletas-señal, como el “Paxaro Tolo” otras como móviles cuando sopla el viento, con siluetas de luras, chipirones de ría, peces, y otras de mayores dimensiones, monumentales, pero de una escala correcta, que no supone imposición alguna al paseante; entre ellas destacaría las figuras de un choco y una ballena que descansan sobre el malecón y el paseo, de bellas líneas orgánicas y enmarcados en lontananza por el margen sur de la ría. Realizadas ambas en hormigón y recubiertas de mosaico de piezas cerámicas — clara referencia a Gaudí y al parque Guell, en complicidad con el espectador culto, toda una proclama de la intención del autor, y a más, un indicativo de que la identidad y cultura propia no está reñida con la cultura común y universal—, lo que se nos muestra es una invitación al juego: no son las típicas esculturas intocables e inasumibles, sino elementos lúdicos que invitan al encuentro con seres que pueblan el imaginario de la Galicia costera, los niños suben por ellos, viven aventuras y seguro que evocan historias que les han contado o han conocido, como la de aquella ballena yubarta que entró hace pocos años en la ría de Vigo y permaneció en ella varias semanas, para deleite de muchos; en ella se inspiro Juan Fernández Rivas para su pieza de escala natural (15 metros), a la que dio el nombre “Anduriña” (golondrina, en gallego) con toda la poesía que entraña, y en cuyo dorso está integrada un surtidor que emite un chorro como el de las ballenas al emerger para respirar. Detalles que hablan de la preocupación por acabar bien los trabajos. “Bufón”, el choco gigante de 7 metros (como los que a veces arrastra la marea a la costa) guarda unidad estética con la ballena y establece un juego de complicidad con su compañero de batallas, el neptuno “Fisgón”.

Entre otros proyectos futuros de gran plasticidad que hemos conocido del mismo autor destacan algunos con asociación marinera, como una instalación referencia a los palos de un velero, con velas atirantadas, materializadas con redes de colores permeables al viento, que recuerda la importante historia marinera de la península del Morrazo y sus dos rías, con las poblaciones de Moaña al sur y Marín al norte, y susceptibles de realización en otros lugares.

Hay algo que me recuerda en todas estas obras y su concepción como proyectos integrales a las esculturas-juegos y a los parques de Isamu Noguchi (aquel gran arquitecto, escultor y paisajista japonés y estadounidense) no en las formas, que son bastante diferentes, pero sí en algo del pensamiento subyacente a la esencia del trabajo en favor de la comunidad.

Se nota que son proyectos concebidos con pasión y cariño volcados al lugar en que se realizan. Nos han gustado.

Los vecinos y los niños de Moaña tienen suerte.


9 comentarios:

  1. No he tenido oportunidad todavía de acercarme hasta Moaña, pero por las fotos de las esculturas, parece que el paseo ha quedado redondo. Habrá que darse una vuelta por ahí.

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  2. No conozco el lugar, pero la idea y las esculturas me parecen magníficas. Con esos colores, supongo que habrán tenido en cuenta lo corrosiva que puede ser la cercanía del mar, gaviotas, etc. En todo caso, me gusta mucho que expresen el genius loci de esa localidad costera de una forma tan simpática y atractiva para todos.

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  3. Francisco Figueroa27 de enero de 2011, 9:59

    Creo que el color no tendrá problema de permanencia, "Anduriña" y buen parte de "Bufón" están recubiertos de mosaico cerámico. Lo que también me gustaría resaltar es que, junto a estas piezas escultóricas y lúdicas, hay otra serie de elementos concebidos con un cuidado exquisito, desde luminarias inspiradas en las formas de caracolas en espiral, las fuentes y surtidores de agua o los aparcabicis, todo ello integrado en un concepto global. A respecto de esto último, como "ciclista urbano" muchos años de mi mida, consciente de lo poco estético y menos cómodo de la mayoría de aparcabicis que he usado aquí y en otros países, me ha sorprendiedo la elegante solución que ha desarrollado Juan Fernández Rivas, mediante una espiral de tubo continuo de acero inoxidable, un diseño limpio, sobrio, estético y útil.

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  4. Para mí lo importante de Juan es que es un arquitecto que respeta mucho el proceso constructivo de sus obras. Se interesa mucho por el material y consigue expresarse a través de él.
    Su trabajo va desde la sutileza de las piezas en metal que parecen jugar con el viento hasta las masivas y contundentes esculturas de criaturas marinas.

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  5. ana pastoriza duran27 de enero de 2011, 18:42

    El verano del 2007, en una visita a mi tierra gallega... pude descubrir con gran entusiasmo que algo estaba sucediendo en mi pueblo...me sorprendió la sencilla y elegante rehabilitación del entorno de la Iglesia de San Martiño de Moaña ...joya románica del siglo XII, el paseo de O Con, con un trazado cuidado, el mobiliario de estudiado diseño, diferente sin ser extravagante, singularizando el recorrido... la entrañable figura de la ballena Anduriña plagada de niños ávidos de subirse y desplazarse por su lomo...mientras otros se retaban por subirse cola arriba...era simpático...y como guinda final descubrí la pasarela de madera de La Mona, en Tirán.. un lugar en el que no recordaba que fuese accesible anteriormente... un recorrido visual emocionante que vuelca al paseante en brazos de esta Ría de Vigo exuberante como si fuese un gran tobogán...pensé ¿que está sucediendo aquí?... algo está evolucionando... aún hay esperanza!!... todavía hay seres con sensibilidad especial que a base de empeño en materializar sus sueños, finalmente con coraje y persistencia, a pesar de muchas zancadillas, lo consiguen.
    Soy moañesa y aunque mi tamaño no es equiparable a la estatura de un infante, mi espíritu y mi alma infantil está cada día más conectada al corazón. Amplificando su tamaño en dimensiones difícilmente abarcables...como Juan Fernández Rivas.
    No lo supe hasta tres años después... por eso era inevitable que la vida nos terminase juntando.
    Desde entonces somos compañeros de viaje en esta singular nave del estudio MIRAMAR en Moaña, somos parte de su tripulación. Desde la Península del Morrazo seguimos planificando mil rutas de viajes reales o imaginarios, en cierto modo no hay mucha diferencia...esto es una gran fábrica de sueños que sabe de grandes oleajes y tempestades, aún sin haber surcado mares. Su obra es admirable, sobre todo si uno tiene la posibilidad de acercarse, es aquí donde mejor se comprende el por qué de su empeño en salvaguardar la Costa y ensalzar la Ría...por su desbordante belleza ...os invito a aproximaros...regresareis con el corazón abrumado, este entorno llena y llega...a pesar del daño infringido...el Morrazo es todavía de una belleza salvaje...visitadla...os animo...y garantizo un recuerdo inolvidable.
    ana pastoriza durán

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  6. Yo tampoco lo he visto, pero por lo que he encontrado por Internet, no creo que tarde en darme un paseo por allí.
    http://www.galiciaenfotos.com/el-calamar-completo/
    http://www.galiciaenfotos.com/ballena-de-asiento/

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  7. Creo que hay muchos aspectos relevantes de la obra de este arquitecto, pero si acaso hay uno que me interesa especialmente: el juego escultura.

    Hace años cuando Don Manuel Ruíz, arquitecto jefe de urbanismo del ayuntamiento de Jaén, visitó las obras de un parque diseñado por el, en donde se ubicó Prometeo a la cabeza de una lamina de agua enorme enmarcada en mármol blanco, componiendo un auténtico jardín nazarí del que el es un gran estudioso expresó:

    habitualmente el arte esta en los museos o encima de los pedestales. la gente puede contemplarlo pero no tocarlo, marcando una distancia con el espectador. Estas obras, no solo se pueden tocar, sino que sirven para jugar, para sentarse sobre ellas y contemplar el paisaje.

    Creo que Juan Rivas, ha sabido captar el espíritu de su entorno. ha actuado como antropólogo, etnógrafo, artista y urbanista. Creo que la tendencia del espacio público se orientará a este tipo de intervención. el espacio público es un tesoro y no debe ocuparse de cacharrería de catálogo, como una estantería rellena de libros falsos o que nadie lee.

    las intervenciones de Juan Rivas, no solo se leen sino que se disfrutan, no solo los usuarios sino todos los ciudadanos. al poner en valor su cultura, esta colaborando a la autoestíma de su comunidad.

    mis felicitaciones, ojalá que cunda el ejemplo

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  8. La antropología actual —pienso sobre todo en Marc Augé— ha descrito la modernización como un proceso en el que proliferan los "no-lugares". O sea, como una disolución de los espacios de encuentro e identidad. Emergen por doquier los espacios del anonimato, los "no-lugares", por los que los individuos transitan incomunicados cruzándose con extraños. Los colores neutros abundan para que resalten los anuncios publicitarios: aeropuertos, salas de espera, plazas atestadas de automóviles, calles abarrotadas de transeúntes con prisa, centros comerciales sobrecargados de estímulos... Un lugar como este paseo de Moaña es muy necesario hoy. Un espacio para pasear, cargado de simbolismo y con ornamentos que no invitan al consumo, sino a la contemplación. Yo creo que es urgente crear espacios dotados de identidad en los que se sienta reconocida la comunidad que los disfruta y en los que, de alguna forma, los extraños puedan ya saber algo sobre esa comunidad, sobre su imaginario y su forma de ser.
    Gracias, Fran, por traer este paseo al blog.

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  9. Francisco Figueroa28 de enero de 2011, 12:15

    Pues ha sido un placer escribir sobre algo que me gusta, Occam. Coincido con lo que dices, la mejor defensa ante esos no-lugares que nos rodean por doquier es buscar signos distintivos, referencias a las intrahistorias, elementos culturales (pero valen tanto paradigmas universales como referentes identitarios, a menudo la cuestión es cómo se emplean, sin manoseo ni tergiversación, sin convertirlos en signos anodinos ni referencias vacías). El que estamos comentando me parece ejemplar, no es pretencioso, es es untrabajo digno y hehco con cariño, se nota; lo mejor de todo es que la gente, es especial los niños lo usan, son juegos, esculturas, fuente, bancos... todo a un tiempo, enriquece el espacio públio sin "contaminarlo" visualmente (no es imperativo, a diferencia de otros muchos elementos que vemos en bastantes intervenciones urbanas) y tiene que ver con el lugar, además de recordarnos cuestiones universales, los calameres y chocos gigantes, las ballenas,... y la realción directa con esa "Anduriña" que un tiempo visitó la ría.

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